“¿Cómo hacés para estar así?”, le preguntan una y otra vez. En el día de hoy, Graciela Alfano está cumpliendo 67 años. Y, desde el mes de marzo de 1971, cuando irrumpió en los medios como Miss Siete Días, es considerada como el mayor icono de belleza de la Argentina. A lo largo de su carrera, trabajó como modelo, actriz, vedette, conductora y, hasta el viernes pasado, se lució como panelista en LAM, por El Trece. También se convirtió en madre de tres hijos, Nicolás, Francisco y Gonzalo, quien está a punto de convertirla en abuela por primera vez. Y pasó por todo tipo de situaciones personales, buenas y malas. Pero la pregunta recurrente siempre es la misma: “¿Cómo hacés para estar así?”.
En diálogo exclusivo con Teleshow, Graciela asegura que no la afecta el paso del tiempo. “Al contrario, estoy feliz de cumplir años. Cuando miro para atrás, no hago más que felicitarme a mí misma ”, dice sonriente. Y explica cada uno de los secretos que le permiten seguir luciendo espléndida, en todos los sentidos. Pero reconoce que el hecho de que siempre la hallan prejuzgado por su bello aspecto exterior, también tiene una parte negativa.
—¿Es un peso tener que cargar con la exigencia de se ser considerada un icono de belleza?
—Por supuesto. Normalmente, se ve la parte positiva, que la tiene y es que siempre hay palabras amables hacia tu persona. Pero también está lo otro. Hay muchas mujeres que me preguntan: “¿Cómo hacés?”. Y yo les digo: “Hay que hacer abdominales, hay que hacer dieta, hay que hacer estas otras cosas…”. Pero, normalmente, la gente quiere obtener los resultados sin tener que hacer esos sacrificios.
—¿Esperan que les des una receta mágica?
—Claro. Y acá lo que existe es la disciplina, tanto en la alimentación y la actividad física, como en el descanso y la vida sana. Por supuesto que de vez en cuando hay algunos permisos. Pero siempre hay que volver a esa rutina. Ser bello es ser sano. Porque uno puede tener muy lindas facciones, pero si no está bien de salud se ve mal. Cambia la energía. Y estar sano es un sacrificio.
—¿Cuánto tiempo le dedicás a tratar de estar bien?
—Yo ya tengo un ejercicio, porque esto empezó cuando era muy chica. Como mi papá y mi abuelo eran diabéticos, me dijeron que yo no tenía que excederme más del diez por ciento de mi peso y tenía que hacer una vida no sedentaria, es decir, que tenía que moverme. A partir de ahí, inicié una disciplina de vida que primero tenía que ver con mi salud. Después, sí, viene todo lo que las mujeres sabemos: ir al peluquero, arreglarse, darse los pinchacitos que aparecieron ahora….Porque, cada vez, una tiene que ir haciéndose más cosas para verse bien. Pero también hay una cosa muy negativa que tiene la belleza, de la que no se habla mucho y que es el bullying.
—¿Cómo es eso?
-Le hacen mucho bullying a las personas lindas. Yo lo he padecido toda mi vida. No sabía por qué, pero llegaba a un lugar o empezaba un trabajo y se me castigaba. Podían ser por defectos físicos, incluso. Nadie te va a hacer bullying por los lindos ojos que tenés, pero buscan cualquier cosa, hasta de tu vida privada. Mi mamá, como ya se sabe, tenía una adicción y muchas veces llegaba a buscarme al colegio en estado de ebriedad. Además, como ella me había tenido a los 35 y esa época era añosa, me decían: “Ahí llega la madre vieja y borracha”. Para mí era dolorosísimo. Y sabía que no se lo decían a otras chicas, que también tenían problemas familiares.
—¿Decís que mientras a otras las contenían en estas cuestiones, a vos te atacaban sólo por ser linda?
—Es que la belleza causa envidia y la envidia es muy cruel. Y ese bullying es horrible. Yo lo sufrí de niña, pero también en mi trabajo. ¡Fue tremendo! Porque, honestamente, uno no se está miando al espejo para compararse con el otro. Pero cuando el otro se compara y se ve menos porque tiene la autoestima baja, es una tortura. Porque de pronto vos querés ser buena compañera y recibís palos de todos lados. Así que yo tuve que aprender a defenderme de eso.
—Es decir que si bien te abre puertas, la belleza también te pone obstáculos en el camino...
—Indudablemente. Es como un péndulo: cuando hay mucho de admiración, que es muy lindo, también hay mucho de dolor. Pero eso a mi me entrenó. Yo digo que a todas las cosas negativas en la vida tenés que verlas como oportunidades para desarrollar otras cuestiones. Y yo lo que hice fue valorizar mi opinión sobre la que el otro tiene sobre mí. Nosotros, generalmente, dejamos que la opinión de la gente nos defina. Y lo que te tiene que importar tu propia opinión sobre vos mismo.
—Ahí llegamos a la otra parte de verse bien, que tiene que ver con el bienestar interior y cómo hacer para que la energía negativa no te afecte…
—A mí lo que me sirvió mucho es la meditación. Porque uno va adentro de uno mismo, lo que implica conocer tus cosas luminosas y las que no lo son pero para algo están. En psicología se llama “unido a sombra” y tiene que ver con no tener una imagen idealizada. Porque si vos crees que sos Dios, cuando alguien te señala algo que no es tan lindo te hace daño. En cambio, cuando vos reconoces tus errores, no te afecta que otros te los marquen. Por eso, cuando a mí me dicen: “No te entra una bala”. Y no, no me entra una bala. La opinión del otro, es del otro.
—O sea que a la pregunta de “¿cómo hacés?”, la respuesta sería: “Alimentación saludable, ejercicio físico y meditación para que la opinión del otro no te afecte”
—Y algo más: decidir cada mañana ser feliz pase lo que pase. Porque, tarde o temprano, todos nos vamos a ir de este mundo, así que hay que aprovechar cada día.
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