Él, Johnny, era un sexy profesor de baile. Y ella, Baby, una típica adolescente de clase media norteamericana de los años 60. Se enamoraron. Y, desafiando todas las diferencias sociales marcadas por la época, emprendieron un camino juntos. La película, estrenada en 1987, se llamaba Dirty Dancing (Baile Caliente). Y sus protagonistas eran Patrick Swayze y Jennifer Grey. Tras el éxito del film, él se convirtió en una estrella de Hollywood. Pero ella desapareció de la escena sin motivo aparente...
¿Qué había pasado con esa joven que enamoraba a su partenaire al ritmo de (I’ve Had) The Time of My Life? La que, al final de la historia, lograba completar un truco en el que su compañero de baile la sostenía con los brazos extendidos sobre sus cabeza... ¿Por qué no había aprovechado el impulso del film, que se convirtió en un clásico de su época, para continuar su ascendente carrera de actriz? La respuesta a estos interrogantes se supo muchos años más tarde, por boca de la propia Jennifer.
En 1989, la actriz decidió someterse a una cirugía estética para hacerse un pequeño retoque en la nariz. Pero la intervención no resultó como ella esperaba. Y, cuando salió del quirófano, se encontró con que su rostro resultaba absolutamente desconocido para sus millones de fans de todo el mundo. “Era como estar en un programa de protección al testigo o ser invisible”, confesó. Esto la obligó a someterse a una serie de operaciones y la dejó afuera de muchos proyectos laborales. Hasta aquí la explicación de aquel entonces. Sin embargo, un par de años antes, había sucedido algo mucho más grave que fue lo que, realmente, la alejó de los sets de filmación.
Corría el mes de agosto de 1987 y todavía faltaban unos días para que se estrenara la película que la consagraría en el mundo entero, cuando Jennifer decidió irse de vacaciones junto a su novio de entonces, Matthew Broderick. El romance, que había comenzado durante el rodaje de Ferris Bueller’s Day Off, todavía no había sido blanqueado a la prensa. Así que ambos habían optado por hacer un viaje secreto por Irlanda del Norte. Pero ocurrió una tragedia: el auto en el que viajaban chocó de frente con uno en el que venían dos mujeres, madre e hija, quienes murieron en el acto.
“El dolor sobrepasaba la alegría que me daba mi carrera, no me sentía bien. Mi cabeza nunca volvió a ser la misma, mi ambición nunca volvió a ser la misma”, explicó Grey muchos años más tarde. Al momento del accidente, tenía apenas 25 años de edad. Y, aunque en apariencia había resultado ilesa del mismo, ella nunca pudo superar el shock que le produjo ver cómo dos inocentes perdían la vida en la ruta.
En 2010, después de dos décadas trabajando sin mucha gloria, Jennifer fue invitada a participar del programa Dancing With The Stars y decidió que era un buen momento como para homenajear a Swayze, quien había fallecido poco tiempo antes. Pero, al hacerse los chequeos médicos para entrar al certamen, descubrió el motivo por el que venía sufriendo dolores en el cuello desde hacía años: su cervical estaba muy lastimada. Evidentemente, el accidente también había dejado secuelas físicas en ella, que con cualquier movimiento brusco podría haber quedado paralizada.
Entonces, la actriz debió ser sometida a una cirugía en la que le colocaron un disco. Y pudo participar en el reality, pero en una de sus performances volvió a sentir un tirón. “Me levanté al día siguiente, fui a tomar un baño y colapsé de dolor”, contó Jennifer, quien enseguida debió volver al quirófano. Por suerte, la segunda operación fue exitosa y, finalmente, Grey se alzó con el campeonato de esa temporada.
En la actualidad, Jennifer se encuentra casada con el actor Clark Greggos, con quien en 2001 tuvo a su hija Stella. Y sigue trabajando. Lamentablemente, no pudo disfrutar de su película más taquillera. Y, aunque el tiempo y los doctores sanaron sus heridas, nunca más estuvo en la cima del éxito, como cuando Swayze la sostenía entre sus manos. Pero. al menos, pudo alivianar su carga al contar abiertamente todo po lo que había pasado.
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