Cuando a los 11 años Jorge Bergoglio jugaba seguramente a la pelota en las calles de Flores, allá lejos, al otro lado del océano Atlántico, Jonathan Pryce nacía en el seno de una familia protestante, al norte de Gales, Reino Unido. Varias décadas más tarde, quien fuera arzobispo y cardenal sería consagrado Papa, convirtiéndose en el argentino más trascendente de la historia. Y años después sería el actor -quien se consagró en Game of Thrones- quien lo interpretaría.
Los dos papas se acaba de estrenar en Netflix y ya suena como una posible candidata al Oscar. La película dirigida por Fernando Meirelles (Ciudad de Dios) relata un encuentro imaginario entre el Papa Benedicto XVI y Francisco, su sucesor. Dos posturas casi antagónicas de las doctrinas y el dogma de la Iglesia católica se ven reflejados en este filme que recorre también los años de juventud e inicio al sacerdocio de Bergoglio.
Una película definida por su director -en una entrevista a Teleshow- como “una historia de tolerancia, de culpa y perdón", Los dos Papas intenta mostrarnos también otra circunstancia: ¿pueden dos personas vivir en un mismo cuerpo? En el caso de Bergoglio, parecería que sí. Juan Minujín es el actor que lo interpreta de joven, en los años 70 y 80. “Era un tipo muy circunspecto, que no sonreía nunca”, afirma el actor de El Marginal, quien da vida al Jorge más serio, frío y alejado del contacto con la gente. Pero Pryce interpreta al otro, al que vemos en la televisión: el hombre sencillo que se ríe, es cercano a los fieles y va a comprar un par de lentes como cualquier ciudadano a un óptica en Roma. Dos papas y dos hombres que luchan por perdonarse y redimirse.
Lo cierto es que Jonathan Pryce comenzó a sentir una gran empatía con Bergoglio cuando fue ungido Papa el 13 de marzo de 2013. Inmediatamente comenzaron a llegarle imágenes de este eclesiástico que provenía del fin del mundo, y sus hijos le dijeron que el parecido les impresionaba. Así fue. Ambos parecen haber sido separados al nacer: alcanza con ver a Pryce en una pequeña escena en la película para que la confusión se lleve a cabo. ¿Quién es quién?
El britátnico tiene una vinculación con personajes argentinos muy fuertes. En plena época menemista interpretó a Juan Domingo Perón en el musical llevado al cine Evita, protagonizado por Madonna. Durante su encuentro con Teleshow el actor aseguró -en tono de broma-, que luego de Perón y Bergoglio solo le faltaría ponerse en la piel de Diego Maradona. Y es que Pryce parece haber nacido para interpretar a argentinos: está nominado a los Globos de Oro por esta película y suena cada vez más fuerte una posible candidatura a los Oscar, convirtiéndose en su primera nominación a este premio.
El actor de 72 años alcanzó el reconocimiento mundial en 1985 cuando interpretó a Sam Lowry en la película Brazil, junto a Robert De Niro y dirigido por Terry Gilliam, y se convirtió en el ícono de las películas de ciencia ficción. Su carrera siguió creciendo y llegaron los roles en la mencionada Evita, 007: el mañana nunca muere, Piratas del Caribe: La maldición del Perla Negra y su destacable participación en GOT como el Gorrión Supremo, otro referente religioso.
La llegada del guión de Los dos papas a sus manos parecía un mandato del destino. ¿Qué otro actor habría podido interpretar a Francisco? Difícil de responder, porque más allá del innegable parecido físico (hasta incluso su forma de caminar, que Jonathan atribuye a una dolencia en su rodilla), logra captar el espíritu del Papa: la escena en la que Benedicto y Francisco miran la final del Mundial de Fútbol de Brasil, en la que se enfrentaron las selecciones de Alemania y Argentina, Pryce habla, se mueve y gesticula como un argentino más: no vemos a un galés gritando por Lionel Messi sino a un hincha nacido en estas tierras sufriendo porque la celeste y blanca gane de una bendita vez.
Aunque lo que lo más le costó fue aprender palabras en español, el artista logró recrear ese aspecto de hombre desgarbado, simple y amable en el que se convirtió Bergoglio al llegar al papado. Conocido como el hombre que nunca sonreía, Francisco logró revertir a esa persona adusta y circunspecta para convertirse en alguien cercano a los creyente. Y Pryce también logró también superar y recrear ese cambio. La escena en la que intenta que Benedicto baile con él o la decisión de ir de copiloto cuando un chofer lo busca en el aeropuerto y le insiste para que ocupe el asiento trasero, son dos partes de la película que intentan mostrar esta conversión.
El hombre que propuso "construir puentes, no muros” y que encontró en su llegada al Vaticano afianzar a ese ideal de hombre que persiguió desde joven, pero recién pudo encontrar a edad adulta, a diez mil kilómetros de su Flores natal. Y que halló en un quien lo representara galés con fidelidad.
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