Winona Ryder: de ícono de estilo a mechera en una tienda, hoy intenta volver a brillar

Entre esa joven que representó una época y esta mujer adulta que se luce en “Stranger things” pasaron muchos años y mucha vida

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Winona Ryder en sus comienzos (Foto: Shutterstock)
Winona Ryder en sus comienzos (Foto: Shutterstock)

En 1988 una jovencísima actriz con rasgos de mujer inocente o de niña eterna, maravilla a todos en la película Beetlejuice. Cumplió apenas 17 años pero ya muestra su talento. Le alcanzarán apenas unas películas para convertirse en favorita de directoras y candidata al Oscar. Le bastarán apenas unas sonrisas para que los actores más lindos del momento la amen. Le servirán apenas unos cambios de ropa para transformarse en un ícono de estilo, pero un hurto menor destruirá -en parte- su carrera. Ella, una de las actrices más talentosas de su tiempo tiene nombre de ciudad estadounidense y apellido de músico alternativo: Winona Ryder.

Desde pequeña, Winona mostró que era una chica común con características poco comunes. Su madre era productora de videos y se decía budista. Su padre, un reconocido editor y librero, se declaraba ateo. La hija se manifestó judía en honor a sus familiares asesinados en el Holocausto.

Cuando cumplió siete, sus padres decidieron instalarse con otras ocho familias en una comunidad llamada Rainbow al norte de California. El grupo se fundamentaba en dos principios. Uno era bastante lógico: la no violencia –aunque luego serían acusados de robo y tráfico de drogas- y otro era por lo menos extraño: no usar electricidad. Sin televisión cerca y con las computadoras lejos, Winona se entretenía leyendo. Se hizo fanática no de Heidi sino de la novela El guardián entre el centeno de Jerome Salinger.

Al cumplir los 12, sus padres abandonaron la comunidad y se instalaron en la ciudad. Acostumbrada a la vida hippie, en su primer día de escuela se vistió con una remera de hombre comprada en una tienda de ropa usada y apenas peinó su pelo corto. “Cuando entré al baño, escuché a mis compañeros decir, ‘Hola, lesbiana’. Golpearon mi cabeza. Me caí al suelo y empezaron a darme patadas. Tuvieron que ponerme puntos", recordó.

Winona Ryder en la película "Heathers", de 1988  (Foto: Shutterstock)
Winona Ryder en la película "Heathers", de 1988 (Foto: Shutterstock)

Lo increíble es que cuando pidió ayuda, las autoridades decidieron expulsarla del colegio a ella y no a sus agresores. Años después vivió su pequeña gran revancha. “Entré en una cafetería y me encontré con una de las chicas que me había pegado. Ella me dijo ‘Winona, Winona, ¿podés darme tu autógrafo?’, y yo le dije ‘¿Te acuerdas de mí? ¿Recuerdas que le pegaste a un chico en séptimo grado?’. Ella dijo ‘Más o menos’. Y le dije ‘Esa era yo. Vete a la mierda’”, contó.

A partir de su expulsión, sus padres decidieron dos cosas: que estudiara en casa y anotarla en el Teatro Conservador Americano de San Francisco. Jamás se arrepentirían.

En 1986 la contrataron para un pequeño papel en Lucas. Winona pensó que su apellido paterno Horowitz no era muy marquetinero y decidió cambiarlo por Ryder, un músico que escuchaba su padre. A Lucas lo vieron muy pocas personas, pero entre ellas estaba el director, Tim Burton que quedó impresionado con la actriz y la llamó para protagonizar Beetlejuice. Fue en ese film donde representó a una adolescente gótica deprimida, que Winona empezó a ser el símbolo de una generación.

Winona Ryder en una escena de "Beetlejuice", en 1988 (Shutterstock)
Winona Ryder en una escena de "Beetlejuice", en 1988 (Shutterstock)

Es que con su belleza algo andrógina, con su amor por Salinger y sus looks personalísimos vino a representar a toda un grupo que al filo del siglo XXI no se sentía identificado con esos estereotipos de belleza perfecta pero también seriada que eran los “altos, rubios y de ojos celestes”. Gracias a sus papeles en El joven manos de tijera, Inocencia interrumpida, Drácula, La edad de la inocencia y Generación X, Winona se transformó en “la novia de América”. Pero no en esa noviecita dulce y sumisa, al estilo Meg Ryan que le caería bien a cualquier suegra. Winona representaba un estilo de mujer nueva. Una de aspecto frágil y sin embargo, fuerte. Una mujer capaz de leer a Salinger y no cuentos de hadas, de marcar estilo luciendo una camiseta tres talles más grandes y unas zapas blancas. Como señala una nota en la revista Vanity Fair: Winona en lo más real que había en Hollywood y ella misma criticaba a la industria: “Los actores parecen tener un look para todo. El look sexy, el look furioso, el look inocente. Todo es tan calculado, todo es una pose. Nada proviene del interior”. Con 19 años, la actriz definía como “cursiladas” las películas adolescentes de John Hughes y aseguraba que si algún periodista volvía a describirla como “peculiar”, le pegaría un tiro.

Winona Ryder y Johnny Depp en "El joven manos de tijera" (Shutterstock)
Winona Ryder y Johnny Depp en "El joven manos de tijera" (Shutterstock)

Y así fue como enamoró a los actores más lindos de los 90. Salió un año y medio con Rob Lowe y luego diez meses con Christian Slater, se comprometió con Matt Damon, el mejor amigo de Ben Affleck, que a su vez era el novio de su mejor amiga, Gwyneth Paltrow. Tuvo breves historias con David Duchovny y David Pirner. Pero de todas estas relaciones sin dudas la que más trascendió es la que vivió con Johnny Depp.

