Santiago Artemis: “Con el alcohol, quería tapar un problema de la infancia; pero ya pasó”

Es el diseñador del momento. Y hasta tiene su propio reality en Netflix, “No hay tiempo para la vergüenza”. Pero para alcanzar la fama debió sortear un camino cargado de obstáculos, con prejuicios familiares y trastornos alimenticios

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Santiago Artemis, con Teleshow

Desde figuras locales a celebridades internacionales como Katy Perry y Tyra Banks, Santiago Artemis (27) es uno de los diseñadores más elegidos. Hoy todo parece fácil, pero su vida no fue nada sencilla. Creció en un ambiente discriminatorio y con limitaciones por sus creencias mormonas. Nació en Ushuaia, en una familia muy conservadora donde nadie lo apoyaba: creían que estaba loco. “Lo miraban con reprobación cuando elegía las muñecas sobre los autitos, se obsesionó con Xuxa y Sailor Moon y dibujaba sin parar mientras nutría su imaginación del cine, la música y las revistas de moda de épocas más sofisticadas”, explica Artemis sobre él mismo, hablando en tercera persona.

Gran parte de su vida sintió que “no encajaba”, que no cumplía con las expectativas de su padre. Se asumió en ese entonces como “una gran desilusión, un afeminado y un hinchapelotas ingobernable”. El diseño no fue solo una vocación, quizás también funcionó como una vía de escape a esa realidad dolorosa. Su vida llama tanto la atención que acaba de lanzar su (temprana) biografía. Y ahora estrena No hay tiempo para la vergüenza, el reality de Netflix que lo muestra en su día a día.

—¿Qué fue lo que más te costó?

—Ser entendido. Que me puedan creer lo que yo estaba haciendo. Yo lo único que quería era compartir mi arte, mi forma de ser. Y que me puedan entender fue muy complicado.

—¿Soñabas con el éxito?

—Siempre soñé con tener éxito y que me reconocieran. Pero no por un tema de vacío, porque la fama o ser conocido no es nada sino tenés un soporte abajo, si no tenés un significado. Para mí estar en la tele no es que me pone feliz, me pone feliz compartir y poder brindar el servicio a la gente.

—¿Qué te decía tu familia?

—Mi papá me decía: “No juegues con Barbies, no juegues con cosas de mujeres, no te juntes con chicas, no hables así que pareces puto”. Hubo mucha resistencia en mi vida para poder llegar adonde estoy, pero siempre hubo un sentido de creencia en mí mismo, no fui una persona que me entregué al dolor y decidí creer eso, decidí creer que había más que esto. “Este no puede ser el techo de mi vida, no puede ser, me rehúso a tener eso”, decía.

El tráiler de "No hay tiempo para la vergüenza", el reality de Santiago Artemis

—¿Cómo es tu papá?

—Papá es una persona muy autoritaria, es una persona muy macho alfa; entonces, un chico que es súper afeminado era un problema. Pero siempre me apoyo igual, siempre bancó mis viajes, mi carrera, fue un padre muy presente a pesar de no entender mi imagen.

—¿Cómo empezaste?

—Primero la formación académica que fue en la UBA. Incluso ahí no fui muy entendido porque yo era una cosa de vorágine, me auto vendía, iba a eventos, no paraba.

—Vestiste a Britney Spears, a Kate Perry...

—Sí, el estilista de Katy Perry me llamó para vestirla, me contactó por Facebook. Le hice un par de vestidos, se los enviamos, la conocí y sacamos unas fotos.

—Y después, ¿a quién?

—Conocí a Lana, Xuxa en Brasil. Pampita; acá, a todas. Britney fue por un abrigo de piel que hicimos para una empresa de Miami, lo usó para un videoclip.

—Cuando viste tu libro terminado, ¿qué sensación te dio?

