Laura Azcurra y su militancia en Actrices Argentinas: “Vale mucho más el intento a quedarse en el sillón hablando o tuiteando, sin poner el cuerpo”

En una entrevista con Teleshow, la actriz dice estar orgullosa de su activismo en la agrupación y niega que haya habido un quiebre por el alejamiento de algunas compañeras. Además se refiere a la urgencia de la aprobación de una ley a favor de interrupción voluntaria del embarazo

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Entrevista exclusiva de Teleshow a Laura Azcurra

Antes de aceptar la entrevista, Laura Azcurra pide que vaya a verla a Salir de ruedo, la obra que protagoniza con Mariana Astutti en la Calle Corrientes. No es una condición que suelen pedir los actores, pero acepto sin problemas. A los pocos días veo en el teatro Picadilly un espectáculo rupturista en el que se expresa a través del baile flamenco, sin decir una palabra. Cuando se despide del público agita un pañuelo verde, símbolo de la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.

Nos volvemos a encontrar a la semana siguiente. Luego de una escapada por trabajo a Bariloche, llega a la redacción de Infobae con un look informal y, anudado en la muñeca, el mismo pañuelo verde mostrado en el teatro. Pide disculpas por llegar unos minutos tarde, toma un café y se prepara para ofrecer la entrevista en el estudio.

Laura es verborrágica, emplea el lenguaje inclusivo, gesticula, mueve los brazos, mira a la cámara. “Soy una obrera del arte”; así se define quien desde hace 23 años trabaja como actriz en teatro, cine y televisión. Durante la charla cuenta que la maternidad (Marco ya tiene 12 años) le despertó preocupación por la desigualdad de género y a partir de 2018 empezó a militar en Actrices Argentinas.

Laura Azcurra y Mariana Astutti protagonizan "Salir del ruedo"  los miércoles en el teatro Picadilly
Laura Azcurra y Mariana Astutti protagonizan "Salir del ruedo" los miércoles en el teatro Picadilly

—Tenés 38 años, 23 de carrera artística. ¿Qué sentís cuándo pensás en tu trayectoria y lo que sos ahora como profesional?

—Siento que hubo mucho esfuerzo y también mucha mezcla de suerte, que es lo que necesitamos los obreros del arte. Desde chica estoy vinculada con el rubro: mi padre fue autor, director, maestro de teatro; mi madre es maquilladora, caracterizadora; mi hermana es bailarina, coreógrafa y maestra. A los ocho años quería ser actriz. Estudié teatro clásico durante cuatro años. Cuando empezó a aburrirme estudié otras disciplinas del teatro que están más vinculadas con lo lúdico: comedia del arte, improvisación. Con el tiempo entendí cómo funcionan los diferentes lenguajes: no es lo mismo el lenguaje del teatro, la televisión y el cine. Elegí los proyectos por el deseo de hacerlos, también por la necesidad de trabajar. Pero principalmente porque había algo en la intuición y en el deseo que me llevaban en esa dirección. Creo que valió la pena el riesgo.

—Marco tiene 12 años. ¿Cómo es la crianza de un hijo en este momento en el que hay muchos cambios, como el empoderamiento de las mujeres?

—Yo me siento en aprendizaje permanente. Creo que los hijos son un poco eso. La humildad constante de estar aprendiendo y de saber que es tu guía y que esa guía no significa: “Dejo todo por mi hijo”. No, contrariamente a lo que durante muchos siglos se ha sostenido socialmente. Marco tiene un padre hermoso, maravilloso. Entonces él toma también la referencia de ambos en ese sentido y tiene una contención familiar muy tana por el lado de su padre y una contención de matriarcado absoluto por parte de mi familia. Para él es natural, no cuestiona las formas, y creo que los chicos de esta generación tampoco las cuestionan.

La actriz con su hijo Marco (Instagram)
La actriz con su hijo Marco (Instagram)

—¿Qué cosas cuestionan?

La monogamia, no si la mujer está empoderada o no; eso para ellos es natural. Esto nos sacude más a la generación que va desde los 30 a los 70 años. A nosotros nos interpela este nuevo momento en el que estamos compensando la balanza para que haya un equilibrio en todos los géneros. Entonces sí hay que exponer algunas formas que tienen que ver con el pasado, que ya no funcionan en el presente y que no vamos a seguir avalando. No queremos seguir naturalizando situaciones que en otro momento sabíamos que estaban mal, que eran injustas, pero no teníamos la fuerza de poder unirnos a repensar. Es interesante porque es incómodo, porque todas las formas fijas y establecidas que estuvieron por siglos y siglos empiezan a desvanecerse, porque estamos mucho más conectados con quiénes somos y con quiénes queremos ser.

