“Soy la única vedette de Mar del Plata”, asegura Adriana Aguirre en diálogo con Teleshow. A los 68 años y casi cinco décadas después de haber debutado en el teatro de revista, la artista está protagonizando La Súper Revista junto a El Mago Black y Torry en el Teatro La Campana.
-Estás para el Guinness...
-Lo que le maravilla a la gente es lo que bailo y las acrobacias que hago en aro y en telas arriba del escenario, a pesar de haber sido operada de la columna hace un año. Tengo un cuadro en el que soy “La Cobra que se cobra todo lo que hiciste”. Y también hago un stand up con el público. O sea que tengo una movida bastante importante en el espectáculo. Y mantengo el físico y la piel que tengo.
-¿Cómo?
-Me hice un ADN porque mi madre a los 89 tuvo un ACV. Y mi abuela también. Así que tengo una predisposición. Pero mi médico me dijo que eso se podía revertir, sobre todo con una alimentación sana y un colesterol bajo. Hoy sabemos que no es saludable comer carne, huevos, harinas...Y yo siempre me cuidé, hago mucha gimnasia, no tomo alcohol y no fumo. Así que todos los estudios me dieron muy bien y me salió que tengo la genética de una persona de 40 años.
Soy una persona longeva. Mi mamá, Aída, tiene 96 años...Uh, fue un acto fallido: mamá murió a los 96 años el 26 de marzo del año pasado. Fijate qué curioso: fue el mismo día en que yo debuté en el teatro de revista, con un espectáculo que se llamaba El gran cambio, en el ’79.
-¿Y cómo te pegó esta coincidencia?
-Juste ese día, a las 4 de la tarde. ¡Es increíble! Y me pegó mal. Hasta el día de hoy. Porque yo estaba muy apegada a mi mamá y pasaba todos los fines de semana con ella. Hay momentos en los que me viene el recuerdo y me afecta el estado de soledad en el cual quedé, familiarmente hablando. Porque tengo muchos amigos divinos, pero parientes ya no me van quedando acá.
-¿Y tus hermanos?
-El varón, Omar, vivió veinte años en Londres y en ahora se fue a San Pablo con su actual mujer, Lucimar, que es de ahí. Y mi hermana, Silvia, cada dos por tres está en Rosario, que es dónde nosotros nacimos. Después me quedan dos primos, Guillermina y Darío, que también viven allá. Pero los demás, todos fallecieron. Así que la familia que yo tenía era Ricardo García, pero es de público conocimiento lo que pasó...
-No hay vuelta atrás...
-Ya firmamos los papeles para la división de bienes, que es lo que más nos interesa a ambos. Yo podía haberle metido un divorcio express, pero eso abarca todo nos veríamos obligados a vender nuestras propiedades, que no es lo que queremos. A nosotros nos interesa seguir teniendo el usufructo en un cincuenta por ciento cada uno. Con la nuevo código, se sacó la figura del adulterio pero se puso otra que es peor, que es la indemnización compensatoria. Así que, si yo quisiera, él tendría que pagarme a mí, por daño moral tras veintidos años de casados, alrededor de cuarenta millones de pesos en efectivo...
-¡¿Por daño moral?!
-Eso, más intereses y costas. El hizo abandono de hogar y tenía una vida paralela con otra mujer, de lo cual hay pruebas evidentes. Y yo he llorado en todos los programas de televisión por esto. Lo que hizo él, presentándose a los medios para decir que estaba enamorado de otra persona estando casado, es ilegal.
-Más allá de lo económico, ¿hoy te sentís sola?
-Ya no, pero me sentí muy sola cuando miré para atrás después de todo lo que me pasó. Y eso me generó una gran angustia. Pero empecé a levantarme. Yo soy una mujer muy fuerte y todo lo que tengo, poco o mucho, lo conseguí sola. Así que renací, como el Ave Fénix. Obvio que me costó. Pero ya hace un mes que estoy de pie, nuevamente.
-¿Estás abierta al amor?
-Sí, Por consejo de mi abogado, hasta terminar los papeles lo mejor es que no tenga ninguna relación sentimental. Yo sigo legalmente casada y hay que tener mucho cuidado con eso...
-Pero, dejando de lado lo legal, ¿estás dispuesta a entregar tu corazón?
-No tengo ganas. Me siento muy defraudada. Tampoco es que veo un hombre y me da un ataque de alergia. Pero no quiero que me hablen de amor. Yo estuve muy enamorada de Ricardo y me humilló públicamente. Así que hoy no me interesa. Pero todo pasa. Mirá: Carmen Barbieri y Moria Casán me dijeron algo muy importante.
-¿Qué?
-Las dos pasaron por lo mismo que yo. Carmen sufrió mucho con Santiago Bal, pero los últimos cuatro años los se los pasó cuidándolo hasta que murió. Y el día del velorio, me dijo: “Adriana, cuando pasa el tiempo te olvidás de las cosas malas. Y si algún día lo tenés que cuidar por todo lo que lo amaste, lo vas a hacer”. Y Moria, que vivió lo mismo con Mario Castiglione y con Luis Vadalá, me dijo: “Soltalo, porque con este sentimiento lo estás reteniendo adentro tuyo. Que se vaya”. Y yo pensé: “Esta mujer tiene razón”.
-Moria ahora se volvió a casar, así que en una de esas...
-¡Por eso! Yo pasé un cuarto de mi vida con Ricardo. Pero tal vez algún día aparece la persona indicada y quién sabe... El tema es que, en esto de apuntalar a mi ex en su cosa bizarra, yo me salí de mi eje que era la estelaridad. Y ahora estoy tratando de volver a eso. Este es el espectáculo número 83 que protagonizo, sin contar las películas que hice y mi debut como modelo a los 14 años. Así que llevo cincuenta y pico de años trabajando sin parar.
-Con los cambios sociales que se están dando con respecto al rol de la mujer, ¿pensás que la revista se puede terminar?
-Yo, como mujer, nunca me dejé cosificar trabajando de vedette. A mí no me tocaron la cola en el escenario, jamás me hicieron agachar de espaldas ni me hicieron ningún chiste machista, pero porque yo no lo permití. ¡Y menos ahora! Pero es muy probable que haya gente que no se apegue al género de la revista, que es fabuloso, porque sienta que no se adecua a los tiempos que corren. Yo creo que simplemente, con cambiar el tipo humor, se soluciona el tema. Además, hoy las mujeres tienen otra valentía como para decir: “Esto no”. Pero, al no haber otra vedette, ya que hoy ni Carmen ni Moria están haciéndola, es muy posible que la revista muera conmigo.
-¿Te gustaría hacer algo que hasta ahora no te hayan propuesto?
-Sí: una comedia musical. Estoy preparada para bailar, para cantar y ni hablar de actuar. Si trabajé con José Maria Muscari en Extinguidas y la obra conmovió al público durante años, imaginate que estoy capacitada como para hacer lo que sea.
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