Por siempre 21: el tétrico club de la muerte con los miembros más jóvenes y talentosos de la música

La sobredosis de Sid Vicious, el accidente en avión de David Box, el choque de Ed Cochran y la extraña enfermedad del quinto beatle, son algunas de las fatalidades que les pusieron freno a sus prometedoras carreras

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Eddie Cochran, Sid Vicius, David
Eddie Cochran, Sid Vicius, David Box, Lil Peep y Stuart Sutcliffe

“La juventud de hoy ama el lujo. Es maleducada, desprecia la autoridad, no respeta a sus mayores, y chismea mientras debería trabajar. Los jóvenes ya no se ponen de pie cuando los mayores entran al cuarto. Contradicen a sus padres, fanfarronean en la sociedad, devoran en la mesa los postres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros”. Hace más de 2500 años, Sócrates –que había nacido en el 469 a.C. y murió en el 399 a.C.- daba su opinión acerca de la juventud (y Platón tomaba nota). Ese periodo de irreverencia frente a lo establecido, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió siglos después entre los 15 y los 24 años, puede ser el más fructífero en la vida de un artista. Morir cuando todos esperan que sigas vivo, puede convertirse en el último acto de rebeldía.

Nadie puede representar la muerte en su inconsciente, es una experiencia de la que no se puede volver. Y la ilusión de inmortalidad que envuelve a los jóvenes hace que esa certeza inevitable de la muerte se plantee en un futuro lejano, indefinido. Y lo indefinido, da curiosidad. Ser joven es sinónimo de estar sano, de estar seguro, y la muerte parece formar parte del mundo de los viejos. Pero, la ley de la vida tiene puntos indefinidos.

“Como un verdadero niño de la naturaleza, nacimos para ser salvajes. Podemos subir tan alto. Nunca quiero morir”, cantaba John Kay de Steppenwolf en su clásico “Born to be Wild”, el himno que inmortalizó la película Easy Rider hace medio siglo. Así como las motos del film, las vidas de los músicos también van a mil y algunos encuentran la muerte mucho antes de lo deseado. Como las historias de estos astros que nacieron para ser salvajes y murieron a los 21.

Sid Vicius, la heroína como arma mortal

Sid Vicius en 1977 (Richard
Sid Vicius en 1977 (Richard Young / Shutterstock)

“Probablemente muera antes de llegar a los 25, pero habré vivido de la manera que quería”, dijo Simon John Ritchie en su primera entrevista. Se equivocó por cuatro años y así, el músico que pasaría a la posteridad como Sid Vicious, se anticipaba a la sobredosis de heroína que iba a acabar con su vida en 1979. La decadencia había llegado un tiempo antes, de la mano de su novia Nancy Spungen.

Sid y Nancy forjaron una relación dependiente y destructiva. El bajista de los Sex Pistols ya consumía drogas cuando la conoció a ella, pero juntos entraron en la heroína y no salieron más. Los dos se engancharon fuerte y el 12 de octubre de 1978, Sid encontró a su chica al final de un sendero de sangre, en el baño del cuarto que compartían en el Hotel Chelsea de Nueva York. Nancy tenía 20 años y estaba desangrada con una cuchillada con el abdomen. ¿Quién había sido?

Sid estaba demasiado drogado para recordar nada y así se convirtió en el principal sospechoso.

Desestabilizado, primero le dijo a la policía que no había sido él, luego intentó culparse. Finalmente quedó libre, pero con un halo de duda que no lo dejaba en paz. Por ese cuarto había pasado más gente, algún amigo, dos dealers, pudo haber sido cualquiera, pero él era el blanco perfecto y no soportó cargar con la culpa, por más injustificada que fuera. El 2 de febrero de 1979, el bajista se libró de ese mal y murió a los 21 años, víctima de una sobredosis de heroína pura. Su madre, Anne Beverley, habría sido la facilitadora… ¿Prefería verlo muerto antes que preso?

Finalmente, la señora Beverley, que tenía algunos problemas con el alcohol decidió cumplir con el pedido de su hijo antes de morir, él deseaba pasar a la eternidad cerca de Nancy. Como lo habían cremado, Anne quería trasladar las cenizas hasta la tumba de su nuera. Pero fue tanta la mala suerte que, en un confuso episodio, Beverly perdió los restos en el aeropuerto de Londres, motivo por el cual nació la leyenda de que Sid Vicius circula, en forma de polvo de huesos, a través de las tuberías de aire del aeropuerto inglés.

