"Sé que la vida a veces es difícil y a veces puede ser un obstáculo, pero gente, hemos recibido un regalo, hemos recibido un camino, y ese camino se llama… Rock and roll”. El final de la letra de “God Gave Rock And Roll To You” parece también el epitafio de Eric Carr, el baterista caracterizado como “El Zorro” (el animal, no el personaje de Guy Williams) que le dio sus últimos años de vida a Kiss. Un cáncer de corazón y pulmones lo fulminó a los 41 años, pero no pudo quitarle lo que ya era suyo: el rock and roll.
El toque épico de “God Gave Rock And Roll To You” se agiganta con el clip y no porque el duelo de guitarras sea muy emotivo, sino porque las pocas imágenes que hay de Eric Carr dándole a los parches hablan de un momento triste que estaba viviendo por esos días. No hay diferencia con las melenas leoninas de Gene Simmons y Paul Stanley por el mero hecho de que Eric estaba usando una peluca. Con caras lavadas y un vestuario bastante sobrio para el estilo Kiss, el baterista se camuflaba bien en el fondo, detrás de los palillos.
Eric Carr estaba peleando contra su enfermedad y había sido operado a corazón abierto pocos días antes de la filmación del video, por lo tanto, tenía que guardar reposo. Paul y Gene habían decidido reemplazarlo por una cuestión práctica, pero Eric -que tenía terror a que lo despidieran- se escapó de los cuidados intensivos para formar parte del rodaje. Así quedó inmortalizado con un tema que habla de un don que le fue dado, el de hacer rock and roll, y de un camino recorrido que para él ya estaba llegando al final. “God Gave Rock And Roll To You” (que originalmente solo formaría parte de la banda sonora de la película Bill & Ted Bogus Journey) terminó entrando en Revenge (1992), el disco que comenzó a grabarse en septiembre del 91 y que Eric nunca conoció listo, ya que falleció el 24 de noviembre de ese año.
El mismo día que Eric Carr murió, Freddie Mercury también dejaba este mundo. Con 45 años y víctima del Sida, el líder de Queen se llevó toda la atención de la prensa y de los músicos, y el día de su deceso pasó a formar parte de las efemérides imposibles de olvidar en el mundo del espectáculo. De este modo, la muerte del baterista quedó totalmente eclipsada y esa rivalidad Kiss versus Queen incentivada por los fans, que había sido famosa entre los adolescentes de la década del 80, tuvo un triste perdedor y ese fue Eric Carr.
Había nacido con el nombre de Paul Charles Caravello y reemplazó al fundador Peter Criss, “El Gato”, cuando este se fue de Kiss (por primera vez) en 1980. Las audiciones para encontrar un nuevo baterista se llenaron de cientos de personajes que ya venían maquillados y con todos los mohines que creían necesarios para pertenecer a la poderosa banda de hard rock. Eric había sido de los más humildes, además de declararse fan del grupo y de demostrar que también podía cantar muy bien. Cuando quedó mano a mano con otro competidor, solo atinó a pedirle un autógrafo a Paul Stanley “por si no los veía más”. Su estilo sumó al sonido de Kiss, incluyendo el doble bombo a la batería y su voz afinada, tal como suena en, por ejemplo, “Little Caesar” del álbum Hot In The Shade (1989).
El disco Revenge está dedicado a Eric y además de estar el tema del video en el que participa, también incluyeron “Carr Jam 1981”, una canción escrita por él mismo, a modo de homenaje. Carr, además, dejó su huella en los discos Music From The Elder (1981), Creatures of The Night (1982), Lick It Up (1983), Animalize (1984), Asylum (1985), Crazy Nights (1987) y Hot In The Shade (1989). Y también dejó su caracterización, la de Zorro, que nadie más volvió a usar.
En su libro “Face the music”, Paul Stanley comenta que de entrada supieron que no iba a haber otro “Gato”: “Era obvio y sacrílego que (Eric) lo hubiera llevado”. Por más polémica que hubiera sido la relación con Peter Criss (y que lo iba a seguir siendo hasta la actualidad) nadie volvería a usar su maquillaje característico. Era un miembro fundador y merecía respeto y exclusividad. ¿Qué personaje le tocaría a Eric Carr? Primero decidieron que fuera un halcón, pero la caracterización fue tan mala que decidieron avanzar con el “Zorro”. “Teníamos un disfraz con un pecho protuberante y con plumas. Se pintó un pico en la nariz, pero parecía la mascota de un equipo de secundaria. Lo único que le faltaba era unas patas de pollo de goma. Era horrible”, detalló Paul años más tarde.
Después de algunos años de bajón, en cuanto a venta de discos y convocatoria, la banda estaba de vuelta el 25 de julio de 1980, en el Palladium de Nueva York, y junto al “Zorro” Eric, comenzaban una nueva etapa de bonanza. Algunos años después, Kiss se deshizo por un buen tiempo del maquillaje y se dedicó a tocar a cara descubierta. Así lo hizo Carr hasta el último día. Durante esa década, el grupo también incorporó a un tecladista, Gary Corbett, que se sintió muy cercano a Eric mientras compartieron algunos momentos juntos.
Todos los Kiss eran de Nueva York, Gary y Eric enseguida se entendieron con el idioma de Brooklyn, el origen era un gran punto en común para todo el grupo, aunque algunos ya estuvieran viviendo en Los Ángeles. “Era una de las personas más amables que he conocido. Cuando terminábamos un show, mientras los demás desaparecían en sus habitaciones, Eric y yo bajábamos al bar del hotel y él, muy cortésmente, atendía a todos y cada uno de los fans que nos esperaban allí. Fue la persona con la que más tiempo pasé durante mi estancia en Kiss y tengo mucho metraje de los dos, rodado con mi cámara de video. Quizás algún día lo edite en DVD, no lo sé aun”, le contó Corbett al periodista español Yorgo Goumas en una entrevista para el sitio Mariskal Rock.
“Para Eric Carr, su recuerdo vivirá por largo tiempo. Ningún ser humano tan bueno caminó sobre la faz de la tierra. Él fue un buen hombre. Lo echo de menos”, escribió Gene Simmons hace unos años en su cuenta personal de Twitter, confirmando la buena fama del baterista. Hoy quedan los recuerdos de quienes lo quisieron y su memorabilia, registrada en la página oficial que lleva su nombre, ericcarr.com, donde se exponen detalles tan íntimos como llamativos que van desde la tarjeta de invitación al bautismo de la hija de Peter Criss hasta un cheque pagado a Pearl International por un rack de batería de 302 dólares con cincuenta centavos.
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