Era una tarde cualquiera de primavera, cuando la noticia empezó recorrer las redacciones. “¡No puede ser!”, “Debe haber un error”, “¿A quién se le ocurre?”, se le escuchaba decir a unos y otros. Nadie, absolutamente nadie, creía que algo así podría ser verdad. Pero lo era. Ese 28 de septiembre de 2010, Romina Yan se había ido para siempre de este mundo. Tenía apenas 36 años de edad y mucho amor para dar todavía. Pero, evidentemente, su misión era hacerlo desde otro plano, uno más elevado...
Ese día, Romina venía del gimnasio, dónde estaba haciendo su rutina de entrenamiento, cuando se empezó a sentir mal. Estaba en la esquina de Avenida del Libertador y Alvear, en Martínez, y un amigo la llevó de inmediato al Hospital Central de San Isidro, dónde intentaron reanimarla sin éxito durante 50 minutos. Según se supo luego, la actriz sufrió un paro cardíaco y los médicos no pudieron hacer nada. Murió.
Las lágrimas empezaron a regar el país entero e, incluso, se derramaron en muchas tierras lejanas a las que Romina había llegado a través de sus novelas. Había trabajado en tiras como Provócame, Abre tus ojos, Amor mío, B&B…Pero hubo una en particular que marcó la vida de toda una generación de argentinas: Chiquititas.
Con el personaje de Belén Fraga, Romina estuvo al aire durante cuatro temporadas, de 1995 a 1998, y luego volvió con participaciones especiales en 2000 y 2001. Después, siguió su carrera al frente de otros proyectos y cosechó muchos éxitos. Sin embargo, sus historias y sus canciones quedaron en el recuerdo de todas las chicas que crecieron viéndola en aquella tira infantil. Y que hoy, convertidas en mujeres, aún la siguen extrañando.
Pero, sin duda, quienes más sufrieron y siguen sufriendo por la partida de Romina fueron sus padres y sus hijos. El año pasado, se realizó en el Teatro Gran Rex un espectáculo musical en su homenaje, “Vive Ro”, del que participaron la mayoría de los artistas que habían trabajado con ella. Y allí se vio la emoción de su mamá, Cris Morena, su papá, Gustavo Yankelevich, y sus tres hijos, Franco, Valentín y Azul, fruto de su matrimonio con Darío Giordano.
Está claro que, para la familia de Romina, la herida nunca terminará de cicatrizar. Sin embargo, el amor que ella sembró durante toda su vida, aún sigue dando sus frutos. Y es en el reconocimiento de sus fans y de todos aquellos que la aman, dónde hoy encuentran un poco de consuelo frente a tanto dolor.
“Uno no imagina que un hijo, cuando no está, es a veces más fuerte que cuando está. Romina se transformó en alguien inseparable: está todo el tiempo a mi lado y al lado de todos los que la amamos”, dijo Cris hace unos días, cuando asistió al estreno de la obra que su nieto mayor estrenó en Microteatro. Y remarcó que su hija se convirtió en una presencia “importante para nosotros en cada momento de nuestras vidas”.
Y es así. A pesar de su ausencia física, Romina sigue presente. Nadie termina de entender el por qué de su pronta partida. Pero, a nueve años de su muerte, está claro que su paso por esta vida no fue en vano. Porque, aún hoy, sigue conmoviendo todos los que la sienten cerca de sus corazones.
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