Billy Murcia, la fiesta inolvidable

Billy Murcia (Grosby Group)
Billy Murcia (Grosby Group)

“Billy fue a la fiesta, y por una combinación de alcohol y lo que la autopsia descubrió como tranquilizantes, empezó a quedarse sin respiración. Cambió de color y se desmayó. Gran parte de la gente de la fiesta se largó. Les importaba una mierda aquel pobre chico que se estaba ahogando. Todos huyeron para salvar su propio pellejo. Los pocos que quedaron no querían ningún escándalo, lo metieron en la bañera y dejaron correr el agua”. El mánager de The New York Dolls, Marty Thau, relató así el trágico episodio en “Por favor mátame”, el libro de Legs McNeil.

Por su parte, Jerry Nolan, baterista de los Dolls (que murió en 1992) confirma con su testimonio en el mismo libro de McNeil, la desidia de los otros invitados a la descontrolada reunión: “Billy Murcia fue a una fiesta de ricos adolescentes ingleses y le estuvieron dando un barbitúrico fortísimo. Cuando se quedó dormido, cundió el pánico. Lo metieron en la maldita bañera para intentar reanimarlo. ¡Ahogaron al pobre Billy!”. No se sabe si fueron las pastillas o el agua, lo que es seguro es que la combinación fue letal.

El 6 de noviembre de 1972, Billy Murcia tenía 21 años cuando encontró la muerte en medio de música y descontrol. Había viajado a comienzos de ese año, de Nueva York a Londres como baterista de los New York Dolls. Era su primera gira por Europa y no llegó ni siquiera a grabar un disco. El concierto final de esa gira fue suspendido y el grupo volvió inmediatamente a los Estados Unidos. En 1973, Billy fue reemplazado por Jerry Nolan y quedó solo un registro discográfico suyo, en vivo, en el disco Lipstick Killers: The Mercer Street Sessions (1981).

Eddie Cochran, rutas asesinas

Con 21 años de vida y unos pocos de carrera, Eddie Cochran se convirtió en un referente para muchas generaciones de músicos que vinieron después. Con su actitud rockabilly y un estilo cuidado, el guitarrista y cantante murió, como tantos otros, en la ruta. En la carretera que une Londres y Bristol, el neumático de un taxi explotó y le hizo perder el control al conductor. Era el 16 de abril de 1960, y allí viajaban tres jóvenes músicos americanos que andaban de gira por Inglaterra. Gene Vincent, con veinticinco años, era el mayor y se había hecho conocido por su hit “Be-Bop-A-Lula”. Ese día solo se rompió una pierna.

Sharon Sheeley se quebró la pelvis, ella tenía 20 años y trabajaba como compositora para algunas figuras del rock and roll. Además, era la novia de Eddie Cochran, quien salió despedido del vehículo y que, con graves heridas en la cabeza, llegó vivo al hospital. Murió algunas horas más tarde y solamente tenía 21 años.

Cochran murió cuando empezaba a despegar y a hacerle sombra al mismísimo Elvis Presley. Eddie saltó a la fama con 18 años, en 1956, había crecido en Minnesota y tocaba como nadie la música del sur. Le gustaba el country y el rhythm & blues, actuaba seguido y editó varios singles. También participó en un film que intentaba subirse a la nueva moda del rock & roll con la bella Jayne Mansfield como protagonista. Su clásico “Twenty Flight Rock” fue versionado por The Rolling Stones y Paul McCartney y dejó otro inolvidable tema como “Summertime Blues”.

“Summertime Blues”, Eddie Cochran

David Box, el último vuelo

Así como en el inconsciente juvenil es difícil imaginar la muerte, también lo es tomar dimensión del peligro. El 23 de octubre de 1964, David Box y dos amigos obligaron al piloto Bill Daniel, a volar. Así contaron sus familiares después y dijeron que Daniel iba a una clase en la Universidad. El avión fue encontrado luego, estrellado en un campo en el área de Houston. David Box había nacido el 11 de agosto de 1943 y el día de su muerte tenía, claro, 21 años.

Por ese entonces, Box intentaba hacer despegar su carrera solista. Venía de tocar con The Ravens y también llegó a ser por un tiempo el cantante de The Crickets. Él había sido fan del grupo antes de formar parte y un gran admirador de Buddy Holly, a quien terminó reemplazando. La paradoja es que Buddy Holly también había muerto en un accidente de avión, en febrero de 1959. Buddy tenía 22 años.

