El 27 de septiembre salió a la luz su nuevo álbum solista, El doble. “Almacita mía, te he extrañado tanto, que te di mi vida y dormí con diablos. Y en alguna luna, volverás brillando, como regresando, te estaré esperando”, reza la letra de la canción compuesta por Chano Moreno Charpentier, que da título al disco.
En estos meses, el cantante estuvo muy concentrado en su música. Y decidió internarse por voluntad propia en la Clínica de Vida Sana Puiggari, en Entre Ríos, un centro de salud que se especializa en rehabilitación mental. Fue previo al lanzamiento de El doble: entendió que tenía que instalarse allí porque necesitaba “un service”, según explica. Además, sostiene que muchas celebridades, incluso políticos, pasaron por la posada para encontrar el balance o la tranquilidad que no pueden alcanzar en sus vidas cotidianas.
Con energías renovadas, el ex líder de Tan Biónica prepara un show en el teatro Vorterix para el 18 de octubre. El 15 de noviembre se presentará en en Montevideo, el 9 de noviembre en Corrientes, el 30 de noviembre en Rosario y El 17 de diciembre en La Plata. De todo esto -su internación, su presente musical- habló con Teleshow, aunque esquivo un tema, con nombre y apellido: Militta Bora.
—¿De qué habla El Doble?
—Por primera vez en mi carrera puedo hacer un disco más íntimo, más personal. De hecho, lo hice en mi casa. Alquilé un estudio móvil para montarlo sobre el living de mi casa, alojar a mis compañeros, practicar la humildad de servirles la comida, llevarles las cosas, compartir la música, la amistad, el amor. Hay una canción que se llama “Solo un nombre”, que empieza con la frase “hay una hoja en blanco que no me quiero enfrentar". Sabía que si hacía un disco así tenía que poner en juego mi intimidad. Y de hecho, lo hice.
—¿Te costó?
—Sí, un poco sí. A veces entregar es un poco rígido. A veces uno suelta con más liviandad y otras veces se aferra un poco más a las cosas, a las palabras, a pensamientos, o pone algunas maneras o formas de la vida y se aferra a ellas bajo el motivo de salvación, o por algún motivo que uno le pone en algún momento. Y cuando no puede soltar eso, se le complican un poco las cosas. Lo mejor es cuando uno suelta y las cosas salen. Así salió el disco: en dos meses, en mi casa.
—Estuviste internado en Entre Ríos.
—Si, en Puiggari, en la vida buena. Había que hacerlo. Uno va por diferentes motivos. Vas también para adelgazar, es como un spa. Yo esta vez me ocupé de mi cabeza. A veces me tengo que hacer un service, tengo que ir a boxes, como dice (Andrés) Calamaro. Me ayuda.
—¿Cuánto tiempo te dura esa ayuda?
—(Risas) Depende. A mí las cosas me pasan de acuerdo a cómo me pasa la vida, y a veces recibo las cosas de una mejor manera y a veces las recibo de peor manera. Con los años aprendí a durar más tiempo bien que mal.
—¿Cómo son los días ahí?
—Hacés una vida ordenada, una vida sana, comés sano, hacés ejercicio, salís a correr; todas esas cosas que me incomodan decirte, yo qué sé...
—Pero está bueno contarlo: se dicen tantas cosas...
—Sí, se dicen tantas cosas. Yo hago lo que puedo para estar mejor, vos sabés. A veces mi vida privada interesa a un montón de personas, yo no sé por qué. Pero bueno, también fui parte de esto, de poner mi vida privada bajo un punto de interés. No me quejo, porque también ustedes, los medios, hacen que me vaya bien con la música. A veces no tengo ganas de hablar de estas cosas pero bueno, ¿qué querés? Sos periodista y me embocás con la pregunta, y te respondo la parte que puedo. Hago lo que puedo para estar bien, y Puiggari es un lugar que me ayuda.
—¿Te angustia que se hable de vos?
—Sí, un poco sí. Yo no soy de esas personas que les gusta aparecer en el Bailando y esos programas. Esa es una parte que yo no quiero entregar. A mí me importa hablar de música. Lo otro, siento que cada vez que estoy en Intrusos, en Infama, en cualquier cosa con “In”, mi familia está preocupada. No me gusta, no quiero, no me interesa. Respeto mucho a todos los periodistas de espectáculos pero no quiero estar en sus programas.
—¿Qué pasó en España con el robo?
—Me robaron todo. La policía me pregunto, medio obvio, a qué me dedico. Estaba en Barcelona y todos los viejitos, la gente que mira los policiales, sentían como que me conocían, ¿viste? Yo soy conocido en Argentina entonces me doy cuenta, y cuando ya me conocía todo el mundo en España, que había salido en todos los diarios, dije: “No, chau, me voy a la mierda”.
—¿Qué tenés para decir de Militta Bora?
—No quiero hablar sobre eso.
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