“Hace unos años dije que tenía ganas de hacer determinados proyectos. Mejor dicho: dejar de hacer determinadas cosas, para darle lugar a lo nuevo. A algo que yo sintiera que me comprometía desde otro lugar. Por eso, en 2015 empecé a querer ir por otros caminos. Nos cuesta torcer el mecanismo que viene aceitado. A mí la verdad es que me va muy bien dentro de mi labor, y de tarea sostenida, con mucho reconocimiento y abundancia de propuestas. Como estoy grande, puedo mirar hacia atrás y decir qué bueno cómo se fueron dando las oportunidades, cómo pude tener la fuerza acompañada. Y también observando a otras actrices que hicieron ese movimiento de torcer el destino: organizar un deseo. Yo no creo en eso de pedirle al Universo, pero sí creo en organizar el deseo y empezar a alimentar otras relaciones, otros vínculos y darle el lugar a otras cosas porque sino siempre estás en la repetición. Cuando salís de esa zona de confort, viene la zona de angustia, pero está buena porque siempre tiene su recompensa”.
A Muriel Santa Ana, referente de la lucha feminista, se la escucha segura a la hora de hablar del análisis que hace cuando debe recibir una convocatoria a un nuevo proyecto. Justamente por ese mismo motivo, no dudó ni un segundo cuando le ofrecieron protagonizar Pioneras, mujeres que hicieron historia (TV Pública, Canal Encuentro y Cont.Ar), la segunda temporada de Sufragistas, un ciclo que se emitió en 2017. “Y ese año todavía no había ni un pañuelo verde en la calle. Se hizo porque se cumplían 70 años del voto femenino”, aclara en una entrevista exclusiva con Teleshow.
En la ficción, la actriz que interpreta a ocho mujeres: las argentinas Mariquita Sánchez de Thompson (1786-1868), Raquel Camaña (1883-1915), Ada María Elflein (1880-1919), Juana Manso (1819-1875) y Herminia Brumana (1897-1954). También, la uruguaya María Abella de Ramírez (1866-1926), la francesa Gabriela Laperrière (1861-1907) y la intelectual nacida en Odesa, Imperio ruso, Fenia Chertkoff (1869-1927).
—Entonces, hoy pensás mucho más que antes a la hora de aceptar un proyecto nuevo...
—Sí, porque tengo más elementos para analizar. Tengo la brújula interna bastante más aceitada como para saber por qué digo que sí o que no. Y muchas veces la respuesta afirmativa tiene que ver por el director, los compañeros, el guión. No siempre decido por las mismas cosas. Generalmente tienen que darse dos o tres elementos de coincidencia. Si bien empecé como actriz de teatro, la televisión me dio la posibilidad de preguntarme quién soy hoy, y gracias a ello pude hacer un trabajo de autoreconocimiento y disfrutar de mi trabajo.
—¿Cuánto influye la necesidad económica cuando se quiere rechazar un trabajo?
—El factor financiero económico está presente. El privilegio de poder decir “esto sí, o esto no, pero no tengo otra cosa” es una decisión importante. Por supuesto que el dinero siempre pesa.
—¿Si no estás de acuerdo moralmente con algún proyecto, cómo lo manejas?
—Depende de las ideas que estén alentadas en ese contenido. Si es algo que claramente tiene una bajada de línea anti vida, no lo voy a hacer. Pero si tiene una bajada de línea en donde tengo que interpretar a alguien que está muy lejos de mis posiciones, pero el contenido general está a favor, y bueno... lo haré. De todas formas, desde siempre me ha costado hacer personajes con carga violenta. Desde chica, cuando estudiaba teatro y tenía que hacer escenas en el taller me ha costado hacerlas.
—¿Y tratás de esquivarlas cuando te toca?
—Esta medio en mi naturaleza esquivarlo. Hablo de violencia a muy groso modo. Siempre me ha costado sacar la violencia. Por suerte, después lo he podido hacer. Siempre muy dirigida y acompañada, por eso siempre se lo comento a los directores, porque me cuesta.