—Desde hace unos años apareció una Laura diferente, activista, trabajando con Actrices Argentinas por los derechos de la mujer. ¿Cuándo nació el deseo de ser militante?

—En los últimos años. Yo creo que mi feminismo fuerte empieza en el nacimiento de Marco. La llegada de un hijo siempre es muy transformadora para cualquier ser humano, no solo para las mujeres. En ese momento empiezo advertir y a repensar el mundo de una forma distinta, que es también lo que nos enseñan los hijes cuando llegan al mundo, cuando uno se responsabiliza al 100% de una persona indefensa. Entonces esa enorme responsabilidad te lleva a repensar y a replantearte todo, no solo la vida de tu entorno, sino el macro del mundo en el que estás. Entendí que el feminismo es la igualdad de los géneros y entendí que había muchas cosas que estaban desiguales. Me di cuenta de que la maternidad no es color de rosa.

—¿Qué aspectos de la maternidad te generaban conflictos?

—A través de mi experiencia tenía momentos que me interpelaban mucho. No eran como las publicidades o las películas, o mismo como veía a algunas madres, que estaban espléndidas, bellas y maravillosas. Yo estaba atravesada por un montón de conflictos internos, de mi propia educación y de mi propia revisión con respecto a mi familia. Lentamente ahí empieza una Laura que se vincula un poco más con lo que siente, con lo que quiera ser, con lo que percibe del mundo, con la enorme responsabilidad de declararme adulta.

Laura Azcurra con sus compañeras de Actrices Argentinas durante la conferencia en la que denunciaron por acoso sexual a Diego Pimentel, ex director del Centro Cultural San Martín (Franco Fafasuli)
Laura Azcurra con sus compañeras de Actrices Argentinas durante la conferencia en la que denunciaron por acoso sexual a Diego Pimentel, ex director del Centro Cultural San Martín (Franco Fafasuli)

—¿Y cuándo te sumás a Actrices Argentinas?

—Concretamente a principios del 2018 nos unimos con las actrices para visibilizar por qué es necesaria una ley que abrace la salud de las mujeres y la decisión de las mujeres. Probablemente yo no sé si estoy a favor de promover el aborto. Me quedé embarazada una sola vez y lleve adelante mi embarazo, teniendo la posibilidad de no seguir adelante si quería. Pero esa fue mi decisión, con 25 años dije: “Voy adelante con este milagro que me pone la vida”.

—¿Alguna vez dudaste?

—No, no, no, no. Estaba fuera de mis planes, pero lo sentí como un milagro. ¡Ríanse del otro lado!, porque para mí fue realmente así. Fue increíble, contra todos los pronósticos. Yo laburaba afuera en ese momento, bailaba flamenco todo el día y pensé: “Si esta biología decidió seguir adelante, no tengo más que acompañar y abrazar lo que el universo tiene para decir”. Pero ya tenía muchas cosas claras: tenía 10 años de profesión y confiaba plenamente en mi compañero, que es el padre de Marco. Había un montón de condiciones que estaban también en mi vida para llevar adelante una situación no planificada. Pero eso es un privilegio y hay muchísimas mujeres que no lo tienen. A mí me atravesó empezar a ver cifras de que los abortos clandestinos son la primera causa de muerte en madres que podría ser evitable. En mi cabeza no lo entendía, y pensaba: “Si esto puede ser evitable no entiendo cómo se sigue haciendo. No entiendo por qué nos siguen estigmatizando. No entiendo cómo no se aplica la ley que ampara la educación sexual integral para todas las edades”. Dentro mío hubo un cortocircuito absoluto y rotundo.

Laura Azcurra en una de las marchas de Actrices Argentinas (Instagram)
Laura Azcurra en una de las marchas de Actrices Argentinas (Instagram)

—¿Cuándo arrancaste a trabajar con tus otras colegas?

