Para el año 1965 la Beatlemanía ya había cruzado las fronteras de Gran Bretaña y se esparcía por todo el mundo. Su primer sencillo, “Love me do”, lanzado tres años antes, había alcanzado un éxito moderado; pero el siguiente, “Please Please Me”, que le dio el nombre a su álbum de estudio debut, fue un suceso sin precedentes, ubicándose en el primer puesto de todos los charts. De todas formas, gran parte de la sociedad inglesa todavía miraba de reojo el rock and roll y la novedosa experimentación de la joven banda.
Harold Wilson, líder del Partido Laborista, había ganado por muy poca diferencia las elecciones celebradas en el Reino Unido en 1964. Por eso, de cara a los siguientes comicios que se realizarían tan solo dos años después, buscaba un golpe de efecto para incrementar su popularidad y aumentar su caudal de votos. Los jóvenes eran un sector a conquistar y qué mejor manera para hacerlo que agasajando a la banda del momento.
Por recomendación de Wilson, la Reina Isabel II incluyó a los cuatro integrantes de los Beatles en su lista de personas que recibirían en 1965 la Cruz de Miembro de la Excelentísima Orden del Imperio Británico (MBE, por sus siglas en inglés). Se trata de una distinción creada en 1917 por el rey Jorge V para honrar a aquellos que han servido al país en roles no vinculados con la Primera Guerra Mundial, pero luego fue separada entre distinciones civiles y militares que se entregan anualmente.
Cuando Brian Epstein, mánager de los Beatles, les entregó a los músicos las cartas de la reina en el Estudio Twickenham de Londres, preguntaron casi al unísono de qué se trataba la Cruz de MBE. Paul McCartney se sintió halagado por el gesto y Ringo Starr definió como “fabulosa” la idea de ser recibido por la reina. John Lennon fue el principal detractor.
“Al ver el sobre con el membrete de la OHMS (Al Servicio de Su Majestad, por sus siglas en inglés) creí que me llamaban para enlistarme en el ejército… Pero en realidad, antes de concederte un MBE, el Palacio te escribe preguntándote si vas a aceptarlo, porque no puedes rechazarlo públicamente, entonces primero te sondean. En aquel momento puse la carta con el correo de mis fans, hasta que Brian me preguntó si la tenía. Él y algunos otros me habían persuadido de que no nos interesaba aceptar. Me resultaba violento”, contó John. Sin embargo, su mánager los persuadió durante un tiempo. “Si no la aceptan, nadie sabrá que la habrán rechazado”, les dijo Epstein, y los terminó convenciendo.
El 12 de junio se realizó una conferencia de prensa para anunciar la condecoración de “los cuatro de Liverpool”, a la que John llegó una hora más tarde, demostrado su postura frente a lo que estaba sucediendo, después de las súplicas de su mánager para que no lo echara a perder. Pero él no era el único que se oponía a este reconocimiento: los miembros de la Cámara de los Lores y varios veteranos de guerra británicos se pronunciaron en contra. Incluso, el Coronel Frederick Wagg devolvió las 12 medallas que había logrado tras luchar en las dos Guerras Mundiales y rompió su vínculo con el Partido Laborista -al que pertenecía Wilson-, en protesta contra la distinción a esos jóvenes melenudos de música inmoral.
Lo cierto es que a pesar de todo el 26 de octubre se llevó a cabo el tan promocionado evento. El grupo llegó al Palacio de Buckingham en el Rolls Royce de John a las 11 de la mañana. Alrededor de cuatro mil personas se congregaron en las afueras del lugar, con la ilusión de poder ver a sus ídolos. Por momentos la policía se vio desbordada por la euforia de los jóvenes, a quienes lograron hacer retroceder para que los músicos pudieran ingresar. De todas formas, no lograron evitar que algunos salten las rejas e ingresen.
Los cuatro de Liverpool parecían niños mirando asombrados en todas direcciones al ingresar a la Sala del Trono. Fueron recibidos por la banda de los Coldstream Guards (regimiento de guardias a pie del Ejército británico), que interpretó algunas canciones hasta que el cardenal Lord Cobbold mencionó sus nombres.
