El nene de cinco años junto a su hermana que pasó los tres pero no llega a los cuatro se planta con seguridad ante Dady Brieva. Serio le cuenta que está muy enojado con ella porque juega “a la milonguita” y que “baila, canta y se pone tacos”. El actor experto en hacer reír trata de contener la risa y le pregunta si sabía que Agustina “tenía novio”. El nene no disimula su cara de asombro y con un dedito acusador la mira y le asegura que si eso es cierto “conmigo no juega más”. La escena entre desopilante y tierna se puede ver en Youtube y cuenta con más de ¡ocho millones de visualizaciones!
Era el año 1999 y aunque las redes comenzaban a disputar su trono, la tele reinaba y en ese reino, Agrandadytos era una propuesta fresca y divertida que desde la pantalla de Canal 13 atrapaba. Distintos chicos mantenían diálogos desopilantes con Dady Brieva. En la espontaneidad de estas charlas estaba el secreto del programa.
Pero de todos los “agrandadytos”, sin duda, Rodrigo era el que se destacaba. Su natural seriedad contrastaba con la actitud más relajada de su hermana. Rodrigo no dudaba en retarla en cámara y asumir el rol de hermano mayor -"cuida"- o contar sin timidez infidencias de sus papás, Martita y Eduardo o de su abuela Pocha que había amenazado con cortarle los genitales a Eduardo por chocarle el auto. Sus intervenciones causaban una mezcla de gracia y ternura que Dady -sin importarle el dicho que asegura que “no hay que actuar con niños porque te roban el protagonismo"- sabía explotar con gracia y disfrutaba sin actuar. Los hermanos habían llegado a la tele no por sueño de sus padres sino por casualidad. Un amigo de los Noya grabó una discusión entre ellos y la mandó al programa y fue así que los llamaron.
Veinte años después, el actor visitó El espectador, el programa que Ángel de Brito -integrante del jurado de ShowMatch- conduce en CNN Radio Argentina, y durante una charla íntima relató cómo fueron aquellos tiempos de fama precoz. Recordó cómo era esa experiencia de salir de su Chascomús natal, recorrer 130 kilómetros y llegar a la Capital Federal. “Para mí Agrandadytos era una salida más. Venir a Buenos Aires no era solo hablar con Dady. Era visitar a mis abuelos, ir al cine. Era una salida más…”, aseguró Noya.
Pero luego lanzó una mini bomba: “Voy a prender fuego. No sé si está bien que diga esto…”, continuó el actor, dudando si revelar lo que finalmente diría segundos más tarde: “No nos pagaban por ir a Agrandadytos”.
Entonces, detalló: “Mis papás no tenían un peso. Mi mamá buscaba las monedas para pagar los peajes -eran cuatro-. Y cuando nos empezaron a decir que vayamos más seguido, pidió por favor que nos pagaran los viáticos (la nafta y los peajes)”.
Cuando el programa terminó Rodrigo siguió viviendo en Chascomús, subiéndose a los árboles, dando vueltas en bicicleta por la laguna y amando a los Power Rangers, en suma, disfrutando de la infancia. En 1999 el director Alejandro Agresti lo convocó para protagonizar Valentín, la historia de un nene de nueve años que se queda con su abuela viuda después de la separación de sus padres y establece un vínculo especial con Leticia (Julieta Cardinali) una de las tantas novias que su papá le presentó. En la película había un guión y había que actuar. Lo hizo tan bien que por su actuación ganó el premio Cóndor de Plata en la categoría Revelación.
En 2006 la tele lo volvió a convocar para protagonizar Las aventuras del Doctor Miniatura junto con Agustina que contaba las aventuras de dos hermanos que viajaban por el cuerpo humano.
Con su frescura, sus anteojos, su hablar claro como “de adulto”, Rodrigo rompía con otros estilos de chicos que habían triunfado en la pantalla chica. No era un representante del melodrama como Andrea del Boca, no tenía una memoria desmesurada como la de Claudio María Domínguez y más cerca en el tiempo no había salido de la factoría Cris Morena.
En el 2006 le llegó la oportunidad de protagonizar la miniserie Hermanos y detectives dirigido por Damián Szifron y junto a Rodrigo de la Serna. Al año siguiente se estrenó la versión en España y Noya fue el protagonista. En la serie encarnaba a un chico de una inteligencia superior. Cuando le preguntaban si entendía lo que debía decir, contaba con sincera simpatía: “No, son palabras que no entiende ni un adulto. Es imposible razonar lo que digo de química, matemáticas y lógica, lo que hago es aprenderme el texto y, sin que se note, decirlo de memoria”. También le consultaban si deseaba quedarse en España y su respuesta era contundente: “Me vuelvo a la Argentina. Allí están mis amigos y mi familia que me echan mucho de menos. Estoy en contacto con ellos por teléfono y ordenador, pero no es lo mismo”.