—Cuando me enteré de que había unas compañeras que estaban preocupadas, ocupándose al mismo tiempo de elevar una carta para que Diputados realmente tome este proyecto con la seriedad y con la urgencia que necesita. Esto fue muy hermoso porque las actrices nunca nos habíamos juntado por una causa tan profunda y urgente. Reitero la palabra urgente porque lo sigue siendo. Por eso estamos vigentes en la lucha, por eso nos acompaña el pañuelo cuando estamos en un espacio donde podemos compartir y charlar, visibilizar esta problemática y seguir repensándola por más que ahora pueda ser posible con el nuevo presidente. Hay que seguir articulando, entendiendo que también detrás del pañuelo hay un montón de otras cosas. No es solo que queremos una ley, estamos denunciando que hay un sistema tanto en la educación como en la salud que no está funcionando, que está colapsado, en un deterioro que hay que pensarlo con urgencia y responsabilidad.

—¿Estás orgullosa de Actrices Argentinas?

—Lo que fue haciendo la colectiva de Actrices Argentinas fue un camino, un recorrido personal propio, con aciertos, dificultades, errores, como la vida misma. Pero siempre digo que vale mucho más el intento a quedarse en el sillón hablando, tuiteando o escribiendo sin poner el cuerpo a la acción. Yo estoy muy orgullosa de ser parte de una colectiva de mujeres en que amorosamente nos pensamos, nos abrazamos. También a veces aparecen algunas viejas formas que son justamente las que estamos combatiendo y nos preguntamos: “¿Qué hacemos?”, porque no queremos esas formas. Rita Segato dice una hermosa frase: “No repitamos modelos que son justamente los que estamos dejando atrás y los que ya no queremos”. Entonces eso requiere de mucha unión, tolerancia, de mucha escucha.

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—¿Te animarías a postularte a un cargo político?

—En este espacio me siento cómoda, muy abrazada con mis compañeras que son las que también me enseñan, con las que tenemos debates continuos. Nos preguntamos cosas, nos contestamos, nos volvemos a repreguntar. Yo no quiero dejar de movilizar a las personas desde el espacio que me corresponde, que es ser una obrera del arte. A mí me interesa interpelar a la persona que está del otro lado, que está en la butaca como espectador completando lo que yo estoy tratando de que llegue. Movilizamos estructuras internas en quien está mirando, apreciando nuestra obra en donde inevitablemente algo se va modificar. Creo que el arte es muy poderoso desde ese lugar y sí siento que no hay ninguna bandera partidaria en eso... Hay muchas cosas que no me representan en la política como está dada hoy. y por eso no quiero ser parte de eso. No quiero ser parte de un esquema social en donde un político gana más que un maestro. Un político gana un sueldo y un bombero (voluntario) no. Entonces quizás el día de mañana, cuando la política sea ad honorem, por ahí yo sea parte de eso. Pero en la medida en que nuestros políticos no vayan a las escuelas públicas, sus hijos no se eduquen en la escuela pública, no usen las instalaciones de los hospitales públicos, no viajen en tren, en subte, en colectivo, creo que no va a haber una empatía por parte de la política en cómo realmente está viviendo el pueblo y la gente todos los días, a cada instante. Por ahí lo piense si el día de mañana logramos que nuestros políticos tengan un salario como un docente, un empleado público, sin ningún tipo de privilegios, ni cuando están trabajando ni cuando se retiran.

—José María Muscari dijo que a la gente no le gusta mucho que los actores hablen de política. ¿Cómo recibís las críticas de quienes dicen que quieren verte arriba del escenario y no en el Congreso, militando?

—Llegan un montón de comentarios así como también llegan un montón de agradecimientos de muchas personas que nos paran en la calle, mujeres que nos abrazan, ni hablar después de lo que sucedió con la conferencia de prensa cuando acompañamos a Thelma (Fardin). Fue un sacudón social que nosotras no esperábamos, no pensamos que iba a tener esa magnitud. No imaginamos que eso iba a destapar la cantidad de abusos que muchas mujeres y hombres al día siguiente contaron. De hecho el teléfono de ayuda a la víctima de género (Línea 144) detonó en un 200%. Creo que este es un momento que no es para tibios, justamente por ser un momento incómodo en el que nos repensamos socialmente.

—¿Qué significa ser tibio?

