Arthur Garfunkel y Paul Simon no tenían ni 30 años y ya se habían hartado uno del otro. Habían logrado ser muy famosos, ricos, reconocidos. Habían llegado a ser muy amigos, los mejores socios, los más sincronizados colegas. Pero hasta la perfección tiene fecha de vencimiento: Simon y Garfunkel no se soportaban. En este divorcio no volaron ceniceros, sino canciones, y de las más lindas. “Bridge Over Troubled Water” se estrenó en noviembre de 1969 como anticipo del disco homónimo que saldría al año siguiente, el último que grabaron en un estudio como dúo. Esa fue la banda sonora del comienzo del fin.
Mientras en el estudio se cocinaba el álbum Bridge Over Troubled Water, Garfunkel jugaba su papel de actor en México como parte de Catch 22, el film dirigido por Mike Nichols. Con Orson Wells como uno de los protagonistas y Martin Sheen en el reparto, la película estaba basada en una novela de Joseph Heller sobre la Segunda Guerra Mundial y la trama se desarrollaba en una base aérea militar. En México, Art lidiaba con conflictos de fantasía, pero la verdadera lucha intestina se estaba llevando a cabo entre Los Ángeles y Nueva York, las ciudades entre las que se repartió Paul Simon la grabación del disco y el tema.
Con respecto a esa balada con aire gospel llamada “Bridge Over Troubled Water” hubo acaloradas discusiones. La composición de Simon debía ser cantada por Garfunkel. En una entrevista que dio a la prensa norteamericana por la salida del disco, la voz autorizada habló: “Cuando Paul me mostró la canción solo dijo ‘la compuse para ti, tú debes cantarla’. Yo le dije: ‘Bien’”. Pero claro que no fue todo así de fácil. Al momento de producir el tema, tuvo éxito la propuesta de Garfunkel de apostar a una sección de cuerdas, siguiendo el estilo de Phil Spector y su famoso “muro de sonido”, con la que Simon no estuvo satisfecho.
El dúo ya no se entendía y Paul quedó disconforme con el resultado. El compositor no estuvo de acuerdo con esos arreglos, pero el tema igual fue un éxito, ocupó los primeros puestos de todos los rankings y pasó a la historia como una de las canciones más lindas de todos los tiempos, con su impronta sinfónica y emocionante. Incluso la personal versión en castellano del español Camilo Sesto (“Puente sobre aguas turbulentas”) tuvo mucha repercusión algunos años después de la edición original. Ni hablar de la de Elvis Presley, que formó parte de su setlist en una gira por Las Vegas que El Rey hizo en 1970. O la de Aretha Franklin que la ayudó a ganar un premio Grammy por su interpretación en 1972. La canción tomó vida propia.
Uno rubio, el otro morocho. Uno bajo, el otro alto. Uno politizado, el otro no tanto. Como pasa en algunas parejas, eso de que los polos opuestos se atraen funciona solo por un tiempo. En el caso de Simon and Garfunkel, rindió el tiempo necesario para que grabaran cinco discos fundamentales y dejaran canciones como “Cecilia”, “El cóndor pasa”, “The Boxer” y, claro está, “Bridge Over Troubled Water”. Tener gustos y estilos tan diferentes hizo que la impronta del dúo fuera única, sumada al talento del productor Roy Halee.
El ingeniero de sonido, que también supo trabajar con los Yardbirds y con Bob Dylan, aportó su toque para que las cosas funcionaran. Halee los conocía bien, ya que había estado presente en la audición de S&G para Columbia, cuando finalmente el sello decidió firmarlos, y se quedó trabajando con el dúo. “El control de Paul en ese momento sobre los arreglos era total. O casi total. Artie estaba más interesado en los fondos vocales, las armonías bonitas, pero Paul era el escritor y realmente tenía una visión de lo que pensaba que debíamos hacer. Aun así, no tenía problema alguno en rechazar o aceptar nuestras ideas. Él entraba al estudio y decía: ‘¿Qué piensas de esto?’ y tocaba algo. Artie decía lo que él pensaba y yo decía lo que yo pensaba”, contó Halee en una entrevista que dio en 2001 a la revista especializada Mix, en los Estados Unidos.
El productor conocía bien al dúo y ellos se conocían entre sí. Garfunkel, extrovertido y seductor chocaba con la manera introspectiva de Simon, con su talento enorme para componer, pero menos ampuloso. Se conocieron cuando eran niños y a los 16 ya eran dos adolescentes del barrio Queens de Nueva York que se juntaban a tocar y hacer canciones bajo el nombre de Tomy & Jerry. La dinámica amor-odio que caracterizó al dibujito animado del gato y el ratón sirvió también en su relación, que tuvo tantas pausas como reencuentros. Con su primer gran tema, “The Sound Of Silence”, llamaron la atención en 1963 y para 1970, ya estaban separados.
La ruptura se produjo sin mucha pompa, no hubo comunicado de prensa, ni una despedida formal. Ni siquiera se sabía bien qué pasaba con ellos, solo hubo disco, gira y nuevos proyectos. Enemistados y con carreras diferentes, a Paul Simon le fue mucho mejor que a Garfunkel, los dos continuaron reuniéndose cada tanto, dando shows y repitiendo que no iban a volver a juntarse. Los años también aflojaron las lenguas y cada uno por su lado, tuvo oportunidad de despacharse contra el otro.
Art, que sufrió la parálisis de sus cuerdas vocales hace unos años y vio su carrera interrumpida, no tuvo miramientos para criticar a su ex compañero en una entrevista con el periódico británico The Telegraph: “Tiene complejo de Napoleón. En el instituto me daba lástima por su estatura (Simon mide 1 metro y 60 centímetros). Como compensación, le ofrecí mi cariño y mi amistad. Y esa compensación ha creado un monstruo”. En esa misma nota, parece disculparse y asegura que no quiere decir nada en contra de su antiguo compañero. “Paul me estaba poniendo nervioso. Los chistes se habían agotado”, comentó con un poco de resignación cuando le preguntaron por la separación.
Por su parte, Simon no pierde el tiempo revisitando el pasado. De paso por España en 2016, no tuvo empacho en sacarse de encima al periodista del diario El País de Madrid que le preguntó por Garfunkel: “Compartimos muchos años juntos, pero la gente ya no me pregunta a menudo sobre ello. No tienen expectativas porque jamás ha surgido la posibilidad de una reunión o algo parecido. Toco canciones de esa época en mis conciertos y ya está. No es una pregunta que merezca ser respondida”.
Hoy los dos tienen 78 años y ya no salen de gira, solo queda el presente y un pasado en el que estarán por siempre juntos, unidos como sus apellidos cada vez que se menciona a uno o a otro. “Cuando te sientas deprimido y extraño, cuando te encuentres perdido, cuando la noche caiga sin piedad. Yo te consolaré, yo estaré a tu lado”, cantaba Garfunkel en “Bridge Over Troubled Waters” hace 50 años en un estudio de grabación. Simon lo escuchaba sabiendo que esos versos -que él mismo había escrito- ya no significaban nada.
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