Pato Galván, el hombre que se animó a bajarse del éxito por amor y todos los días conecta con Dios

"Desde los 33 me agarró como un ataque de estudiar todas las religiones”, revela el conductor a solas con Teleshow. Además cuenta cómo vivió bajarse del éxito de Atorrantes, habla de la paternidad y confiesa que tuvo una cita con un contacto de Happn solo para jugar al tenis

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A diferencia de lo que muchos podrían suponer, Pato no viene de Patricio. Cuenta el mito que de chico se cayó en una laguna del zoológico y parecía un patito, pero el mito es incomprobable incluso por su protagonista y tiene más de construcción simpática que de realidad. Sí es real que admiraba al Pato Fillol, y hasta se vestía igual al mítico arquero: “En el barrio yo era el Patito, porque andaba siempre vestido de arquero y atajaba”, cuenta quien en su documento figura como José Alfredo, aunque todos conocen como Pato Galván.

“Tengo recuerdos de estar escuchando la radio en casa de mi viejo y que había un móvil de Fernando Bravo en el zoológico. Yo vivía cerca y dije: ‘Voy’. Salí corriendo, y le dije a mi viejo: ‘Te voy a saludar por la radio’. Y fui y lo logré”, recuerda el conductor, que desde chico supo iba a trabajar en los medios; en esos años, su vocación era radial.

Pato Galvan junto a Cacho Fontana
Pato Galvan junto a Cacho Fontana

“La primera oportunidad me la gané. Me iba a radios truchas, radios comunitarias, todo eso. Nos íbamos los fines de semana, teníamos una especie de periplo: sábado a la mañana en Guillón, sábado a la tarde Avellaneda, domingo a la mañana Castelar, domingo a la tarde… Me acuerdo uno en Castelar, yo iba y le decía: ‘Hago, ¿qué necesitas?’; era una radio que pasaban música romántica, y yo ponía voz de locutor y les hablaba a las señoras. En otra iba de periodista deportivo. Lo que sea. Lo que yo quería era estar al aire”, explica Galván, que no le teme a nada. Y de esa forma enfrenta cualquier formato televisivo.

—De las cosas que has hecho, ¿qué es lo que más insólito te resulta?

—No, a mí dame. Siempre fui así y ahora estoy más que nunca (así). Dame lo que no hice nunca, dámelo. Quiero ya probar nuevo, siempre. No le tengo miedo a nada. Soy como inoxidable. He hecho cosas que mucha gente pensaría que son un quemo, y yo, feliz. Dame.

—¿No paraste de trabajar en ningún momento?

—Sí, tuve momentos sin laburo, pero me lo genero. Soy el típico al que no lo llaman. A mí es muy difícil que me llamen para algo. Soy el que va y dice: “Mirá, tengo esta idea”. “Ah, mirá...”. Y garpa más la idea que yo. Y después, la termino haciendo.

—Que loco que decís esto es una industria muy de Instagram, muy de la pose: ”Estoy evaluando proyectos...”.

—No, al contrario, a mí me encanta generar. Estoy todo el tiempo generando, tratando de pensar qué hacer, cosas nuevas. Puedo hacer cosas distintas. Obviamente que hay cosas que me gustan más o que la gente también me referencia más. He hecho programas de religión, ahora programa de cocina.

—¿Cómo fue la experiencia del programa de religión?

—Hacía un programa que lo recomiendo, porque es totalmente atemporal. Desde los 33, que no es casualidad (la edad de Cristo), me agarró como un ataque de estudiar todas las religiones. Es un tema que me encanta, me apasiona. Y pintó como una posibilidad. El programa se llamaba A viva voz. El panel era un cura, un rabino, un pastor, un budista, y yo traía siempre a mi amigo ateo.

—Hay mucho programa en espacio vendido para religiones…

—Bueno, eso es otra cosa. A mí me gusta mucho.

—A mí todo lo que es venta de espacio de religiones y de salud me da mucho miedo.

—A mí me da más miedo el de salud (risas).

—A veces se tocan, porque tenés algunos programas de religión que dicen que curan enfermedades terribles…

—Es que para mí te curás, si lo creés te curás. Lo que te cura es la fe, no importa en qué. El tipo que cree realmente, pero se lo cree. Yo te estoy vendiendo a vos que con esta agua te curás.

—Sí, pero otra cosa es si tengo que poner plata para eso...

—No, bueno, obvio. A lo que voy es que yo puedo ser un chanta que te lo vende, pero si tu fe es real, tu fe va a hacer que te cures.

—¿Te ayudó a vos ese momento de ponerte a estudiar las religiones?

—Yo creo en Dios, casi naturalmente, desde muy pendejo. Nunca me lo había ni siquiera preguntado. Tuve una educación secundaria muy racionalista, fui al Nacional Buenos Aires, y de pronto en un momento, creo que fue cuando nacieron mis hijas, necesité tener fundamentos: si le tengo que explicar a alguien por qué creo en Dios, le quiero poder explicar.