Rodrigo iba dejando atrás la infancia y muchos se preguntaban si seguiría y si deseaba seguir actuando. Por lo pronto nunca tomó clases de actuación sino que prefirió aprender de las personas con las que trabajó y siempre aseguraba que quería ser periodista deportivo.
Luego de dos años en España volvió y tuvo distintas participaciones en programas como Los Únicos, Amores de historia y La peluquería de Don Mateo.
Pero el año pasado decidió patear el tablero y aceptar la convocatoria para participar en la serie El Marginal 2. Entonces las redes -ese termómetro más del odio que del amor- lo criticaron. No era fácil despedirse de ese niño adorable de Agrandadytos para aceptar al actor joven que toma riesgos. El actor decidió interpretar a su personaje, Oaky, sin los anteojos que lo caracterizan desde que comenzó en los medios y, según detalló, lo hizo para buscar despegarse de la imagen que el público tenía de él. “Fue parte del desafío poder romper estereotipos y barreras, porque la gente está acostumbrada a verme con los anteojos puestos y sacármelos tiene que ver con sacarle la identidad a Rodrigo. A mí no me afectó verme así porque hago un montón de cosas sin ellos”, contó en ese momento a Teleshow.
Este año volvió a sorprender cuando aceptó participar en Bailando 2019. Con desparpajo y gracia fue avanzando en el certamen hasta que resultó eliminado. Solía aceptar sin problema las devoluciones del jurado pero tuvo un cruce con Marcelo Polino al que acusó de reírse en su cara. “Fuiste un desubicado. Te reíste conmigo y te reíste de mí. Entiendo que no les puede gustar la coreo, pero uno tiene que ser respetuoso con el que viene acá".
El 24 de junio de 2017, Rodrigo anunció que junto a su pareja, Sofía Sorrenti, habían sido papás de Bautista. Con Sofia se habían conocido a fines de 2016 en un boliche de Palermo, a las semanas ya convivían y enseguida vino el embarazo. En una entrevista en la revista Gente, Rodrigo admitía: “Al principio fue una sorpresa, pero con el correr de los minutos me entusiasmé con la idea de ser padre y estaba feliz. Siempre quise ser papá joven y Sofía, que está estudiando para maestra jardinera, es la madre ideal”. Y Sofía agregaba: “Los que estaban asustados eran nuestros padres: ‘Son tan jóvenes… ¡Y recién se conocen!’, fueron algunos de los comentarios. Nosotros no teníamos miedo… ¡porque no sabíamos lo que se venía!”.
En otra de sus respuestas Rodrigo dejaba entrever algunos encontronazos previos: “Nosotros éramos una pareja casi adolescente, que discutía por cualquier pavada. Desde que nació Bautista, ella creció de golpe: descubrí otra mujer. La veo atender a mi hijo y me vuelvo a enamorar”.
Pero en el verano mientras Rodrigo hacia temporada en Mar del Plata la pareja estalló. A él se lo vinculaba con una compañera de elenco, Martina Scigliano. Primero fue el momento de las desmentidas pero luego la relación se confirmó. La separación no fue en buenos términos. Mientras él aseguraba que estaban separados y que solo pasarían las fiestas juntos por su hijo, ella respondía que eran “todas mentiras”.
Con las semanas, los cruces se profundizaron. En el programa de Ulises Jaitt, Sofía denunció que “para el padre, el nene no come. Hace dos meses que no me pasa nada. La última vez me dio 1.500 pesos. Gracias a que esta mi familia cuando el nene tiene fiebre le compran el medicamento. Él le está sacando la plata a su hijo y se está dando la buena vida”.
Mientras Rodrigo mostraba una relación cada día más consolidada con su novia, su ex asegura que ya no estaba enamorada de él porque la había desilusionado “como hombre, como padre, como persona, como todo. Se subió al pony y arrancó. Está creído".
Hoy el actor cumple 25 años. Si cuando apenas había aprendido a hablar supo ser la estrella de un programa, se consagró rápidamente como actor y ya protagonizó un auténtico escándalo con su ex pareja... Quién sabe qué le depara el futuro.
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