Eloy Rivera, quien fuera uno de los participantes de la edición 2015 de Gran Hermano, estuvo demorado en una cárcel en Playa del Carmen, donde vive desde hace poco más de un año, tras haber intentado apuñalar a su novia, Candela Díaz. En diálogo con Teleshow, aseguró que nunca estuvo en sus planes dañarla físicamente, sino que buscó “hacerle sentir que se iba a morir”.
“Ocurrió ese episodio: ella tenía que sentir que iba a morir, canalicé, lo sentí y pude verlo. Era necesario que yo me rompiera los brazos”, dijo Rivera sobre el momento en que atravesó la puerta del baño con un cuchillo, luego de que Candela procurara esconderse de él. Sucedió el 27 de diciembre en el departamento que compartían en dicha ciudad de México.
“No se lo hice solo a ella, a otras personas también: les hice creer que iban a morir. En ningún momento les iba a hacer nada, soy consciente de todo”, sostiene el joven de 24 años, que buscó justificar su accionar en alguna especie de mandato místico. "El tiempo de Dios es perfecto: todo pasa por algo, nada es casualidad, todo es causalidad”, argumentó Rivera, lamentando que ni su novia ni ninguna otra persona le creen que “es Dios”. “Una voz me dijo que era el elegido y ahí empezó todo lo bueno -dice quien también ha sido actor de películas pornográficas-. Mi cuerpo estaba roto. Estuve en el Infierno, y lo que pasó tiene que ver con el vía crucis de Jesús”.
Luego de perforar con un cuchillo la puerta del baño donde Candela (de 19 años) buscó refugio, el ex GH fue hasta la piscina del edificio. “Fui a molestar a un grandote que había ahí para que me pegara”, explicó. Al verlo rompiendo algunos objetos y escucharlo gritar, un vecino decidió llamar a la policía. “Me tiró a la pileta, hice pis y caca ahí. Me pegaron en la cara. Yo tenía que morir y renacer”, continuó su relato, por momentos absurdo y en otros tramos incomprensible.
Eloy pasó entre seis y ocho horas en la cárcel. Candela lo acompañó: se quedó esperándolo en un cuarto de la dependencia policial, sin poder verlo: “Pero yo la sentía”, dice quien también participó en Combate. Otros hombres detenidos allí quisieron violarlo y pegarle porque lo encontraron “tiernito". “(Para escapar) usé mi super velocidad, super fuerza y me senté cual pose budista, analicé energías y sentí cómo mi cuerpo se hizo energía y me moví a una velocidad que no me podían tocar, no podían hacerme nada, porque controlaba sus mentes. Hice que se enamoraran de mí para que no me hicieran nada, porque mente superior domina mente inferior”.
De esa celda compartida con otros seis presos, los policías lo llevaron a otra, solitaria. Más tarde -siempre de acuerdo a su relato- fue trasladado a un hospital: despertó en una camilla, atado de pies y manos, y con una sonda. “Estaba desnudo, con suero, salí de eso solo porque tengo fuerza. Me llevó 30 minutos y me desaté; es cuestión de mover energías”. Fue un amigo quien, alertado por su llamado, le llevó ropa y le dio dinero para que Rivera tomara un taxi.
Tanto Eloy como su pareja fueron echados del departamento que compartían en Playa del Carmen. Candela, quien no denunció la agresión de su novio, se fue a vivir con su mamá. Él se mudó a otro departamento, y evalúa el regreso a la Argentina, pero no cree posible un reencuentro con su familia. “Mi mamá me creía, hasta que pasó lo del 27 y me soltó la mano”. Mientras siga en México no buscará ayuda profesional, y considera que su reacción no responde a “un brote místico". “Todos piensan que estoy loco y quieren internarme, pero lo que viví era real, había una voz que me decía que tuviera fe”.
Rivera recordó que fue hace unos días, a partir del 22 o 23 de diciembre, que comenzó a oír voces que se hicieron cada vez más reales: “Vencí todos los males y, a partir de Navidad, sentí que Dios bajó a mi cuerpo. Y yo soy Dios encarnado en ser humano. Lo del 27 fue la prueba. No estoy loco”.
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