Ki-taek es el patriarca de una familia pobre que habita en un piso bajo en Seúl y que sobrevive a base de trabajos precarios. La vida de este clan humilde cambiará radicalmente cuando el hijo consiga trabajo como profesor de inglés de un niño en una casa de clase alta. Parasite ya recibió varios reconocimientos: ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes; el elenco fue distinguido en los SAG Awards; obtuvo un Globo de Oro como película extranjera. Además está nominada a seis estatuillas en los Oscar: mejor película, película extranjera, director, guión original, diseño de producción y montaje.
Bong Joon-ho es uno de los cineastas más deslumbrantes de los últimos años. Con solo siete películas en su haber, ha logrado trascender las fronteras de su país natal y conquistar el corazón de los espectadores alrededor del mundo. A pesar de transitar por distintos tipos de géneros, hay temas recurrentes en la filmografía del realizador coreano como la unidad familiar (en The Host) o la lucha de clases (en The Snowpiercer) que también están presentes en Parasite, su obra más notable sin dudas.
Es difícil catalogar este largometraje, la infiltración que hace la familia de clase baja en la mansión de los millonarios, está narrada con gracia y utilizando varios pasos de comedia. Pero Joon-ho decide en un momento cambiar el registro, salir de la sátira y darle paso a un segmento de tensión y suspenso, que deriva en secuencias de horror explícito. Todo este encadenado de estilos y géneros se da con tanta naturalidad que el espectador pasará de la risa, al llanto y al espanto sin solución de continuidad.
Si el filme resulta tan hipnótico es por un guión elaborado en el que cada diálogo y secuencia fluye naturalmente. Además, la exquisita dirección de fotografía que pasa de la sordidez del sótano en un barrio pobre a la magnificencia de una mansión que es puro lujo y diseño, nos permite palpar, sentir, las texturas, los colores y los climas que las conforman y que las diferencian.
Está claro también que todo funciona porque el elenco es notable y cada uno de los actores cumple a la perfección con su papel. Espléndido Kang-ho Song como el padre pobre, cuyo olor corporal lo hace único y Choi Woo-shik como su primogénito que irrumpe en un hogar de clase acomodada para ponerla “patas para arriba” emulando a Terence Stamp en Teorema, la película de 1968 de Pier Paolo Pasolini, a la que Parasite sin dudas le debe inspiración.
El ritmo del metraje es perfecto, y el entretenimiento no impide descubrir las múltiples capas que la historia contiene, una trama muy elaborada que permite varias lecturas. Los “parásitos” a los que refiere el título, bien podrían ser los humildes que se quieren aprovechar de los ricos, como también los millonarios que no mueven un dedo por comodidad y delegan en sus “sirvientes” las tareas más mínimas. Por otra parte, no hay estigmatización en el filme, los pobres de Bong Joon-ho son personas inteligentes que no han tenido oportunidades, inocentes en busca de un poco de dignidad.
Parasite es una obra maestra que marca una época, una película destinada a perdurar en el tiempo, una parábola social actual, inquietante y cercana.
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