La primicia de Teleshow sorprendió ayer al mediodía cuando todos nos enteramos del próximo casamiento de Carolina “Pampita” Ardohain con su flamante -y reciente- novio, el empresario Roberto García Moritán.
La confirmación llegó a través de la propia protagonista minutos después, cuando subió a sus redes un video que parecía una película romántica filmada especialmente para contar la noticia, y al mismo tiempo pagar el canje del complejo hotelero de Punta Cana donde ella y su príncipe azul pasaron unos días de vacaciones.
Lejos de cualquier situación improvisada, la propuesta de casamiento incluyó varias cámaras, la utilización de un drone y una puesta en escena formidable. “Casate conmigo” en enormes letras de mampostería sobre la arena, una carpa blanca típica de hoteles cinco estrellas del Caribe, una araña de luces y candelabros, una violinista interpretando una bella y romántica melodía en vivo, velas, una mesa puesta acorde al hecho, pétalos de rosa y fuegos artificiales. ¿Querés más?
La decisión de una pareja de casarse es inobjetable y -aunque todos opinemos- poco debe importarles a los tortolitos en cuestión. Si ellos, a mes y medio de empezar su noviazgo, quieren casarse ¿quién puede oponerse? Así sienten su amor y así lo expresan. La modelo, conductora y jurado de ShowMatch expresó en más de una oportunidad su deseo de volver a formar una familia, y aunque lo hizo con el actor chileno Benjamín Vicuña, no se casó legalmente con él.
El matrimonio real de Pampita fue de su anterior relación a Vicuña, el polista y modelo Martín Barrantes, de quien se separó acusada de “adulterio”, figura legal que formaba parte del anterior Código Civil que le permitió a él ganarle el juicio de divorcio, aunque ella lo había “acusado” (?) de homosexual por no haber “concretado” el matrimonio, según su testimonio en el expediente del divorcio.
Ahora, Ardohain volverá a pasar por el altar el 22 de noviembre y el anuncio no pudo estar mejor producido. Es ahí donde, desde lo mediático, hace ruido cada movimiento de esta gran productora de su propia vida privada. Dicho ya que no hay nada que objetar en una decisión de boda repentina, y lejos de las especulaciones que llegaron a referirse en la tarde de ayer a un posible embarazo, se trata aquí de analizar por qué Pampita arma cada instante de su vida como un acontecimiento del más excelso marketing.
Como si se tratara de vivir todo “para el afuera”, nada queda en la intimidad o librado a la imaginación. Cuando apareció la noticia de un pedido de boda en plena vacación romántica en Punta Cana, nadie imaginó que a la media hora lo veríamos en Instagram como una película: ella llega con los ojos vendados y cuando le quitan el velo aparece la sorpresa. La puesta en escena montada por García Moritán puede parecer genuina, salvo por el detalle de que, mientras la acción sucedía, una cámara filmaba todo para después editarlo como un clip nupcial con el logo del resort donde estaban alojados, asegurando el pago del canje del hospedaje.
“Yo no tengo mayor prejuicio con los canjes”, ha dicho Ardohain públicamente, y vaya que no los tiene: cuando cumplió 40 años otro complejo de lujo en Playa del Carmen dio hospedaje a sus 40 amigos, incluido su novio de entonces, el ex tenista Pico Mónaco, ese que -a diferencia del actual- no quiso casarse tan rápido, motivo por el cual se peleaban permanentemente hasta separarse después.
Ahora vivió su pre luna de miel romántica en este hotel de Punta Cana, y a la hora de vivir un momento, se entiende, romántico y ultra personal con su pareja, lo muestra con el auspicio del lugar donde se alojaron. ¿Propuesta de casamiento o negocio redondo? Ambas, seguramente, porque en la vida de Pampita todo se muestra perfecto, ningún detalle queda librado al azar, todo es un envase refinado y feliz, aunque después la realidad le juegue malas pasadas.
En 2015 preparó una fiesta de lujo en un hotel cinco estrellas para celebrar sus diez años con Benjamín Vicuña, y a los dos meses lo encontraba en un motorhome comiendo palta con la China Suárez. La tapa de revista de la familia perfecta se estrelló con la separación.
Ahora el cuento es otro, el efecto buscado se ha vuelto a conseguir, el misterio aumenta, todos hablan de “eso” y Pampita vuelve a demostrarnos que no hay mejor guionista que ella para mostrar lo que quiere mostrar. Lo que no, jamás lo sabremos, pero claro, es lo de menos.
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