Una capa con detalles plateados y brillantes le cubría los hombros y los límites de su body negro, calado, a medida en que iba liberando una estela de fragancia dulce a cada paso que daba. Sus botas altas, también encandilantes como bolas de espejo, dejaron huella sobre el cemento en el corto trayecto de su camarín hacia el escenario. Del otro lado, se apagaron las luces, se disipó la tenue neblina en el horizonte y la multitud rugía y chillaba aunque no podía ver -pero se estaba imaginando- cómo la chica de rasgos angulosos, sonriente y concentrada, subía por la escalera lateral, atravesaba unos telones finitos y esperaba.
La pantalla tomó color y forma. TINI, decía en rojo la pantalla hasta que las letras se transformaron en fragmentos que hacían zoom sobre detalles de la estrella en cuestión: sus manos, sus tatuajes, sus labios, las ondulaciones de su largo pelo castaño con la misma gracia que en un comercial de shampoo. De repente se corporizó y los rugidos fueron más, los aplausos fueron más. Las pantallas y luces de celulares encendidas, registrándolo todo, también se multiplicaron. Dejó caer la capa, descubrió su piel y comenzó a bailar al ritmo de la intro rockera impulsada por la banda, dividida en dos mitades a los márgenes de la pantalla: a su izquierda, guitarra, bajo y batería; a su derecha, coros, sintes y una guitarra más.
A la inversa de la gran mayoría de las estrellas pop, que suelen hacer su entrada después de su cuerpo de baile, Tini salió primera y sola para marcar presencia bailando, hasta subir la intensidad y hacer explotar una cortina de chispas delante de ella. Aparecieron las ocho bailarinas, una le pasó el mic y todo derivó en la cadencia latina & pegadiza de “Princesa”.
Así comenzó el show que inauguró el Movistar Arena, levantado en el corazón de Villa Crespo, más precisamente en Humboldt 450. Antes, la iluminación de su imponente fachada estaba en composé con los rayos que, por un momento, velaron el cielo de Buenos Aires. Las pocas gotas que cayeron apuraron el ingreso de las más de 11 mil personas que colmaron cada butaca del lugar, luego de haber conseguido su ticket gratuito a través de Movistar. Adentro, en la espera, la ansiedad fue derrotada por las selfies, las stories y los coros de los estribillos de Tini que calentaron gargantas.
Arriba del escenario, Tini cautivó a sus fans tanto por la potencia hitera de sus canciones -como “Fresa”-, por lo guiños hacia la cultura pop actual -el riff de “Mi gente” (J Balvin) enlazado a “Finders Keepers”- pero también por su presencia escénica que se potencia con sus bailarinas: luego de la funky-pop “Great Escape”, las luces bajaron, la pantalla se tiñó de un rojo y negro intenso y el ámbito se encendió para un baile sexy sobre las sillas, intermedio que sirvió para cambiar el clima y el tono del show hacia un lado más intimista.
“Qué emoción estar compartiendo con ustedes esta noche. Ojalá que estén disfrutando, ojalá se vayan con una sonrisa muy grande a sus casas y disfruten demasiado. Quiero agradecerle a Movistar, por haberme elegido para inaugurar esto que ya es mítico, pero en algunos años lo será más y quizás podré contarle a mis hijos que inauguré este estadio”, confesó la cantante.
Otro cambio de vestuario: del top blanco combinado con un mini short de jean, pasó a un largo vestido rojo de corte princesa para cantar “Cristina”, esa que registró a dúo con su novio Sebastián Yatra. Hablando de él, Tini abrió el corazón a la multitud y dijo: “Saben qué quiero, ¿no? Que Sebastián esté acompañándome. Le quiero agradecer por hacerme tan feliz. Es una persona que te quiere como sos, que te respeta, y que te apoya. Y él es el mejor compañero que pude haber encontrado”.
De repente, Yatra apareció en la pantalla para saludar a su amor y a la multitud: “Muñeca, quiero decirte que te amo, que te agradezco todo lo que hacés por mí, le agradezco a la vida poder cantar a tu lado, y en especial esta canción que yo sé aman en Argentina y en muchas partes del mundo, con todo su corazón. Un beso”. Ese fue el pie ideal para “Oye”, el otro tema que tienen juntos.
Luego y tras otro cambio de ropas -ahora, un conjunto deportivo blanco pero teñido en un arcoiris- hubo otra aparición, pero de carne y hueso: Karina, “La Princesita”, subió al escenario con su propio hitazo cumbiero “Corazón mentiroso”, que cantaron y bailaron juntas para la sorpresa de la multitud.
El otro invitado de la noche fue Luis Fonsi. Por un instante, Tini se puso en los zapatos de Demi Lovato para recrear “Échame la culpa”. A la cantante le gustó tanto cómo salió que no quiso disolver esa química colaborativa y le pidió al boricua que se quede en el escenario para cantar “No me doy por vencido”. “Esto no estaba preparado”, dijo Fonsi y era cierto, ya que no estaba prevista en la lista temas. Pero eso no impidió a que la reversionaran de manera sencilla, tan solo con una guitarra acústica que dibujó la melodía y encendió todavía más las emociones del público.
Con la multitud rendida a sus pies, Tini soltó los últimos cartuchos de la noche: “22” y su pegadizo motivo de cumbia urbana y “Te quiero más”, con un clima de fiesta que se acentuó con unas serpentinas plateadas estallando por el aire, dándole algo de épica de cotillón al final.
Además de los 11 mil presentes en la inauguración del Movistar Arena, otras miles de personas de toda Latinoamérica siguieron el show vía streaming por las redes de @MovistarArenaAR y en Movistar Play.
El show de Tini fue el primero de una programación ecléctica y para todos los gustos que habrá en este nuevo centro de entretenimiento de la Ciudad de Buenos Aires: Serrat & Sabina, Andrés Calamaro, J Balvin, Keane, el sinfónico de Abel Pintos, La Beriso, Dream Theater y la final de la Freestyle Master Series, entre muchos otros más.
Todas las fechas y más información, en la web oficial del Movistar Arena.