Desde su casa en Tandil, un joven Rodrigo Díaz decidió (como lo harían decenas de personas todos los días) agregar a Ricardo Fort en Facebook, sin saber si realmente se trataba del original o de una cuenta fake. La primera sorpresa fue que su solicitud había sido aceptada, la segunda, que estaba acompañada de un mensaje.
—Hola, ¿de dónde sos? ¡Qué lindo que sos!
—¿Sos Ricardo Fort? ¿El verdadero?
—Sí, obvio.
Luego de chatear durante bastante tiempo, Ricardo invitó al ahora actor a su debut en Fort Night Show. “Fui, cruzamos unas palabras pero como era el primer programa no pudimos charlar mucho”, contó Díaz a Teleshow. De vuelta en su casa, siguieron conversando y entablaron “una linda relación”, hasta que el chocolatero nuevamente lo invitó a Buenos Aires, esta vez a ShowMatch, Rodrigo se tomó un micro y de ahí en más no se separaron.
Incluso se tatuaron en el pecho sus nombres: “Teníamos lindos proyectos. Hablábamos mucho, me contaba lo que sufrió en su vida, se veía reflejado en los 20 años míos. Me quería hacer a su manera, la imagen también, los tatuajes (de Rodrigo) eran por él”.
Conocer a Ricardo le abrió un nuevo mundo a Rodrigo: “En ese momento pasé de ser un pibe de Tandil que no tenía nada y soñaba con ser profesor de educación física, a meterme en ese mundo.... él me llenó de experiencia”.
Del chocolatero fallecido en el 2013 y que hoy cumpliría 51 años se contagió las ganas de ir para adelante. “Mi cabeza cambió rotudamente cuando lo conocí, aunque soy un pibe de pueblo y sigo manteniendo la cabeza así”.
Ellos estuvieron juntos un año y ocho meses: “Era intenso, vivía a dos mil por hora, todo lo que hacía era conmigo, no me despegaba nunca, hacíamos todo juntos. Había admiración de los dos".
“Se dieron cuenta de que Ricardo me quería de verdad, sabían que nunca gasté un peso, tenía tarjeta y podía gastar fortunas al mes y gastaba para la nafta del auto y él me obligaba a ir a comprar ropa y darle a mi familia. Cuántos se hicieron los hermanitos y después lo mataban para sacarle plata”, agregó, un tanto enojado.
“En ese sentido lo defiendo a Gustavo porque sé lo que es, porque si bien fue pareja de Ricardo, estaba presente, estaba con los chicos. Eso lo vi yo, hemos llorado juntos de impotencia por ver gente que lo usó”, agregó.
Ricardo: adelantado, sencillo y con un gran dolor por dentro
Para él Ricardo era un “adelantado” que vivió tres vidas en una. “Yo con él aprendí mucho, él te dejaba caminar y observaba, así veía qué clase de persona eran todos”, dijo en referencia a que el empresario tenía un don para darse cuenta quiénes se acercaban a él por interés.
“Los que estábamos, sabemos bien lo que vivimos, mucha gente conoció al personaje, pero adentro de la casa éramos Gustavo (Martínez), los nenes (Martita y Felipe) y yo”, recordó. Luego de la muerte de Ricardo siguió viendo al personal trainer y a los mellizos un tiempo más, incluso los chicos que hoy tienen quince años le hicieron un video de despedida cuando se fue a México. Sin embargo, con el tiempo la relación se cortó.
“Era el tipo más sencillo que conocí en la vida”, dijo el ahora actor y dio varios ejemplos que pintaban al Ricardo real, que muy pocos conocieron: “Se levantaba y me hacía café, él a mí. Una tarde cocinamos juntos una torta, él podía usar su Rolex y unos aros de quince pesos que le regalé yo". Incluso, una vez luego de una discusión, Fort se subió a su auto y manejó hasta Tandil para buscarlo: “Se vino, tomó mate, eso fue una demostración, y al venir a casa se dio cuenta de que no lo quería por la plata”.
Rodrigo contó que el chocolatero solía despertarlo a la madrugada para hablar. En las largas charlas que mantenían, siempre había un tema recurrente: la relación de Ricardo con su familia. “Ser exiliado de tu país por ser gay es feo, y que además lo haga tu padre...”, contó.
Carlos Fort nunca aceptó la elección de su hijo, tampoco su gusto por el arte. Por eso es que muy joven, el papá de Martita y Felipe se tuvo que ir a vivir a Miami, lejos de su gente. Sobre si aún, a pesar del paso de los años, le dolía, Díaz contó: “Sufrió mucho, le tuvo odio al padre por no dejarlo y apoyarlo en lo que quería hacer, siempre le exigía que trabajara en otra cosa”.
En cuanto a lo artístico, recordó a Ricardo como “un talentoso” que vivía “20 años adelantado”: “Se le reían, pero un personaje así acá (en Argentina) no ves en la vida. Era un tipo que enseñaba”.
Su sueño máximo era “que la gente lo reconociera" y lo logró, aunque tuvo muy poco tiempo para disfrutarlo: “Lo estaba construyendo, le gustaba la aprobación y el cariño de la gente, por eso me dolió mucho la forma en la que lo velaron (sin público). Pero, ¿si no lo quisieron en vida, le van a dar la última chance?".
“Él fue querido por la gente que quiso. El cariño de la gente y el familiar es diferente, el que te dan en tu casa, pero la gente le hacía bien”, dijo y contó que era una persona “demostrativa" a la hora de expresar sus afectos.
Actualmente Rodrigo trabaja en la televisión boliviana, pero el año pasado estuvo estudiando en México, país que le recordó constantemente a Ricardo, ya que en su juventud, el ex jurado del Bailando se instaló allí, donde entre otras cosas se hizo amigo de Ricky Martin, con el sueño de lanzarse como cantante: “Me vi reflejado en él, recordé lo que me enseñó y me puso en la vida”.
En el DF, donde estudió actuación, se encontró con mucha gente que le contó historias de Fort. ¿Cómo cree que hubiera cambiado la vida de Ricardo de seguir allí? “Le hubiera ido bien, pero el quería todo ya. Yo soy igual, impaciente y eso te juega en contra porque perdés posibilidades. Era temperamental y eso lo llevó a perder muchas cosas, porque le llegó la fama de grande y la disfrutó poco tiempo, hoy hubiera hecho grandes cosas, le daba la cabeza”.
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