Stu Sutcliffe, el quinto beatle

Stuart Sutcliffe en The Beatles
Stuart Sutcliffe en The Beatles (Grosby Group)

Los libros de historia de la música dicen que los de Liverpool le deben a él las chaquetas de cuero y la obsesión por el cuidado del cabello. Las críticas, que no era un gran músico, pero sí un artista con estilo. Stuart Sutcliffe llegó antes que Ringo y se sumó a The Beatles cuando el grupo inglés viajó por primera vez a Hamburgo en 1960 y se quedó con ellos tocando el bajo.

Sutcliffe habría tenido problemas de salud que desconocía y se enfermó de repente en 1962. Enseguida falleció. Había llegado a la banda cuando todavía eran los Quarrymen a fines de 1959. Además de músico, también era pintor y un tipo con muchas ideas. Entre ellas, la de cambiar el nombre del grupo. Inspirados en los grillos de Buddy Holly (The Crickets) se decidieron por The Beetles y finalmente por The Beatles. Aparentemente su muerte se debió a una parálisis cerebral, producto de algún problema congénito.

Lil Peep, rápido y furioso

Lil Peep (Swan Gallet /
Lil Peep (Swan Gallet / WWD / Shutterstock)

“Cuando muera, me amarás”, fue el mensaje que Lil Peep dejó en su cuenta de Instagram un día antes morir. El neoyorquino se había convertido en un nuevo astro del hip hop con letras en las que hablaba de su adicción a las drogas. Cocaína, éxtasis y Xanax eran parte de su vida, al igual que las redes, donde se mostraba siempre en situaciones límites. Nació en noviembre de 1996 y murió en noviembre de 2017. ¿La causa? Sobredosis. Por estos días, su madre demanda a su manager y a su tour manager, acusándolas de suministrarle drogas y exprimirlo al máximo. Lil Peep era la gallina de los huevos de oro.

Su carrera fue tan fugaz como exitosa y comenzó en 2015 de su computadora directo a Internet. En “The Way I See Things”, cantaba “Tengo la sensación de que no voy a estar aquí para el próximo año” y esa profecía solo tardó un poco más en llegar. El suicidio y las drogas estaban a la orden del día en sus letras como vaticinio de un final anunciado. Lo encontraron muerto en el bus que lo llevaba a Tucson, Arizona, en medio de una gira. Había nacido como Gustav Åhr y aun hoy su cuenta de Instagram sigue activa como Lil Peep. Quizá su madre tenía razón.

Miguel Ángel Benítez, nada es eterno

Migue, como lo llamaban, murió un martes en Jerez de la Frontera, la misma tierra en la que había nacido. En Madrid, una de sus fanáticas más famosas lo recordaba arriba del escenario. Mientras llovía, la cantante Bebe convirtió las gotas en metáfora y dijo que el cielo lloraba por la partida del ex cantante de Los Delinqüentes. Miguel Ángel Benítez había cumplido 21 años, 15 días antes, y esa noche fue el destinatario del show de la cantante española.

El músico español creó un estilo junto a Los Delinqüentes mezclando el flamenco más puro con sus gustos musicales por el rap, el rock y el grunge. Así se convirtió en un francotirador de letras alegres que contaban experiencias de la calle, en rumbas crudas mezcladas con raggamuffin y espíritu punk. Publicó su primer disco cuando tenía 17 años, El sentimiento garrapatero que nos traen las flores, y el segundo, Arquitectura del aire en la calle, a los 20, un años antes de morir.

Su hermano, Manu, contó que tal fue su pasión por la música desde que era un niño, que su primera guitarra se la compró con el dinero que le dieron cuando tomó la comunión. Desde allí, no paró, pero la fiesta y los excesos le jugaron una mala pasada. En 2003 tuvo que frenar la gira presentación de su segundo disco porque se vio obligado a entrar en rehabilitación. Cuando salió y vio que sus compañeros habían seguido adelante sin él, se propuso iniciar una carrera solista, pero las recaídas constantes no le permitieron encararla seriamente. El 6 de julio de 2004 su cuerpo dijo basta y el resultado de la autopsia fue “paro cardiorrespiratorio”. El grupo sigue tocando y el espíritu de Migue tan vivo y libre como siempre.

“A la luz del Lorenzo”, Los Delinqüentes

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