Tal como habían sido indicados, John, Paul, Ringo y George se pusieron en fila mientras la reina sujetó las medallas en las solapas de sus trajes. Luego dieron un paso al frente e hicieron una reverencia. La reina les estrechó la mano, intercambiaron algunas palabras y volvieron a sus lugares, para realizar una nueva reverencia. Después de firmar alrededor de 50 autógrafos para otros miembros de la realeza, los músicos brindaron una distendida conferencia de prensa.
Según revelaron, la Reina simulaba estar apegada a la Beatlemanía, pero tal vez no era tan así. “(La Reina) me preguntó: ‘¿Han estado juntos durante muchos años?’ -reveló Paul en aquella oportunidad-. “Yo dije ‘sí, muchos años’. Y Ringo agregó ‘como 40’”.
“Ella tenía esta extraña y burlona mirada en su rostro. Como que se quería reír o tal vez estaba pensando: ‘¡Córtenles las cabezas!’”, agregó Ringo, con humor.
Tiempo después, John contaría que había llevado al palacio cigarrillos de marihuana escondidos en sus botas. Según su relato, estaban tan nerviosos ante la idea de encontrarse con la reina que fumaron en el baño, antes del evento. “Sonreíamos como tontos porque acabábamos de fumarnos un porro en el baño del palacio de Buckingham. Estábamos nerviosísimos, no sabíamos qué decir. La reina estaba sentada en una cosa muy grande y dijo algo así como ‘bla, bla bla’, no lo terminamos de entender”, fueron las palabras del músico.
Sin embargo, luego, George desmintió esta versión: “Estoy seguro de que John, años más tarde, al recordar lo que pasó, dijo ‘ah, sí, fuimos al baño a fumar’, pero era un cigarrillo de tabaco, no era marihuana. Es que, ¿qué es lo peor que puedes hacer antes de conocer a la reina? ¡Fumarte un porro!” Al ser consultado sobre esta situación, Ringo no brindó mayores precisiones: “No estoy seguro sobre si habíamos fumado marihuana. De todas formas, el palacio es un sitio rarísimo”.
En el libro La morsa era Ringo (101 falsos mitos sobre Los Beatles), los autores, Alan Clayson y Spencer Leigh, adhieren a la versión de George: “Es difícil pensar que los Beatles dispusieran de un baño para uso exclusivo suyo. Así pues, otros caballeros que entraran podrían haber notado fácilmente (por el olor y otros indicios) si los cuatro músicos estaban fumando algo más que tabaco”.
Ringo guardó en su casa la cruz que le entregó la Corona; Paul y George la exhibieron con orgullo en la tapa del álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, estrenado en 1967; y John se la regaló a su tía Mimi, quien la colocó encima de la chimenea de su casa.
John nunca terminó de aceptar el reconocimiento de la realeza británica. Por eso, cuatro años después de haber recibido la medalla, la devolvió. “Su Majestad -escribió en una carta dirigida a la Reina-, estoy devolviendo mi MBE a modo de protesta en contra del involucramiento de Gran Bretaña en el conflicto entre Nigeria y Biafra, en contra del apoyo a Norteamérica en Vietnam y en contra de la caída de (la canción) ‘Cold Turkey’ en los charts. Con amor, John Lennon”.
Luego, el músico y activista contó: “En los últimos años había estado pensando: ‘Tengo que deshacerme de la medalla, es necesario’. Cuando me planteé cómo, pensé que si lo hacía en privado la prensa se enteraría igualmente y saldría a la luz. Por eso, en lugar de esconderlo, decidí convertirlo en todo un acontecimiento”. Su MBE fue hallada en una bóveda en el Palacio de St. James, Westminster, en 2009.
Distinta fue la historia para Paul y Ringo. El primero fue nombrado Sir por la reina en 1996. “Este es un gran honor para mí y para mi familia. Pienso en lo orgullosos que se hubiesen sentido mi madre y mi padre en Liverpool”, dijo el músico al recibir la distinción, y agradeció también en nombre de los Beatles.
Ringo también fue nombrado Sir, pero mucho más tarde, en marzo del año pasado. El baterista dijo que es “un honor y un placer” ser “considerado y reconocido” por su música y su trabajo benéfico. A través de su cuenta en Twitter, Paul lo felicitó: “¡Muchas felicitaciones, Sir Ringo! ¡El mejor baterista y el mejor compañero!”. Ya habían pasado 52 años del MBE y el mundo había cambiado. No así su música, que siempre estará en lo más alto.
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