“Era como un pulpo aferrado a mi cuerpo y le empecé a pegar”. Quien describe la escena es Dorothy Carvello, ex ejecutiva de Atlantic Records, la primera mujer cazatalentos de las grandes ligas en el negocio de la música. El pulpo era Ahmet Ertegün, capo de la compañía y jefe de Dorothy. Ella pudo contar su calvario después de que el empresario muriera, y lo hizo a través de un libro autobiográfico. Las nuevas generaciones del mundo del espectáculo ya no esperan que su agresor pase a mejor vida para contarlo, buscan justicia. ¿La consiguen?
En “Las nuevas formas de la guerra y el cuerpo de las mujeres”, la antropóloga Rita Segato desarrolla: “La rapiña que se desata sobre lo femenino se manifiesta tanto en formas de destrucción corporal sin precedentes como en las formas de trata y comercialización de lo que estos cuerpos puedan ofrecer, hasta el último límite”. El cuerpo como botín de guerra, la confianza como un campo minado. Dorothy empezó a trabajar con Ertegün cuando ella tenía 25 y él 60 y se terminó yendo de la empresa, a los 29, por negarse a sentarse en las rodillas de otro ejecutivo durante una de esas interminables reuniones entre juguetes porno, contratos millonarios y un compendio de las humillaciones más bajas hacia su persona.
No solo tuvo que soportar que un par de compañeros de trabajo le levantaran la falda en el ascensor y que su jefe la manoseara a su gusto, también sufrió la fractura de su brazo después de haber sido golpeada por Ahmet. Ella nunca lo denunció, él nunca pidió –ni siquiera- perdón. El empresario se creía Dios y tenía en sus manos las carreras de artistas tan enormes e influyentes como Ray Charles, Aretha Franklin, Led Zeppelin y AC/DC. Ella no tenía nada. Hoy con 57 años, Dorothy tiene la empatía de la industria en la que sigue trabajando y un libro “Anything for a Hit: An A&R Woman’s Story of Surviving the Music Industry” (2018) en el que cuenta todo.
Dorothy expresó en varias entrevistas que, para este libro, no contó con el testimonio de mujeres a las que acudió para que participaran. También contó que siguió viendo a Ertegün hasta 2006, cuando él murió con 83 años de edad y ninguna causa en su contra. “'Muéstrame tus partes, por los viejos tiempos'. También me pidió que me metiera en la cama con él. Me negué. Incluso a punto de morir, Ahmet seguía siendo un animal. Si te acercabas demasiado, él te atrapaba", contó Carvello en una nota que le dio al The New York Post.
El libro salió en 2018, pero en 2016, Dorothy posteaba una foto del empresario con la leyenda #HAPPYBIRTHDAY (Feliz cumpleaños) #OurLeader (nuestro líder). Lejos del escrache y de la denuncia, la publicista sintió el libro más como una apertura personal que como un movimiento en conjunto. Hija de otra generación, quizá ella también, como las que no quisieron hablar en su libro, temiera el rechazo de parte de una industria donde las mujeres fueron durante muchos años, objetos de decoración. La foto de Ertegün sigue colgada en su feed de Instagram.
El #MeToo (Yo También) dentro del cine nació como un hashtag y fueron justamente las herramientas digitales las que acompañaron este quiebre, marcando que el futuro será feminista o no será. Lo que empezó como un descargo en Twitter de actrices que habían sido víctimas del productor Harvey Weinstein, terminó en denuncias de más de 70 mujeres y en el ocaso total del dueño de Miramax. Pero en la música, otro espacio manejado por hombres durante años, aun no se había producido un quiebre. Hasta ahora.
Lily Allen hizo mucho ruido con su primer disco, Alright, Still (2006), y le dio nuevo aire a la música británica. En el medio paró un poco para dedicarse a la maternidad y volvió en 2018 con No Shame, su cuarto álbum. De vuelta al ruedo, se animó a contar un violento episodio que sufrió en manos de un hombre de la industria discográfica, del que no dijo su nombre y volvió a hacer ruido. “Siento que mi carrera se ha jodido como resultado de hablar de estas cosas”, dijo ella, como si callar hubiera sido mejor.
En el podcast “The Next Episode”, Allen dijo que llegó a contarle a un director ejecutivo de Warner Music Records (su compañía) que había sido agredida sexualmente. ¿Qué recibió? Indiferencia. Incluso cree que su agresor sigue trabajando para la firma. Según la cantante, todo ocurrió durante un viaje de trabajo al Caribe en 2016. Habían ido a una fiesta juntos, llegaron al hotel y ella no encontraba las llaves de su cuarto. “Bueno, ¿por qué no duermes en mi cama mientras yo voy a buscar las llaves?”, le habría dicho este hombre a Lily, de acuerdo a lo que ella contó en el periódico británico The Independent.
