Marcelo Moura es una de esas personas que no necesitan demasiada presentación. Músico, compositor, miembro de una de las bandas más grandes de nuestro rock y ahora también conductor de televisión, un rol en el que se siente cómodo y del que disfruta plenamente. El líder de Virus hace “Cada noche música” por la TV Pública, un ciclo en el que recibe a artistas de todos los géneros en encuentros con shows íntimos.
En diálogo con Teleshow, contó cómo le llegó la propuesta de ser conductor, qué siente al hacer televisión y recordó a su hermano Federico: “Era un ser mágico, un ángel en la tierra”, señaló.
-¿Cómo te llegó la propuesta de conducir “Cada noche música"?
-Surgió a raíz de que fui invitado por Silvina Chediek como entrevistado. Al parecer, la entrevista tuvo muchísima repercusión y me llamaron del canal para contarme eso. Yo ya hacía años que tenía en mente la idea de hacer entrevistas, por lo que les conté y les mandé una carpeta con mi proyecto. Dos días después estaba reunido con la productora y siete días después estaba grabando mi primer programa.
-"En tiempos donde nadie escucha a nadie y de todos contra todos", como diría Fito Páez, la chance de conversar con artistas que hicieron tanto por la música argentina me imagino que debe ser algo que te movilizó y moviliza...
-Siempre sentí que cuando entrevistan a los artistas no suelen aprovechar el lado profundo de ellos. Y, además, por llevar 40 años en la música, casi todos son mis amigos y con casi todos tengo anécdotas de cosas vividas. Creo que eso le da un plus aparte.
-¿En qué momento de tu vida te llegó este desafío y qué es lo que más disfrutás del rol de conductor de televisión?
-Soy una persona muy perseverante y cuando me propongo un objetivo voy tras él sin desesperar, lento pero seguro. Y las cosas, cuando uno las desea profundamente que sucedan, suceden. Así fue con la música, así fue con el libro, así fue con la radio y así fue con la tele.
Sin lugar a dudas, lo que más disfruto es darme cuenta de que hay mucha gente que está esperando programas que tengan un contenido, que cuando terminen nos hayan dejado algo. Y en definitiva lo que me pone muy feliz es saber que en cualquiera de los medios que aborde, puedo darme el gusto de hacerlo pensando siempre en aportar algo, por más pequeño que sea.
-Hace poco recibiste a Pipo Cipollati en el programa, alguien con quien te llevás muy bien y con quien de hecho estuvieron tocando juntos en el último tiempo. Mencionabas allí que en los ’80 también tocaron juntos muchísimas veces. ¿Qué recordás de esos años? ¿Cómo era compartir esas noches con otros colegas? ¿Te genera nostalgia esa década en algún punto?
-Afortunadamente recuerdo toda mi vida con alegría. Mi niñez fue muy feliz, mi adolescencia también y todo lo hecho hasta ahora, guste o no guste, sé que fue hecho con códigos, con ética y no hay una mancha en mi carrera. Pero no siento nostalgia, miro siempre hacia adelante. El pasado en el presente es la memoria, el futuro en el presente es la imaginación, el presente en el presente, es la vida...
-¿Qué es lo primero que te viene a la cabeza cuando recordás los comienzos de Virus?
-No se puede detener a una locomotora en plena carrera. Y nosotros éramos una locomotora, una usina de creación permanente, una convicción a prueba de todo contratiempo, una energía incontenible.
-No puedo no preguntarte por Federico. Más allá de lo que fue como artista, que eso lo conocemos todos, quería que nos contaras cómo era él en la intimidad con ustedes. ¿Qué aspecto de su personalidad te gustaba más? ¿Cómo era su temperamento?
-Federico era un ser mágico, un ángel en la tierra, tenía muy claro su objetivo. Tenía una honestidad brutal, un carácter fuerte, una energía incontenible. No sé, es muy difícil expresar lo que siento.
-Por último, preguntarte qué proyectos tenés para este año. Estás con el programa de televisión, también hacés radio y calculo que seguirás tocando, haciendo música...
-Los días, los meses y los años no me modifican mucho las cosas. Por la libertad de mi trabajo, no tengo estructuras tan puntuales. Diría que ni creo en el tiempo, sé que hasta el día en que algo me imposibilite de hacer lo que amo, lo seguiré haciendo. Siempre he tenido en claro que uno es un ignorante y que por más que haga millones de cosas, siempre el horizonte estará en el mismo lado, lejano. Y siempre tendré la intención de llegar a él a sabiendas de que jamás lo lograré, pero ese es el motor que le da razón a mi vida.
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