—¿En qué te sentís una pionera?
—Más que una pionera, me siento una heredera. Sí creo que gracias a la unión que tuvimos con las compañeras en el colectivo Actrices Argentinas, ayudó. Pero, por otro lado, el movimiento de mujeres no es algo que empezó ahora. Nos viene muy bien usar la lucha de ellas porque estas mujeres no están en un museo, están vivas, y también sus ideas y su lucha. Han dejado la vida para que hoy nosotras recojamos ese guante. La idea de usar una herencia que quema.
—De las ocho series que interpretaste en la serie, ¿con cuál te idenfiticás más y por qué?
—Me di cuenta que tengo un poco de cada una, o que me gustaría adquirir, porque eso es lo que inspiran. Son ocho fuerzas de la naturaleza, cada una desde su territorio, su siglo y su espacio, dejó un legado invisible que está ahí. Algunas más cercanas que otras, como Juana Manso, o Mariquita Sánchez de Thompson, que son las únicas que yo conocía de nombre.
—¿Qué historia te atrapó más?
—Empezamos a investigar por Juana. La caracterización fue muy exhaustiva y nos llevó tres horas. Ella tuvo una vida de mucho sufrimiento físico porque tenía un problema en las piernas que le dificultaba para caminar. Sin embargo, ves todo lo que ella hacía y cómo luchó por la educación de los niños... Una feminista impresionante.
—¿Alguna costó más que otra?
—Ninguna, porque estaba muy preparada y llegué bien. Tal vez Raquel Camaña, que fue higienista y que luchó por la salud pública. Fue una gran militante y ya en sus años hablaba de educación sexual para todos. El correlato a nuestro presente sería lo que hoy es la ESI (Programa Nacional de Educación Sexual Integral). De ella había menos información que de las demás, y sus textos eran menos específicos. Nos costó un poco encontrarle la vuelta.
—¿Qué le aportó Muriel a cada una de ellas?
—¡El cuerpo. El cuerpo entero! Eso incluye el pensamiento, la sensibilidad, mis propias ideas políticas, mi opinión, mi punto de vista. Lo lindo de Pioneras es que no es viaje al pasado. Es traerlas a ellas hoy para entender que marcan nuestra agenda feminista, que son temas e ideas que no están resueltas y que no han sido escuchadas todavía. Es una luz vigente más que ir hacia atrás.
—Los capítulos se llaman “Mujeres viajeras”, “Mujeres impresas”, “Mujeres deseantes” y “Mujeres trabajadoras”. ¿Vos qué tipo mujer te considerás?
—Mujer deseante. Hace mucho tiempo que trabajo la conexión con el deseo y creo que nos mueve el deseo, como dicen las jóvenes. (Ndr: “Mujeres deseantes” cuenta la historia de Mariquita Sánchez de Thompson y Raquel Camaña)
—¿Te ofrecieron hacer política? ¿Aceptarías?
—Nunca recibí una propuesta concreta de sumarme a ningún espacio político, pero sí hablando con gente que pertenece a distintos sectores partidarios, me lo mencionaron. De todas formas, yo milito mi autonomía. Me ha costado mucho construirla y me cuesta mucho sostenerla porque vivimos en una sociedad binaria acostumbrada a tener muy ubicada a la gente del lado del bien y del mal, los peronistas y los radicales, River o Boca. Y yo trabajo mi autonomía partidaria. Soy un sujeto político, por eso mismo no aceptaría. Reflexiono y tengo mis espacios de pensamientos en los que trato de pensar en lo que está pasando en el mundo está dejando de funcionar. Tenemos que volver a pensar cómo queremos organizarnos para vivir mejor. No creo que el Estado sea el lugar de donde puede venir lo nuevo. Yo creo que lo nuevo está en la calle. En todos nosotros. El poder lo tenemos nosotros. Eso es claro.
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