Cuando se conocieron ella tenía 17 y él, 29. Fue en el rodaje de El joven manos de tijera que se enamoraron. La relación duró tres años. Se peleaban mucho pero también se reconciliaban. Depp se hizo un tatuaje que decía “Winona forever” que con el tiempo se convertiría en logo de remeras.

Seguidores y fotógrafos enloquecían cada vez que aparecían. Es que eran el símbolo de un siglo que terminaba. Poseían una belleza que encandilaba pero a su vez rara y única. Su ropa, sus posturas y sus elecciones artísticas podían ser consideradas extrañas para algunos e increíblemente creativas para otros. Arriesgaban y ganaban, es cierto que tenían con qué arriesgar, pero lo hacían. Eran dos actores cultos sin ser aburridos, eran sarcásticos pero no intimidaban, eran provocativos pero inofensivos. Eran parte del sistema sin ser del sistema.

Johnny Depp y Winona Ryder, cuando eran pareja (Shutterstock)
Johnny Depp y Winona Ryder, cuando eran pareja (Shutterstock)

Pero aunque Winona definía al actor como su primer todo: “Mi primer beso real. Mi primera pareja. Mi primer prometido. El primer hombre con el que tuve sexo”, el noviazgo de las dos estrellas se rompió y la actriz siguió su camino imparable de éxitos. Fue candidata al Oscar por Mujercitas y La edad de la inocencia, fue musa de Armani y Audrey Hepburn solía enviarle vestidos. Su atractivo era tal que la indomable Courtney Love gritaba en sus conciertos que temía que Kurt Cobain la dejase por Winona.

Y en esa época cuando el mundo se rendía a sus pies, todo se derrumbó. La actriz cayó en una profunda depresión. “Fue muy irónico porque, como todos pensaban que estaba pasando un gran momento profesional, entonces no tenía razón alguna para estar deprimida. Quizá estaba en el pico de mi carrera, pero por dentro estaba completamente perdida”, revelaría.

Diciembre de 2001, una joven con una bolsa y un traje metido en una elegante funda se marcha sin pagar de una de las tiendas más elegantes de Los Ángeles. Las alarmas suenan, dos miembros de seguridad atrapan a la ladrona y comprueban que lleva ropa y accesorios por 4.700 dólares. Sin embargo no les llama la atención tanto el robo como su protagonista: Winona. Diarios y noticieros cubren la noticia con lujo de detalles. Un californiano llamado Billy Tsangares estampa en camisetas una imagen de la actriz junto al texto “Free Winona”. Se convierte en un éxito de ventas.

Winona Ryder arribando a la Corte de Beverly Hills, en Los Angeles, en el 2002 (Foto: Shutterstock)
Winona Ryder arribando a la Corte de Beverly Hills, en Los Angeles, en el 2002 (Foto: Shutterstock)

Casi un año después, el 6 de noviembre de 2002, luego de trece días de juicio y cinco horas de deliberación, la heroína de Mujercitas fue declarada culpable por vandalismo pero inocente de hurto. La condenaron a tres años de libertad condicional y 480 horas de trabajos para la comunidad que eligió cumplir en un centro de niños ciegos y en otro de ayuda a enfermos de SIDA. Además se mudó a San Francisco para vivir cerca de sus padres y decidió no trabajar.

¿Pero qué había pasado para que una mujer con una cuenta bancaria de seis cifras cometiera un hurto menor? La actriz guardó silencio, recién cinco años después explicó lo sucedido en una entrevista para la revista Vogue. “Si hubiese hecho daño físico a alguien hubiese sido algo totalmente diferente. La atención mediática que recibí me avergonzó muchísimo. Yo preferí no decir ni una palabra al respecto. No publiqué un comunicado No hice absolutamente nada. Simplemente esperé a que la gente lo olvidase”.

Winona reveló el infierno por el que estaba pasando en el momento del hurto. "Un par de meses antes me rompí el brazo en dos partes distintas y el médico, una especie de curandero, me dio un montón de cosas que al principio tomaba para superar el dolor. Y luego pasé por un período en el que no sabía si tenía dolor, pero ingería las cosas” detalló y agregó que la medicación la dejaba en un estado de “confusión” y que fue en ese estado que entró al local de ropa.

La Justicia obligó a Ryder a empezar una terapia por cleptomanía. Ella obedeció aunque nunca reconoció padecer ese trastorno. SÍ admite que sufre de misofobia, un miedo patológico a la suciedad y los gérmenes, por lo que se lava las manos constantemente y lleva su propia vajilla y cubiertos cuando debe comer en un lugar que no sea su casa.

Winona Ryder en la actualidad (Foto: Shutterstock)
Winona Ryder en la actualidad (Foto: Shutterstock)

Luego de su década de gloria y su período de ostracismo, poco a poco Winona fue volviendo al ruedo. Se lució en un breve pero contundente papel en el Cisne negro donde encarnaba a una bailarina que después de haber conocido la gloria le advertía al personaje de Natalie Portman de sus peligros.

Hoy brilla en Stranger Things con un personaje bien Winona: una madre soltera, pobre, inestable emocionalmente pero capaz de luchar sin caer por su hijo desaparecido. Desde la pantalla vuelve a cautivar es que aunque los años pasen, para toda una generación siempre será “Winona forever”.

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