—No podía creer que lo había logrado. Reconocerlo, porque a veces es difícil reconocerlo, cuando tenés una carencia emocional de chico, te viene algo muy groso y es como que esto no lo merecés. Pero si llegó a tus pies; es porque lo merecés. Entonces ahora abro mi espectro a aceptar toda mi vida, estoy abierto a mi show, abrazo.

—Hay una parte en el libro que hablás de que tuviste problemas alimenticios.

—Me quería cuidar, y de tanto cuidarme adelgazaba, y después recurría a lo que es el atracón, que fue el resultado de lo que es cuidarse. Ahí tenía como una especie de duda conmigo, y lo exponía en la comida. Comía avena con yogur con almendras, una fruta, una ensalada, agua, bife y ensalada, y corría 10 kilómetros. Comía cinco veces por día, seis; era comer sano, era omega 3, harinas no procesadas. Y tanto prohibir la comida me llevaba al atracón, por eso, veía una factura y me comía cuatro, cinco, seis. Se convirtió en un problema porque pasé de cuidarme, a adelgazar, a vomitar o a correr. Duró muy poco igual, dos meses, y me enorgullece poder charlarlo libremente porque esto ayuda a muchas personas.

—¿Cómo pudiste superarlo?

—Hablé con mi familia, vinieron a verme, ningún problema. Agradezco la experiencia porque aprendí muchas cosas en ese momento, aprendí justamente a reconocer el problema. Creo que en ese momento me sentía solo, era un síntoma de soledad, vivir tanto tiempo solo en Buenos Aires, viajar por el mundo solo, cuidarme solo, como cuidarme la manzana solo, en República Checa, en París.

—¿Cómo hiciste para resolverlo?

—Terapia, mucho auto ayuda, buena compañía, y conocer a gente que te quiere bien, mira, que puede lidiar con tu imagen, porque si estás con gente que no te celebra o que se pone nerviosa de vos, no es tu amiga. Fijate que no tiene la capacidad de entenderte, porque no les da; no porque son inferiores, es porque son otra onda.

Santiago Artemis (Foto: Santiago Saferstein)
Santiago Artemis (Foto: Santiago Saferstein)

—Además del problema alimenticio, ¿tuviste otros problemas con adicciones?

—Sí, tuve muchos problemas con el alcohol hace un par de meses, porque yo no tomaba alcohol, y después descubrí que era un momento como adolescente también. Yo no tuve una adolescencia normal, no tuve 15, 16, 17, 18 años, no viví la vida de joda, nunca salía bailar, nunca me puse en pedo en un boliche, nunca me puse en pedo con amigos. Conocí el pedo de grande y fue divertido, pero me tuve que frenar un poco. Y para mí es fácil dejar las cosas, no tengo problema en dejar nada: dejé los problemas de la comida, dejé amigos que me hacían mal. No tengo problema en cortar las cosas. Tengo mucha fuerza de voluntad.

—¿Por qué se convirtió en un problema?

—Y... porque era como un síntoma de que quería tapar un problema de la infancia. Cuando me ponía en pedo me ponía como mala onda, agresivo, y ahí te das cuenta de que es un síntoma de un problema mayor. La verdad que estoy muy contento de que ya pasó, de que ahora tomo una copa de vino y estoy bien.

—¿Qué creés que te hace diferente?

—Que piense diferente. Que soy una persona que cree en sí misma. No busco la agresión ni pelearme con nadie, no estoy buscando la pelea, no compito con la gente, no me comparo con la gente, busco solamente poder compartir lo que sé y lo que me gusta hacer, y que la gente lo vea. Me gusta diseñar para la gente, hacer vestidos, me gusta crear y que la gente lo vea y que lo aplauda. Yo soy de la gente. No vengo en plan de nada.

—¿Cuál es tu próximo sueño?

—La temporada 2 (de Netflix), nuevo libro, nueva colección, más charlas, quiero charlas afuera, en Latinoamérica. Creo que el cielo es el límite. Puedo hacer de todo, performances, ¿por qué no?

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