En dos líneas, el sitio con la base de datos sobre películas más completo de internet, resume el suceso cinematográfico que hace 42 años cambió para siempre la vida de John Travolta y, por qué no, de la música disco. “El empleado de una tienda de pintura de Brooklyn usa un traje blanco y se convierte en el rey de la disco local”. Así de simple puede describirse a Fiebre de sábado por la noche, como si fuera un juego de esos en los que hay que adivinar cuál es la película sin decir el nombre. Detrás de esa descripción minimalista hay muchas historias y mucha música, de esas que marcan una época y terminan de conformar un mito.
Fiebre de sábado por la noche se filmó en 1977 y tiene como base un artículo periodístico falso. La película está inspirada en “Ritos tribales del nuevo sábado por la noche”, una nota firmada por el periodista británico Nik Cohn y publicada en la revista New York Magazine en junio de 1976. Allí, el protagonista era Vincent, un talentoso bailarín amateur, el origen del famoso Tony Manero que finalmente interpretó John Travolta. Tiempo después, el mismo cronista confesó que la historia era inventada, pero que esos modos del bailarín sí eran reales, aunque creía haberlos visto en un muchacho mod que había conocido en Londres en la década del 60. Nada que ver.
El show debe continuar
Los errores, los contratiempos y las mentiras, fueron tan bien aprovechadas durante la filmación, que nadie hubiera creído que eran producto del azar. Pero sí. Así como John Travolta era Tony Manero, Karen Lynn Gorney era Stephanie Mangano, y los dos la pareja de baile más sexy y conectada del mundo. Esa afinidad entre ambos actores fue necesaria en la escena en la que bailan juntos, casi una hora después de comenzada la película, e improvisan una especie de tango con danza jazz. Realmente improvisaron ya que se supo tiempo después, que ese día el coreógrafo no había estado presente en el set de filmación y que tuvieron que hacerlo todo ellos solos.
El director John Badham soñaba con un traje negro para su protagonista, algo elegante y sobrio y dio la orden de que así lo realizaran. Badham no pudo concretar su deseo ya que la diseñadora de vestuario Patrizia Von Brandenstein tenía otros planes para la ropa de gala de Tony. La vestuarista se dio cuenta de que el traje tenía que ser blanco, por un lado, para marcar esa conversión a la luz de ese personaje medio triste (un chico común, con una vida simple y un trabajo aburrido) y también por una cuestión práctica, no hay manera de hacer buenas imágenes de traje oscuro en una discoteca.
El traje que se iba a convertir en un símbolo de la época, fue elegido por Von Brandenstein y Travolta en una tienda de ropa económica masculina del barrio. Ese día compraron tres trajes iguales para cambiarse cuando transpiraba, o por si se ensuciaba. Uno de los trajes se lo quedó el actor, que lo subastó en un evento de caridad por 2 mil dólares a alguien que después lo terminó vendiendo en 145 mil.
La armonía en el set de filmación entre actores y equipo técnico escondía una gran tristeza. En medio de esa experiencia profesional que lo terminaría elevando al estrellato, John Travolta vivía un terrible drama personal. Cuando grababa la película de televisión The Boy in the Plastic Bubble, John conoció a Diana Hyland, una actriz que interpretaba a su madre, y comenzaron a salir. Estaban de novios cuando Hyland se enfermó de golpe, tenía 41 años y le diagnosticaron cáncer de mama. La operaron, pero no sobrevivió y Travolta tuvo que abandonar la filmación de Fiebre de sábado por la noche y volar de inmediato a Los Ángeles para estar con ella hasta su último suspiro. Después de ese revés emocional, el actor retomó su trabajo en Brooklyn y continuó con el mismo profesionalismo hasta el final del rodaje.
Fue una buena decisión seguir adelante, sin saberlo John estaba siendo parte de un hito en la historia del cine. Aunque se lanzó en diciembre de 1977, se convirtió enseguida en una de las películas más vistas de ese año y del siguiente, facturando millones. En un primer momento se estrenó calificada en Estados Unidos como R, de “Restricted”, solo para mayores de 17 o 18 años, o menores de esa edad acompañados de un adulto. Pero en marzo de 1979, fue relanzada en una versión PG que significa “Control de Padres Sugerido”. Con menos violencia y casi nada de sexo, esta versión recaudó otros 8.9 millones de dólares, una cifra altísima para la industria en esa época. Las dos versiones llegaron al VHS y al laserdisc, ya convertidas en clásicos.
La banda de sonido de una época
No cabe en la cabeza de nadie preguntarse qué sería de Fiebre de sábado por la noche sin la música de los Bee Gees. De solo pensarlo todo se torna muy triste, como una discoteca cuando se hace de día y prenden las luces blancas. Lo cierto es que la mayor parte de la película ya había sido filmada cuando el productor musical, devenido en productor cinematográfico, Robert Stigwood le pidió a los Bee Gees que escribieran las canciones. Al parecer, los hermanos Barry, Robin y Maurice Gibb no estaban al tanto de la trama del film cuando se pusieron a trabajar en el proyecto. Incluso para el himno bolichero “Stayin´ Alive” trabajaron en una composición que ya tenían.
Saturday Night Fever vendió más de 15 millones de copias solo en los Estados Unidos y se convirtió en la banda sonora más exitosa de todos los tiempos, hasta que años más tarde fue destronada por El Guardaespaldas. John Travolta es un especialista en conseguirse buenas bandas sonoras, ya que otra de las más vendidas de la historia fue Grease, la peli en la que él también actúa y baila. La música disco había sido muy popular durante la década del 70 y cuando Fiebre… aparece en 1977, ya estaba empezando a decaer. La película y su simbología le dieron un empujón al estilo que se mantuvo, con los Bee Gees como abanderados, hasta entrada la década del 80.
Brooklyn, el otro protagonista
La música y los lugares hicieron de esta película, un clásico. Y no sería lo mismo sin Brooklyn, el barrio de Nueva York en donde todo sucede. Cuatro décadas después, y en esas mismas calles en donde fue Tony Manero, John Travolta recibió un homenaje. En la puerta de la pizzería Lenny’s, donde el protagonista de la peli compraba dos porciones de pizza que se iba comiendo por la calle, se celebró el año pasado el Día de John Travolta.
El actor volvió al lugar donde filmó hace tantos años convertido en un hombre maduro, pero con un simpático guiño: llegó vestido con camisa negra y saco blanco. Aunque John es de Nueva Jersey, agradeció emocionado la distinción. “Brooklyn ha estado en mi ADN desde Welcome Back, Kotter”, dijo, en referencia a una serie en la que participó antes que Fiebre…. Y concluyó: “Los amo a todos muchísimo. Gracias por darme una base para mi carrera”.
“La película Saturday Night Fever llevó a la pista de baile a millones de estadounidenses al ritmo de la música disco”, dijo el 12 de junio de 2018, el senador por el estado de Nueva York, Marty Golden. El político destacó que Travolta “cambió para siempre la cultura de Brooklyn y la de los Estados Unidos, tanto en la moda como en la música”. Aunque quiso ser grandilocuente, Golden se quedó corto. La cultura mundial fue la que cambió para siempre y en cada barrio de la ciudad más remota, con o sin música disco, seguirá habiendo miles de chicos y chicas que, como Tony Manero con su traje blanco, abandonan cada noche su disfraz de persona corriente para convertirse, a su modo, en los reyes y reinas de la pista.
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