—¿En Dios dentro de alguna religión, o en Dios?

—No, no, Dios. Religión es religar, volver a unir. Nosotros tenemos un pedazo de espíritu, diría Claudio María Domínguez: “Somos un pedacito de espíritu viviendo la experiencia material”. Eso que dice Claudio es verdad, está en todas las religiones, hay un pedazo de espíritu nuestro viviendo adentro de tu cuerpo físico. Y estamos siempre buscando que ese pedacito se vuelva a unir con el todo. Por eso existen las religiones. Lo que pasa es que la mayoría de las religiones tendrían que ser como un cartel hacia Dios y la mayoría se queda adorando el cartel. Te ponen dogmas, te ponen reglas, te ponen un montón de cosas que terminan alejándote de Dios en lugar de acercarte.

—¿Cómo te llevaste con que fuera un boom que hubieras adelgazado? De repente estaba en todos lados.

—Fue divertido, viví mi momento viral (risas). Fui meme un rato. Siento que a mucha gente le hice bien. Todavía es una cuenta pendiente: me gustaría usar eso porque siento que puedo hacer bien a un montón de gente que quiere lograr cosas que cuestan, y esa (adelgazar) es una que cuesta un montón. Y para mí, lo logré. Volvemos a esto: cuerpo, mente y alma, lo logré enfocado en cultivar mi espíritu a full para tener fe en que mi físico iba a lograr domar mi mente. Eso sirve para todo, no solo para bajar de peso.

—Después de ese boom que fue Atorrantes te vas a Bariloche, y hay quien piensa que estuviste mucho tiempo sin trabajar. Pero vos allá trabajaste, no se terminó todo con Atorrantes.

—Sí. Cuando volví hice Misión fútbol, acá que para mí fue un programa que hasta tuvo más éxito. Iba en las tardes de América, ganaba la franja, lo que no pasó con muchos programas. Hay programas de mucho rating en América, pero no que le ganen a Telefe.

—¿Cuánto tiempo te fuiste?

—Me fui mayo del 99, mi hija nació mayo del 2000, y me volví a fin de 2000. En 2001 ya estaba acá de vuelta.

—¿Y cuando volviste, pudiste retomar rápidamente?

—Volví primero solo a buscar laburo, porque me empecé a dar cuenta de que allá se complicaba la cuestión laboral, y se me empezaban a acabar los ahorros.

—¿Por qué te fuiste?

—De loco enamorado. Nos encontramos con la mamá de las chicas en ese momento, nos agarró una locura, y sí.

—¿Y no tuviste miedo de bajarte de esa vorágine?

—Cuando estás enamorado no le tenés miedo a nada.

—No, pero hay quien no puede manejar ese ego.

—Y bueno... Volvemos a lo mismo, siempre creí en Dios, siempre supe qué creerme y qué no. Son experiencias. Entiendo que los demás no. De hecho, para todo el mundo yo era un boludo en ese momento: “¿Cómo te vas a bajar?”. Me lo han dicho, y también creo que en algún momento me la han cobrado. Si en algún momento estuve sin laburo en los medios tradicionales, andá a saber si no fue por eso también. Porque mucha gente dice: “Este pibe es inmanejable, tiene un éxito y se va”. En general, siempre en general hago lo que tengo ganas, lo que me gusta.

—Fiel a vos mismo.

—Sí, sí. También me puedo equivocar, pero me equivoco probando.

—¿Pero te arrepentiste de haberte ido?

—No, ni en pedo. Te estoy diciendo que allá nació mi hija. Fue de los momentos más lindos de mi vida.

—¿Alguna vez te costaron más las responsabilidades de la paternidad?

—No, no. Siempre supe que quería ser papá, por algo me enamoré de una persona que ya tenía uno (risas), vino el combo a pleno. Es lo que más disfruto. Pero no porque me crea mejor persona, sino porque es lo que disfruto.

Pato Galvan junto a Carlitos Balá
Pato Galvan junto a Carlitos Balá

—¿Cómo te estás llevando con la soltería?

—Bien, me gusta. Yo ya cuando me separé de la madre de mis hijos tuve un momento en el que descubrí que la vida es solo. Uno puede acompañarse con gente en determinadas épocas de la vida, pero si vos te querés agarrar de alguien y creer que esa persona… No puede ser la felicidad de nadie, ni exigirle a otro que sea la tuya. Vos tenés que estar bien solo y cuando estás bien solo te juntás con algo que está bueno y que se va a acabar. Si nos lo hubieran explicado así de chiquitos lo disfrutaríamos mucho más cada vez: se da ese emparejamiento que está buenísimo, hasta que cada uno vuelve a seguir sus círculos.

—Pero ahora ya estás soltero, desde hace un año. ¿Estás en Tinder, Happn, en ese tipo de aplicaciones?

—Tuve una experiencia medio extraña que me metió en Happn, y me lo tomé casi como si fuese un experimento social. Si alguien me dijera: “Escribamos una película sobre Happn”, le doy la escena con la que empieza la película, y es eso. Cómo llegó el Happn a mí. Prefiero contartelo fuera de cámara.

