Tenga más o menos integrantes, sea de uno u otro lugar, toda familia es rica en secretos. Pero cuando además es millonaria en dinero, las historias ocultas, aquellas escondidas bajo siete llaves, adquieren otro valor. Y en el caso de Paloma Fort, el tesoro pretendido es casi incalculable.
La primera revelación que conoció Paloma fue su verdadera identidad. Nada menos. La mujer, quien vive en Inglaterra, contó hace unos años que su madre, Encarnación Ruiz Ruiz -más conocida como Aschira-, un día le hizo una confesión. Su verdadero padre no era Felipe Fort sino Carlos Fort, quien hasta entonces había sido su tío. Es necesario aquí mismo hacer una pausa en la crónica, recapitular, para que todo pueda comprenderse mejor.
Aschira nació en Marruecos, a principios de los años 30. Poco después se mudó con su familia a España: allí se crió, pasó su adolescencia, formó más tarde una pareja, tuvo una hija, Eva. Para ese entonces, al otro lado del océano Atlántico, la fábrica Felfort, que Felipe había fundando en 1912, no se encontraba en su mejor momento. Y su creador, además, debía enfrentar el mayor de los dolores: la muerte de uno de sus hijos.
Los destinos de Aschira y Felipe -vaya uno a saber si la astróloga lo había predicho...- terminaron encontrándose. Ocurrió que el empresario, quien le llevaba casi tres décadas, conoció a esta cantante lírica durante uno de los viajes que había realizado a Europa para escapar de la tristeza. En el Viejo Continente nació un amor que ambos vivieron con una frescura casi adolescente.
Felipe siguió viajando; tenía recursos económicos, por supuesto, para afrontar el costo de unos vuelos que se hicieron frecuentes. Y Encarnación lo siguió esperando; tenía el corazón renovado, claro, para afrontar una relación que encontraba en la distancia su mayor escollo. Así fue como ambos tomaron una decisión: ella vendría a vivir a la Argentina. Lo hizo, claro, y encontró la fama -y su propio dinero- en la astrología, siendo una de las pioneras en brindar el horóscopo en televisión.
Años 60. Restaban décadas para la sanción de la Ley de Divorcio. Y Aschira -más por leer aquel presente que por aventurar el futuro- lo sabía. Por eso aceptó de inmediato cuando Felipe le planteó la posibilidad de contraer matrimonio en México. Ya casados, nació Paloma. En 1969, un lustro después de haber dado el sí, el creador de Felfort murió. Hasta el último día de su vida debió lamentar que su familia no aceptar su relación con la mujer amada. Encarnación siempre fue negada por los Fort. Y si nada dijo en los medios sobre su vida privada, habría sido -según algunas versiones- porque así lo acordó con el millonario clan; a cambio, al parecer, por una suma de dinero que le enviaban de manera mensual.
Según Ricardo Fort, el hombre más famoso de toda la dinastía, fue su padre Carlos quien levantó una empresa que estaba en ruinas. Siempre de acuerdo al testimonio del mediático chocolatero, su abuelo dejó la fábrica “casi quebrada", pero su papá la hizo “diez veces más grande”. “Era un tipo muy inteligente”, destacó cierta vez el recordado Comandante.
Muere Felipe. Aschira enviuda. A Paloma le corresponde su parte de la herencia. Carlos le devuelve el brillo a Felfort. Pues bien, retomemos la crónica.
La rutilante aparición televisiva de Ricky Fort exhibió varios secretos de los Fort. Por caso, que su padre nunca aceptó su sexualidad, ni tampoco que haya elegido ser artista por encima de tener un puesto en la empresa familiar. Pero además, Paloma -quien siempre fue dejada de lado por su familia paterna- llegó a los medios para seguir descubriendo nuevas verdades, cuanto menos, presuntas.
“Aschira vivía con Felipe pero se acostaba con su hijo Carlos. Yo soy fruto de esa relación”. Eso dijo públicamente Paloma. Eso le habría confesado Encarnación en una charla íntima. Así supo su verdadera identidad. Pero la astróloga siempre lo negó: a esa altura, la relación madre-hija parecía rota para siempre. “Yo la he amado con todo mi corazón....”, decía Aschira, ya en su vejez.
Surgió aquí el conflicto millonario. “La plata importante de los Fort vino después”, reconoció Aschira al hablar de la muerte de Felipe, y en referencia a que la situación de Felfort no era óptima por aquel entonces. Paloma recibió un departamento porque “no había más”, según palabras de su madre. No obstante... “No tiene derecho a reclamar nada -afirmó-. A Paloma no le toca más que lo que le dieron del padre. Si no se conforma, es otra cosa".
El razonamiento es simple: de ser hija de Felipe, Paloma tiene derecho sobre una empresa en ruinas, como dice Ricardo; siendo hija de Carlos, a Paloma le corresponde el paquete accionario de una empresa en su esplendor.
“Es difícil vivir sin saber tu identidad. No es nada agradable. Pero yo ahora no tengo dudas: soy hija de Carlos Fort”, declaró Paloma. Ya no está su mamá para desmentirla: murió este viernes. Y a la tumba Encarnación también se ha llevado la verdad. Cualquiera sea.
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