—Los que dicen: “No soy ni machista ni feminista, yo quiero a los géneros por igual”. Bueno entonces sos feminista porque eso quiere decir el feminismo. También creo que los extremos no son buenos: blanco-negro, River-Boca, derecha-izquierda. Es el momento de ver de qué manera articulamos lo que vos pensás con lo que yo pienso. Hay cosas que sí son radicales: abrazás los Derechos Humanos o no. En ese sentido sí creo que hay que pensar en una ley que pueda acompañar la interrupción voluntaria del embarazo. Sí me parece que estás abrazando los Derechos Humanos si estás de acuerdo con la decisión de una mujer, la responsabilidad o no de poder recibir a una persona a este mundo. Entonces yo también pienso algo parecido a lo de Muscari, porque creo que los obreros del arte elevamos al espíritu humano a otro nivel. Igualmente todo acto es política, puede ser política partidaria o no. Tomar una gaseosa que tiene ciertos componentes que no son buenos para la salud es una decisión política. En este momento, las mujeres necesitamos expresar y comunicar muchas desigualdades que hemos callado durante siglos. No solo abrazamos la decisión de poder decidir sobre nuestros cuerpos, también denunciamos un sistema de salud y educación que no estaría funcionando.

Laura Azcurra habla de las diferencias entre las integrantes de Actrices Argentinas

—¿Hubo un quiebre en Actrices Argentinas?

—En todos los grupos humanos tenemos puntos en común y otros que no lo son. Lo interesante es si nos unimos en esos puntos que estamos de acuerdo. En Actrices Argentinas hay muchas cosas que nos sobrepasan, es una enorme responsabilidad porque somos comunicadoras. No somos luchonas que salimos a denunciar las cosas que están mal y proponemos repensarnos, sino que también tenemos que comunicar, y eso requiere de estudio, tiempo, esfuerzo, dolor. Hay datos e informaciones dolorosas que manejamos y no todo el mundo puede meterse en este nivel de compromiso, y eso también es respetable. Hoy, en Buenos Aires, tenemos alrededor de 200, 250 integrantes. Cuando en una red federal ya casi llegamos a las 500 mujeres. Entonces es lógico que ante ciertas situaciones podemos no estar de acuerdo. Y sí, algunas compañeras se fueron de la agrupación, habrán sido 10, 12, de las 200 que somos. Siempre vamos a respetar la decisión de nuestras compañeras. De eso también se trata nuestra colectiva, de respetar la libertad de cada una. No es que hubo un quiebre, fueron algunas compañeras que se retiraron a trabajar en otros espacios y eso es válido. Uno también puede sentirse incómodo en un lugar diciendo: “Acá yo no siento que soy activa, pero por ahí en otra institución sí puedo hacerlo”. Siempre va a ser bienvenido que cualquier mujer accione con otras personas para un bien común. Desde Actrices nos pensamos y nos repensamos, vamos creciendo y nos vamos fortaleciendo en el camino. Es un aprendizaje con muchísimo respeto y humildad.

Unas 10, 12 compañeras se fueron de Actrices Argentinas, de las 200 que somos

—Ahora estás protagonizando Salir del ruedo, una obra en la que no hablás: te comunicás a través de la danza con Mariana Astutti. ¿Cuál es el mensaje que quieren dar?

Salir del ruedo es una deconstrucción del flamenco tradicional, convencional y ortodoxo. Entonces sigue siendo también parte de mi esencia rupturista de invitarnos a pensar una única forma en otras cosas distintas. Para mí el desafío era poder interpretar una historia sin hablar y mostrar un vínculo de dos mujeres que empieza de una manera, que se va transformando a lo largo de 50 minutos y en donde el sonido, la música, la percusión corporal, las respiraciones, los estados emocionales y principalmente los silencios se van contando. Es un diálogo de dos mujeres que no requiere un situación verbal, con lo cual también es muy interesante desde la puesta teatral. Nosotras más que decir que la obra es rara nos gusta decir que es una obra mamushka: un género está dentro del otro, porque es danza, al mismo tiempo que es teatro, al mismo tiempo que estamos haciendo música. Son capas que se van abriendo y que transforman esta historia en muchas historias. Estamos los miércoles de noviembre a las 20:30 en el teatro Piccadilly.

—¿Y qué proyectos tenés para el 2020?

—Empiezo los ensayos de Hello Dolly, una mega súper producción espectacular del clásico de la comida musical. Tenemos fecha de estreno para el 8 de enero en el teatro Ópera. Estoy muy feliz de ser parte de esta historia que es cantada, bailada, actuada, con una escenografía alucinante. Nos transportamos a otro contexto, viajamos a Yonkers,1890, siglos pasados, para mostrar cómo pensaban, cómo se sentían, cómo se vestían en esa época, con unas canciones alucinantes dirigidas por el maestro Ángel Mahler.

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