“Entonces me desmayé en su cama. Cuando me desperté, él estaba desnudo, golpeándome el trasero y tratando de insertar su pene en mis partes privadas. Retrocedí y me levanté de la cama y grité”, describió Lily Allen y dijo que “no quería hacer un escándalo”. Pero sí lo habló con Warner porque pensó: “Es mi responsabilidad dejar que algunas personas sepan que este incidente ocurrió”. En un comunicado a la BBC, la compañía expresó: “Tomamos las acusaciones de conducta sexual inapropiada extremadamente en serio e investigamos los reclamos que se nos presentan. Estamos muy centrados en hacer cumplir nuestro Código de conducta y proporcionar un entorno seguro y profesional en todo momento”.
Según el Sindicato de Músicos del Reino Unido, casi la mitad de los músicas de esa región se han enfrentado al acoso sexual en la industria. Según una encuesta realizada a 725 artistas, se supo que el 48 por ciento dijo que habían sido acosadas sexualmente mientras trabajaban. Y el 85 por ciento de las víctimas temen hablar debido a una cultura con “pocas consecuencias para los perpetradores”. Lo que quiere decir que la terminan pasando peor las víctimas que los agresores.
Este año, la cantante Chlöe Howl, comentó en el canal británico Sky News que el abuso sexual está muy extendido en todos los niveles de la industria y que hay “más sistemas para proteger a los abusadores que a las víctimas". Con 24 años, una carrera en ascenso y desenfado centennial, la joven disparó: “Conozco montones de chicas en la industria que han manejado agresiones sexuales, que han sido violadas por un miembro de su equipo, hostigadas por un miembro de su equipo, que básicamente han sido amenazadas de que el flujo de su carrera se detendría si no aplacan lo que ellos quieren, y para muchas de estas chicas se ha detenido su carrera”.
Datos de El Sindicato británico de Músicos le da la razón, los artistas jóvenes más afectados terminan abandonando la industria y por eso están pidiendo al gobierno que introduzca una nueva legislación, más dura, para detener el abuso. Según publicó Sky News, en Inglaterra “más de la mitad de las músicas encuestadas dijeron que sentían que la cultura de la industria era la mayor barrera para denunciar cualquier forma de abuso”. Como en otros rubros, la principal razón expresada en la investigación para no hablar, es el miedo a perder el trabajo. Howl se cargó esta lucha al hombro por haberlo sufrido en carne propia. La cantautora era una adolescente cuando un miembro de su equipo comenzó a enviarle mensajes de texto inapropiados y le dijo que la amaba en un momento en que ella “no sabía lo que era apropiado”. Según la música, esta gente comercia con los sueños de la gente ya que “esto es algo con lo que soñaste frente al espejo, cuando tenías cinco años”.
En los Estados Unidos, Madonna contó que tuvo su propio episodio desafortunado con Harvey Weinstein. En una entrevista con el New York Times Magazine, la Reina del Pop recordó cuando en 1991, durante el rodaje de En la cama con Madonna, el productor se le insinuó abiertamente de un modo sexual. Ella sabía que él estaba casado, se sintió incómoda y simplemente lo rechazó. “Todos pensábamos: Harvey puede hacer eso porque tiene mucho poder y sus películas son tan exitosas que todos quieren trabajar con él, así que hay que aguantar”, dijo la diva del pop, exponiendo la trama de una situación siniestra.
Las mujeres fuertes, como Madonna, no están exentas de sufrir acoso. También le pasó a Cardi B y lo contó hace poco en un episodio del programa Untold Stories of Hip Hop. La rapera se vio intimidada en medio de una sesión de fotos cuando todavía no era la estrella que es hoy: “Nunca olvidaré cómo fui a posar para esta revista y el fotógrafo estaba tratando de acercarse a mí como, ‘Sí, ¿quieres entrar en esta revista?’ Luego sacó su pene afuera. Estaba tan loco, y estaba como, ‘Esto es una locura’”. Inmediatamente, Cardi B habló con el dueño de la revista y le dijo “estoy fuera”.
Mientras algunas mujeres aún temen hablar, el movimiento feminista gana terreno para que, más temprano que tarde, las víctimas finalmente se animen. No hace falta ser Madonna o Cardi B para denunciar, porque ya no están solas. Pese a su fama y sus millones, la rapera puede entender a cualquier mujer que haya pasado por lo mismo: “Hay chicas del barrio que sé que pasaron por el mismo tipo de tratamiento, como si te hicieran sentir que tienes que hacer cierto tipo de cosas para la mayoría de estos mierdas. Sucede, de verdad, todos los días”.
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