(Video: Presentación del libro de Vera Spinetta "Eclosión")
Para muchos fue el máximo exponente del rock nacional. Pero para ella, para Vera Spinetta, "el Flaco" era ni más ni menos que su papá. Y, aunque ya pasaron siete años de su partida, la hija de Luis Alberto Spinetta lo sigue extrañando.
Hace un tiempo, una situación personal la hizo revivir esa pérdida. Y la única manera que encontró como para superar el dolor, fue escribir las poesías que acaba de presentar en "Eclosión", su primer libro. La actriz y cantante, de 27 años, habló del recuerdo de su padre en una entrevista con Teleshow.
—¿Qué fue lo que eclosionó en tu vida para que decidieras hacer este trabajo?
—Un poco fue por algunas tristezas que estaban por ahí, dando vueltas y que tenían que tomar un rumbo un poco más luminoso. Y, a través de la escritura, creo que logré transformar el estado de ánimo y terminó siendo un libro. Cuando lo leí todo, eran 70 poesías que terminaron siendo 64, porque saqué esas seis que no me parecían necesarias, al menos.
—¿Una manera de transformar un momento difícil en arte?
—Sí. A través de alguna pérdida y unos duelos… Cosas de la vida.
—¿Se puede saber algo de lo que te había pasado?
—Yo perdí a mi papá a los 20 años. Pero, después, mi mejor amiga de toda la vida también perdió al suyo. Y fue como revivir todo eso y sentirlo de nuevo en carne propia. Porque un montón de cosas se vuelven a sentir de la historia personal. Y más, siendo alguien tan querido y cercano.
—¿O sea que te hizo revivir la perdida de tu papá y te llevó a reelaborar ese duelo?
—Sí, sí, sí. Absolutamente
—Ahí surge este libro, que está dedicado además de a tu papá, a tu hija Eloisa (fruto de su relación con el actor Pedro Nicolás Merlo) y al músico Juan Saieg (su actual pareja). ¿Por qué?
—Y bueno, Eloísa es el motor de todo en mi vida. Ella es como la manera de armar la mejor versión de uno constantemente. Porque, para criar a un niño, hay que darlo todo.
—Una criatura de cuatro años no te permite quedarte en la cama: te obliga a salir…
—Claramente. Eso y muchas cosas más. Me obliga a ser la mujer ejemplo para ella, que también es mujer. Y a dar un montón de enseñanzas como persona. Tengo que mostrarle con el ejemplo que se pueden hacer cosas hermosas y que la vida tiene momentos muy mágicos. Además de cómo llegar a eso. Es un súper aprendizaje ser madre constantemente.
—También encontraste en Juan a una persona que te sabe acompañar en todo este proceso, ¿no?
—Sí. Él es un par y alguien que admiro muchísimo. Y creo que los procesos creativos de los dos van re de la mano. Nos acompañamos y nos ayudamos mucho en lo personal, pero también en lo creativo. Y es como un pie a tierra, es muy fuerte.
—Vos sos básicamente actriz, pero estás rodeada de músicos en toda tu familia…
—Sí.
—¿Cuánto falta para que este libro tenga música también?
—No: esto no tendrá música, por ahora… No creo que la tenga. Pero sí estoy haciendo música con Pablo Bursztyn y Guido Moretti, unos amigos del alma que son unos zarpados músicos. Y estamos armando ahí un trío re lindo, con música hermosa. Así que pronto va a salir el disco.
—¿Cómo pesa el apellido en todo esto? Porque vos decís que a tu papá lo tenés presente todo el tiempo, pero la gente también…
—Sí, claro. Es mi papá. No sé la gente, no sé lo que piensan los demás. Yo sé que lo aman, todos lo amamos. Pero eso es solamente un plus. Para mí, es mi papá y punto. Como podría ser el papá de cualquier persona. Uno ama a su padre.
—Cuando pensás en él, ¿cuáles son las imágenes que se te vienen a la cabeza?
—Todas, todas… Su mirada y sus manos, sobre todo. Y ese amor, así, inagotable.
—¿Por qué su mirada y sus manos?
—Su mirada, porque me gustaba mucho cuando me miraba. Y porque nos mirábamos con mucho amor. Y las manos por la forma de agarrar mis manos. Sí, era eso. La expresión del amor en eso tan simple que es mirarse a los ojos y agarrarse de las manos.
—Lo tenés presente, ¿lo extrañás también?
—Sí, lo re extraño. Pero lo re siento también. Más vale que al nivel "técnico", obvio que lo extraño y el duelo es re largo. Es como que tiene etapas: de repente estás re bien y te olvidás y de repente caes. Pero, al sentirlo tan cerca, es como que no me da tanta chance de ponerme mal.
—¿Se compensa de alguna manera?
—Recontra. Puedo escuchar su música, puedo escuchar sus mensajes en eso. O encontrarlo.
—¿Te pasa de encontrar mensajes para vos en algunas letras?
—Sí. Y, además, me acuerdo perfecto de momentos en los que estaba componiendo. Es raro, porque yo sé que esa parte la estaba componiendo cuando estábamos juntos. Y sí, obvio, eso me pasa todo el tiempo.
—Hay algo maravilloso y es que las nuevas generaciones de adolescentes han vuelto a escuchar a Spinetta…
—Es que no sé si hay una edad para eso. Me parece que el arte es arte y no tiene límites. Puedo escuchar Beethoveen que no tiene nada que ver con nuestra sociedad de hoy en día ni con nuestro contexto político ni con absolutamente nada de lo que conocemos. Uno conecta con el arte porque es algo que parte de la sensibilidad. Y, por suerte, trasciende todo tipo de estructura.
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