—¿Llegaste a tener citas por Happn?

—Sí, sí, obvio. De hecho, posta, me disparó mucho. Voy a empezar en KZO a hacer como una sección del programa que estamos haciendo con las Trillizas de Oro, que en el verano se van y me quedo solo, y dentro de eso voy a hacer una sección que va a tener que ver con esto: vínculos, amor y sexo. No es casualidad que use la palabra vínculos porque es algo que cada vez se habla más de esa manera: pareja, novia, relaciones, todo es medio anticuado ya. Tenemos vínculos, tenemos noviazgos, tenemos amores, tenemos sexo, cada vez más tenemos la opción de elegir qué queremos tener. Qué sé yo, en Happn me he encontrado con gente solo para ir a jugar al tenis, ni siquiera para tener una cita.

—¿Haz ido a jugar al tenis con gente de Happn?

—Solo a jugar al tenis con una persona que estaba claro, a pesar de que siempre hay un: “Bueno, hagamos algo”, estaba claro que era solo para eso. Y estuvo buenísimo.

—Ahora, estás en un muy buen momento de trabajo, pero hubo algunos que no fueron tan buenos, has sido un generador. Pero en esos momentos que no fueron tan buenos, ¿la espiritualidad ayudó?

—Lo espiritual para mí siempre fue algo paralelo, me gustaría tener más disciplina todavía. Estoy en un momento en el que estoy mucho más conectado. Es como la plantita, se riega todos los días. En general la mayoría de la gente va cuando tiene un quilombo, y está buenísimo ir cuando tenés un quilombo, pero a la vez no tenés idea lo bueno que está estar conectado y estar expandido todo el tiempo.

—¿Ir a dónde?

—Para adentro. Es la gran mentira. La gran mentira es que nos hacen buscar afuera lo que tenemos adentro.

—Vos no vas a una iglesia.

—Si tengo que ir a una iglesia voy también, porque también lo formal a Dios le gusta, por más que el cura sea un chanta, si dice “la casita de Dios, Dios ahí le da más bola a los que entran”. No, es joda, no te va a dejar a gamba. El cura te puede dejar a gamba, Dios no. Dios sabe, lo dijo Jesús: vos sos tú templo, no necesitas ir a ninguno. Está adentro tuyo. Yo no ando dividendo que tiene que ser una (religión).

—No predicás.

—Hago la mía y celebro todas, desde las devociones populares, soy fan del Gauchito Gil, me encanta que haya gente que tenga un santo al que no lo dejan entrar a la iglesia. Hice El arte de vivir, quiero saber de budismo, estudio todo, me meto, escucho que hay mantras japoneses, me meto. Cualquier situación que tenga que ver con búsqueda espiritual a mí me gusta. Lo celebro y trato de practicarlo.

—¿Cómo sigue en el verano? ¿Mañanas nuestras?

—En el verano se va a transformar más en un magazine con un poco más de actualidad. Aprovecho para meter eso que me encanta también y con las Trillizas capaz que hay menos tiempo y esto que te digo de los vínculos. Y después me metí mucho en la cuestión deportiva: boxeo, hago taekwondo, hago un montón de cosas, y eso me generó laburo. Estoy relatando taekwondo en DeporTV, hicimos un campeonato durante todo el año, recorrimos todo el país reclutando a los mejores taekwondistas.

—¿Hoy qué te falta? ¿Si tenés que pedir algo más de acá a fin de año?

—No, nada, nada. Yo meto intención a lo que tengo ganas. Lo que te decía, y el año pasado dije: “Este año voy a actuar”, lo hice, hice teatro.

—Hiciste revista, Microteatro, y un cameo en una película: hay un actor con unas ganas tremendas...

—Tengo ganas sí, siento que tengo que ser cauto en qué ir haciendo, en irme preparando. Pero a la vez, qué sé yo, quiero el año que viene si me entero que hay casting ir. Empezar de cero.

—No te jode hacer casting.

—Cómo me va a joder, al contrario.

—¿Sabés cuánta gente dice: “Yo no voy a hacer casting, yo soy Pato Galván”?

—A mí me encanta. Voy a contar algo que nunca lo conté públicamente. Hice el casting para El marginal. Fui, les gustó, me cambiaron un poco el personaje, me volvieron a llamar, fui a otro casting, después no quedé, pero el que me hayan vuelto a llamar ya fue genial. Obviamente, mi idea es prepararme. Yo visualizo las cosas. Ponele tira, tengo en la cabeza y sé que en algún momento voy a cumplir, yo quiero ser el papá de alguien. No quiero protagonizar. Siento que tengo que aprender.

—Si hablamos en cinco años y salió todo genial, te voy a encontrar entonces como papá en una tira.

—No. Esto que te digo va a pasar el año que viene como mucho (risas) ¿En cinco años? No, en cinco años estoy en España haciendo el doble de riesgo de (Javier) Bardem.

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