“Pido respeto señores, soy Diego Armando Canciones”, expresa Andrés Calamaro sobre el final de uno de los temas más aclamados de su último álbum. No suena exagerada la comparación. "El Salmón” tranquilamente podría ser el “Maradona del rock argentino” o, al menos, “uno de sus Maradonas”, al mismo nivel de García, Spinetta, Cerati o Solari.
Anoche volvió a demostrar su talento arriba de un escenario y, en dos horas exactas de show, desplegó un repertorio que incluyó un puñado de canciones de su último trabajo -Cargar la suerte- y aquello que más le gusta al público: los temas que son un clásico de nuestra música.
El pianista Germán Wiedemer, el guitarrista Julián Kanevsky, el bajista Mariano Domínguez y el baterista Martín Bruhn conforman la banda que viene acompañando a Calamaro en el último tiempo, una banda que está a su altura por lo prolija, sólida y atenta siempre a lo que él necesita para lucirse.
El imponente Movistar Arena abrió sus puertas a las 19:00 y la multitud empezó a acercarse con ganas de ver al último gran ídolo del rock nacional. Los minutos pasaban y la expectativa era cada vez mayor cuando se acercaba las 9 de la noche, hora estipulada para el comienzo del recital.
Con unos minutos de demora -los organizadores se habrán percatado de que mucha gente todavía estaba en los alrededores del estadio-, se inició el concierto con “Vietnam”, una breve canción que supo cantar con Gustavo Cerati -ya hablaremos de él- y Fito Páez; y cuya letra reza: “Nuestro Vietnam, hecho de saliva y sangre... Es verdad y tal vez no te voy a perdonar. Nuestro Vietnam…”.
Ese minuto de canción dio el pie para pasar sin escalas a “Alta suciedad”, momento en que explotó el estadio. Andrés dijo estar “feliz por cerrar la gira en Buenos Aires” y comenzó la seguidilla de temas. “Verdades afiladas” -el éxito de su último disco- tuvo su lugar rápidamente en la noche. Luego llegaron “Clonazepán y circo” y “A los ojos”. La fiesta ya era total.
El segundo tema de Cargar la suerte fue “Tránsito lento” -otro de los cortes de difusión del disco- y luego interpretó las aclamadas “Algún lugar encontraré” y “Me arde”. Sobre el final de la canción que grabó en Alta suciedad (1997), le tiraron una remera y bromeó con que le iba a ir chica. Fue su primer diálogo con la gente pero no sería el último. “Hicimos la mejor gira”, dijo; y desató una gran ovación: “Olé, olé, olé, olé, Andrés, Andrés...”, coreó la gente al unísono.
Se hizo un espacio para presentar a los músicos y recordó que su debut fue en 1978: “Muchas gracias por haberme traído hasta acá", manifestó antes de cantar “Cuarteles de invierno”, otra de las piezas de su último trabajo discográfico.
“Hoy están todos mis amigos. Eso me pone más responsabilidad. No quiero dejar de saludar a mi amigo Pity (Álvarez), que va a pasar otras navidades en la cárcel; y no quiero dejar de aplaudir a Hebe de Bonafini, que cumplió 91 años”, dijo Andrés en otro de los momentos en los que se puso a charlar con la gente.
Siguiendo con temas de Cargar la suerte, llegó “Diego Armando Canciones” y el primer guiño hacia Maradona, con la imagen del ex futbolista en la pantalla gigante ubicada detrás del escenario.
La noche avanzaba y los temas se iban intercalando entre los de su flamante álbum y algunos históricos. Y es así como la serie seguiría con “Rehenes”, “Falso LV”, “All you need is pop” y “My mafia”. Para esta última, dijo: “La voy a dedicar a mis amigos de Mataderos, mis vecinos de San Fernando y los compañeros de Villa Soldati”.
“El próximo martes nos embarcamos juntos en otra aventura Argentina”, afirmó haciendo referencia a la asunción de Alberto Fernández como presidente. Luego dijo que tomaría un mate pero terminó tomándose cinco, mientras conversaba con el público acerca de toros y recordaba anécdotas de estos “41 años de carrera”.
Después empezó la segunda parte del show con otra seguidilla de composiciones de todos los tiempos: “Tuyo siempre”, “Crímenes perfectos”, “Loco” -en el medio lo mechó con “Corte de huracán”-, “Cuando no estás”, “Los aviones” y “El salmón”. Para “Estadio Azteca” le hizo otro guiño a Maradona, dado que en la pantalla gigante se mostró al actual entrenador de Gimnasia La Plata haciendo jueguitos en su época en el Nápoli y también se vio el famoso gol a los ingleses en el Mundial ’86.
El momento más emotivo de la noche fue sin dudas la interpretación de “Los chicos” -con referencias a Cerati, Spinetta, Pappo, Miguel Abuelo, Cacho Castaña, Adrián Otero y al mexicano Juan Gabriel, entre otros- y “De música ligera”, en el que fue su homenaje al líder de Soda Stereo.
Ya se habían hecho las 23:00, momento en que abandonaría por primera vez el escenario, para volver rápido y hacer un mix de Los Rodríguez, la emblemática banda que encabezó en la década del ’90: “Milonga del marinero y el capitán” y “Sin documentos” sonaron fuerte y fueron cantadas por todo el estadio.
Luego llegó el turno de “Paloma” y, a las 23:10, el segundo parate del show para darle paso al último bis. En menos de un minuto, los músicos volvieron al escenario y cerraron con una sólida interpretación de “Flaca”. Ya eran las 23:15 cuando Calamaro hizo el gesto del Topo Gigio (¿una alusión a Juan Román Riquelme?), volvió a dar las gracias para despedirse de Buenos Aires y cerrar una gira que lo tuvo por varios destinos y que promete continuar en 2020.
“El Salmón” volvió a demostrar que tiene mucho para dar, que sus canciones -las viejas y las nuevas- están vigentes y que el público lo ama. Sin dudas, forma parte del selecto grupo de “Maradonas” del rock nacional, un verdadero “Diego Armando Canciones”.
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