“Hay un tiempo para lo bueno en la vida y un tiempo para matar el dolor de la vida”. Las palabras de la canción “Queen of Rain” (“Reina de la lluvia”, en castellano) interpretadas por Marie Fredriksson en el disco Tourisme (1992) toman otro sentido hoy, cuando la cantante de Roxette acaba de abandonar físicamente este mundo. La artista sueca lidiaba con severos problemas de salud desde que en septiembre de 2002 le diagnosticaran un tumor cerebral.
“Con gran tristeza tenemos que anunciar que uno de nuestras artistas más grandes y queridas se ha ido”, con esas palabras la familia de Marie la despedía en el periódico sueco Expressen. A los 61 años de edad, la cantante tenía su salud deteriorada, ya que nunca terminó de recuperarse, aunque lo intentó de mil maneras. Su misión estaba cumplida, con su voz ya había conquistado desde los años 80 a miles de fans con canciones inolvidables como “Listen To Your Heart” y “It Must Have Been Love”.
Junto a Per Gessle, su colega y compositor en Roxette, supo poner a Suecia en los más alto de los rankings musicales, desde el boom de ABBA en los 70 que el país nórdico no tenía un éxito semejante. El dúo hizo discos que se vendieron hasta el hartazgo e incluso llegaron a grabar la banda sonora de la comedia romántica protagonizada por Richard Gere y Julia Roberts, nominada al Oscar, Pretty Woman.
En Latinoamérica la banda pegó fuerte, la imagen de ellos era potente, esos pelos, esa impronta, sus estribillos en inglés, sus baladas pegadizas y sus guitarras apenas distorsionadas. Cuando pasaban por Argentina tocaban en Ritmo de la Noche, el programa de los domingos conducido por Marcelo Tinelli, y el estudio mayor de Telefe se llenaba de adolescentes y preadolescentes que morían por verlos y escucharlos. En la puerta quedaban otros tantos haciendo guardia para acariciar la combi que los llevaba de vuelta al hotel. Marie y Per no eran sexies ni provocativos, pero chicos y chicas morían por ellos. Baladas en español (1996), el disco con canciones en castellano, terminó de captar al público latino.
Después de que le diagnosticaran el tumor, Marie no fue la misma. Se sometió a una exitosa operación que le salvó la vida, pero que le dejó secuelas. Mientras ella iba y volvía del grupo, de acuerdo a lo que su cuerpo le permitía, Per daba conciertos solistas y seguía grabando música, era su trabajo y Marie nunca se lo recriminó. En 2009 hicieron una gira mundial, era el gran regreso. Luego volvieron a salir en 2012, oportunidad en la que otra vez pasaron por Buenos Aires.
En abril de ese año, antes de tocar en el Luna Park, Per dio una serie de entrevistas a distintos medios. Era raro verlo a él solo, no era lo mismo sin Marie al lado. En aquel entonces, el músico se encargaba de aclarar, con mucho cariño, que su compañera no estaba del todo bien para dar notas, ni para charlar con la prensa. Como suele suceder con otras afecciones neurológicas, a Marie le costaba más trabajo y le daba más estrés hablar que cantar en un escenario para 10 mil personas como finalmente lo hacía. Su lugar en el mundo estaba frente al micrófono y debajo de un reflector.
En 2016, Fredriksson se despidió. Las ganas y su experiencia ya no eran suficientes para salir a hacer música: “¡Han sido 30 años increíbles! No siento nada más que alegría y felicidad cuando miro hacia atrás en las giras mundiales de Roxette. Todos nuestros espectáculos y recuerdos a lo largo de los años serán para siempre una gran parte de mi vida”. En ese momento, la cantante le comunicó a la prensa que esos últimos años habían sido muy felices para ella y que estaba “orgullosa y agradecida por haber podido regresar en 2009 después de esa grave enfermedad y por haber podido llevar Roxette alrededor del mundo un par de veces más”.
Marie deja un esposo amoroso y dos hijos que eran todo para ella, sobre todo en los últimos años. Su amado Mikael Bolyos, también músico, queda a cargo de Inez Josefin y de Oscar, las tres personas que la han hecho más feliz. A pesar de haber logrado ese éxito inusitado con Roxette, la cantante tuvo una infancia ensombrecida por un hecho traumático. Esto salió a la luz con “Listen to My Heart”, la autobiografía que coescribió con Helena von Zweigbergk y que en Suecia se lanzó en 2015, con el título “Kärleken till livet” (Amor por la vida).
En el libro habla del furor de “The Look”, el hit que la hizo saltar a la fama con el disco Look Sharp! (1988), de sus más de 75 millones de discos vendidos, y también de su infancia ligada al piano y a la tristeza de sus ocho años, cuando su hermana Anna Lisa murió en un accidente de tránsito. Sus padres y sus cuatro hermanos quedaron golpeados para siempre por la pérdida y la música funcionó para Marie como un medio para ser feliz. Tanto, que la terminó ayudando cuando tuvo que pelear sus propias batallas. Después del tumor tuvo que aprender nuevamente a hablar, comer, caminar y, claro, a cantar sus propias canciones. Sufrió de ceguera y de ataques de epilepsia y todo lo sobrellevó con mucha entereza hasta el final.
Marie Fredriksson, que de moverse por todo el escenario desparramando energía terminó cantando en una silla porque a pesar de todo necesitaba reconectarse con el público y su banda, falleció dejando un legado de música con el que será recordada en cada frase. Como dice en “Queen of Rain” sobre el final: “El tiempo pasó mientras escribía tu nombre en el cielo. Vuela, vuela lejos, adiós”. Adiós, Marie, hasta siempre.
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