“Yo fui tocada por Dios. Tenía todas las contras para ser artista. Era mujer, gorda y grande, porque me lancé tarde, a los 33 años, y para colmo era bolerista”, había declarado hace algún tiempo María Martha Serra Lima. Hoy, 2 de noviembre, se cumplen dos años de su muerte. y, a pesar de todas las contras que debió enfrentar en los comienzos de su carrera, ella será recordada para siempre como una de las mejores intérpretes románticas de todos los tiempos.
Coqueta, como pocas, María Martha subía al escenario luciendo sus mejores atuendos y daba rienda suelta a su arma más efectiva: la seducción. “Cuando veo entre el público a algún hombre que me gusta, le hago una mirada, Es un juego que siempre resulta”, confesaba ella, que de esta manera había logrado tener entre sus brazos a más de un afortunado.
Le habían dicho que sus congéneres no la iban a querer. Pero ellas la adoraron. Y ellos también. “Nunca competí con las mujeres, siempre las apoyé. Y eso que a mí los hombres me encantan: en mis canciones les tiro palos, pero me perdonan porque en el fondo saben que se los merecen. Son unos atorrantes. Aunque para mí siempre serán la única opción”, contaba la cantante.
¿Cómo le había ido con los amores? “Bien con los novios y mal con los maridos. No hay que casarse. Me casé tres veces y las tres veces me harté. Hay que tener músicos que duran mucho más que los esposos”, decía a modo de broma.
En lo mejor de su carrera y después de enviudar de Adolfo Bartolomé Pell Richards, el padre de su hijos Patrik y Cecilia, María Martha tuvo una historia secreta con Sandro, que recién salió a la luz muchos años más tarde. “Tuvimos un romance a fines de los 70 y después nos mantuvimos como amigos. No funcionó porque él era un ídolo muy grande y yo estaba con mi carrera y mis chicos. Hablábamos mucho por teléfono Se me pasó el amor cuando conocí a mi segundo marido”, relataba ella.
Aunque amaba intensamente, la cantante parecía minimizar sus sentimientos cada vez que hablaba en una entrevista. De su siguiente esposo, un compositor, dijo que se separó porque “al segundo año ya no lo aguantaba más”. Decía que era fiel con su cuerpo, pero reconocía que era insaciable en sus pensamientos: “Todos me gustaban. En lo posible, altos, fuertes, alegres, de 40 o 50 años. En eso, en mi fantasía, tuve… ¡140 mil novios!”
Pero hubo alguien, sin embargo, que logró lo que otros no. Aunque ella lo negara. ¿Qué? Enamorarla. ¿Quién? Horacio Pérez Ugidos, el hombre que la acompañó durante casi 30 años y que, aun estando separados, la sostuvo hasta el último día de su vida.
“Le consulto todo, comemos juntos, hablamos todos los días, nos escribimos. Pero no vive en casa porque es inaguantable”, decía María Martha. Ella y Ugidos se habían conocido en la disco Afrika, de Mar del Plata, cuando él había ido a ver su show junto a un amigo y se enamoró al escucharla.
Por entonces, ambos estaban terminando con otras parejas. Así que él se tomó su tiempo para buscar un amigo en común que pudiera presentarlos. Y esto ocurrió al tiempo en Buenos Aries, más precisamente en los camarines de Michelángelo, dónde él le sugirió como al pasar que algún día podían juntarse a cenar.
El romance se consolidó y ambos llegaron al registro civil. Pero María Martha, una adelantada para la época, le propuso vivir en casas separadas. "Horacio y yo conformamos una unión que muchas parejas quisieran tener", decía cuando la consultaban al respecto.
Ugidos se convirtió en su mánager y en su mando derecha para todo en la vida. Sin embargo, en 2003, la cantante decidió divorciarse. “Murió el enamoramiento y yo quise que los dos pudiéramos empezar otra vez”, había dicho en ese momento.
Pero la realidad es que, con papeles o sin ellos, nada cambió entre ambos. “Es tan compañero mío, que es mi ex marido pero yo lo sigo llamando marido”, decía María Martha. Y cuando ella murió en Miami, a los 72 años y después de luchar contra el cáncer de páncreas y un dolorosísimo problema de columna, él estuvo ahí acompañándola.
Lamentablemente, los últimos años en la vida de la cantante se vieron empañados por algunas polémicas y desafortunadas frases que brindó en entrevistas. Entre otras cosas, se mostró a favor de la pena de muerte y dijo que le chocaba ver a dos mujeres besándose en un lugar público. Y esto le valió el repudio de muchísimas personas.
Pero lo cierto es que, más allá de eso, María Martha impuso su estilo tanto por su registro de voz contralto, como por su particular manera de vivir el amor en una época plagada de prejuicios. Y, pese a su pensamiento conservador, sus seguidores rescatan los boleros que quedaron registrados en sus 46 discos como su principal legado.
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