—¿Quién es ese buenmozo que acaba de entrar?
—Es Daniel Tinayre, Mirtha. Un director francés.
Corría diciembre de 1945 cuando la entonces actriz en pleno ascenso Mirtha Legrand se preparaba para filmar una escena de Cinco besos, una comedia dirigida por Luis Savlasky. En aquel momento ya la habían apodado como Chiquita, tenía 17 años y hacia ocho que había llegado de su Villa Cañás natal a Buenos Aires, acompañada por su gemela, Goldie, su hermano mayor, Josesito, y su madre.
En las vísperas de aquellas Fiestas, Daniel Tinayre tenía 35 años. Ese día -24 de diciembre, para ser más precisos- lucía un elegantísimo traje blanco. Y su presencia en el set no tenía un motivo laboral: había concurrido para visitar al director, amigo suyo. Se había producido un impasse en la filmación y Saslavsky se lo presentó a Mirtha. “Realmente era un hombre muy buenmozo: estaba bronceado, tenía los dientes blancos. Era muy atractivo, muy lindo hombre”, recuerda la conductora en una entrevista exclusiva con Teleshow.
Esa misma tarde, al regresar a su casa, la diva se encontró con un ramo de dos docenas de rosas rojas y una tarjeta especialmente dedicada a ella: “Hoy ha sido un día inolvidable porque la he conocido”. Contenta por la atención que había recibido, Mirtha lo llamó para agradecerle el gesto, y Tinayre aprovechó la ocasión para invitarla a salir. En aquella primera cita, ya sin testigos, comenzaron a enamorarse. Según recordó la conductora, el primer beso fue en el departamento de Palermo en el que vivía, ubicado frente al Jardín Botánico.
La relación continuó, y el flechazo que sintieron fue tan fuerte que dos meses después anunciaron su compromiso. La fecha no fue casual: 23 de febrero, día en que ella y su hermana gemela cumplían 18 años. Se casaron el 18 de mayo de ese mismo año, 1946, en la Iglesia San Martín de Tours. “Todo rápido. Eso es es el amor: yo me enamoré...”, dice Legrand sobre quien fue su compañero de vida durante casi 50 años.
“Han pasado 25 años de su muerte, y lo sigo extrañando. Lo recuerdo todos los días con mucho amor y cariño. Lo tengo siempre presente. Era un hombre con mucha decisión, mucho encanto, muy divertido, jamás me aburrí a su lado”, describe la Chiqui, con ese sinsabor tan propio del recuerdo de los seres amados, los que ya no nos acompañan.
Siete meses después de su casamiento, y en medio de la filmación de otra película, Mirtha sufrió un desmayo que significó el preámbulo de una feliz noticia: estaba esperando su primer hijo. En agosto de 1947 nació Daniel Tinayre, al que llamaron igual que su padre. Y tres años más tarde, llegó Marcela.
“No sé qué va a ser de mí... Ya soy una mujer madura. Me he quedado sola”, dijo la conductora cuando regresó a su programa de televisión tras la muerte de su marido
Entre los nacimientos de sus dos hijos, la actriz y el director habían filmado juntos por primera vez. Fue en Pasaporte a Río, y surgió del rechazo de una figura francesa que no había aceptado la propuesta. Lo que generó que Tinayre convocara a su mujer para que demostrara sus dotes de actriz dramática.
A fines de la década del 50, mientras el cine atravesaba una fuerte crisis, Daniel le sugirió a Mirtha que debutara en teatro. Más tarde, la pareja realizó varios ciclos de comedias en televisión. Hasta que un día ella fue como invitada a Canal 9 -en ese entonces, de Alejandro Romay-, y significó un antes y un después en la carrera de quien se convertiría en una exitosa conductora.
Romay le propuso estar al frente de un programa de entrevistas en el que almorzaría junto a sus invitados. Sin que Legrand confiara demasiado en la idea, Almorzando con las Estrellas debutó un 3 de junio de 1968. Más tarde se llamaría Almorzando con Mirtha Legrand, imponiendo su nombre como una marca registrada, lanzándola definitivamente al estrellato.
En 1994 Mirtha estaba camino al canal cuando encontró a su marido apesadumbrado sentado en su escritorio, tomándose la cabeza. Venía de un resfrío, y después de una serie de análisis los médicos le diagnosticaron Hepatitis B. “No es nada, Daniel -lo alentó su esposa, deseando que sus palabras sonaran reales y convincentes-. Estamos llegando al año 2000. Te vas a curar”.
“No, Chiquita. Tengo la impresión de que esto se va a complicar”, le respondió Tinayre a la mujer con la que había compartido 48 años. Tristemente, el mal presagio del director terminó siendo cierto. Estuvo 47 días enfermo, recostado en su casa. “Él quería morir ahí...”, sostuvo Mirtha, y evocó las palabras que su marido pronunció antes de que lo trasladaran a un sanatorio: “Te voy a dejar sola”, sintió él. “No, no me vas a dejar”, se aferró ella a una última esperanza.
Ya cuando estaba internado en la sala de terapia intensiva, Daniel se quitó por un momento la máscara que lo ayudaba a respirar y, sabiendo que le quedaban horas de vida, le pidió a su mujer: “El lunes... volvé al canal”. Sin embargo, Mirtha no pudo cumplir con el pedido de su marido. Tinayre murió el 24 de octubre de 1994, pero su viuda necesitó dos semanas -en las que permaneció recluida en su casa-, para recomponerse y retomar su actividad laboral. “Han pasado dos lunes y aquí estoy. No sé qué va a ser de mí... -dijo con la voz quebrada y entre lágrimas, en su primera aparición pública tras el fallecimiento de su marido-. No quiero ser melodramática, quiero decir lo que siento dentro de mi corazón y mi cabeza”.
“Mi vida estuvo ligada a él desde los 18 años -agregó en el ciclo que se emitió por el antiguo Canal 9-. Ya soy una mujer madura. Me he quedado sola. Entiendo a todas las mujeres que han perdido a sus maridos. Es un momento muy doloroso. Es como si se quedara solo y sin la mitad de su vida, de su cuerpo...”.
Un amor que no se olvida
"Daniel fue un gran padre y un gran abuelo. No pudo conocer a nuestros bisnietos (y tampoco a Rocco, que tiene 18 años y es hijo de Marcela y Marcos Gastaldi), pero ellos siempre me preguntan por él. Quieren saber todo, cómo fue su origen en Francia, cómo llegó a la Argentina”, dice hoy Legrand.
El bisabuelo de Ámbar, Silvestre y Alí (los hijos de Juana Viale) nació en París el 14 de septiembre de 1910. En la década del 20 viajó con su familia a Uruguay debido a que su padre era diplomático, y había sido designado embajador en Montevideo. Más tarde Tinayre se instaló en la Argentina. Aquí armó su vida. Aquí conoció a su gran amor. “Él era un componedor -destaca Mirtha-. Todo lo arreglaba. Era un hombre muy organizado. Cuando teníamos invitados en nuestra casa, se encargaba de todo".
“Salíamos mucho, también viajábamos. La pasábamos muy bien. Además, era un referente: cuando quiero recordar algo sobre los festivales o personas que hemos conocido, me falta él para comentar”, concluye Mirtha Legrand, quien cada 24 de octubre va a la Iglesia a rezar por Daniel Tinayre. “Él disfrutaba mucho de la vida. Podría haber vivido más tiempo, se fue muy temprano...”.
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