Se hizo famosa en la Argentina por ser "la morocha que bailaba atrás de Tinelli en ShowMatch", pero el camino que la llevó desde Panamá a la calle Olleros, donde estaba Ideas del Sur, fue largo, difícil, lleno de miedos y hasta le costó la relación con sus padres: Kate Rodríguez, la "oveja negra" de una familia religiosa, según ella misma se definió en una charla íntima con Teleshow.
-16 años: se fue de su casa
-deambuló varios días en la calle hasta que su abuela se la llevó con ella
-22 años: vino a la Argentina
-26 años debutó, luego de cuatro castings fallidos en ShowMatch
-32 años: trajo a vivir con ella de Panamá a su hermano diez años menor: "Si él se quedaba allá, ya sabemos cuál hubiera sido su futuro"
Kate no tenía fotos de su infancia. "Tendría que pedirle a mi abuelita una", dijo y días más tarde, la mamá de su mamá que vive en Panamá, le envió la imagen: vestido blanco, pelo largo ondulado y cara de soñadora. "Estaba sentada en una hamaca paraguaya y me hacía la modelo. Tendría nueve o diez años. Estaba de cumpleaños y mis papás como regalo me llevaron a un salón de belleza, me plancharon el pelo, el mío no era así".
¿Por qué la bailarina no tenía imágenes de su niñez? Prácticamente no mantiene contacto con sus padres que, luego de que a los 16 años ella les dijera que no quería ir más a la iglesia, la echaron de su casa.
Kate creció en Samaria, una villa de Panamá, donde (sobre)vivir no era fácil. Incluso para graficar el lugar, recordó un trágico episodio: "Cuando yo tenía unos trece años violaron y mataron a una vecinita y el cadáver lo tiraron al patio de mi casa".
"Mucha gente hoy lleva la bandera de 'crecí en un lugar humilde y peligroso', como que estuvo feliz, yo no fui feliz. Mi barrio era una favela, se robaba, había asesinatos alrededor de mí. Yo no era parte de eso", dijo la bailarina, con la certeza de que haberse ido de allí la salvó: "Se naturalizó lo peligroso, las chicas de mi generación terminaron una casada con un narco, otra con el marido en la cárcel, otra presa y cuidando en una celda a sus hijos porque apuñaló a alguien. No fue lindo el futuro y siempre supe que no quería estar ahí".
La casa de los Rodríguez era una burbuja en medio de un entorno por demás hostil: "Eso al final fue contraproducente, mis padres eran pastores y nosotras (ella y su hermana un año más chica) no hablábamos con nadie. Crecimos creyendo que había que ir vestidas hasta los tobillos para no provocar a los hombres, naturalizamos eso".
Con sus padres en contra de cualquier inquietud artística, ella igual soñaba con el futuro que hoy tiene, jugaba a ser conductora de televisión y se creía Xuxa, contó divertida: "Había colinas y con una tabla nos tirábamos barranco abajo como si fuera una montaña rusa, tenía un parque de diversiones en mi casa, muy marginal pero esas cosas me hacían feliz".
"Yo crecí como una mujer insegura, no podía subir a la bicicleta porque me podía sacar la virginidad. Eso, sumado a vivir a una villa es una locura", agregó la también actriz.
El día que se rebeló-liberó
"Estaba por cumplir 17 y tuve una epifanía: dije que no iba a ir más a la iglesia. Mis padres enloquecieron y me desheredaron, me dijeron que me tenía que ir de casa", recordó sobre el día que se fue de su hogar. A partir de ese momento todo cambió.
Sus papás juntaron la ropa y las pertenencias de Kate y se las dieron en bolsas de consorcio: "Estuve dos días deambulando, o tres, no me acuerdo porque entré en un hueco negro. Mi abuela materna me había estado buscando y cuando me encontró me pidió que fuera a vivir a su casa".
Es por eso que recuerda a su abuela como la mujer que la hizo fuerte: "Yo quería quedarme en la calle y ella me pidió por favor que no. Estuve cinco años viviendo en su casa, me ayudó a terminar la escuela".
Apenas finalizó el secundario comenzó a trabajar en una empresa financiera y a ahorrar cada peso que ganaba con un objetivo claro: dejar su país. "Gastaba solo en el boleto y ayudaba a mi abuelita, lo que me sobraba se lo daba a ella para que me lo guardara".
Cuando tuvo el dinero suficiente se lo pidió a su abuela. "Me voy de Panamá", le dijo y así fue. La idea inicial era ir Wisconsin, Estados Unidos, pero unos videos que vio a través de Youtube de Marcelo Tinelli en el Bailando la hicieron cambiar de rumbo.
De Argentina solo conocía a Axel y a Los Pimpinela
Una tía lejana de su mamá la hospedó en Córdoba, ni se conocían pero de todas formas la recibió con los brazos abiertos. Al poco tiempo volvió a partir, esta vez a Buenos Aires, la ciudad elegida para cumplir su sueño de ser bailarina.
"De Argentina no conocía nada, solo las canciones de Axel y de Los Pimpinela", dijo Kate que al llegar a la jungla de cemento se encontró con una realidad muy distinta a la que imaginaba: audiciones con filas de cinco mil personas y castings truchos. "A todos los chantas los conozco, me pedían que me pusiera en bolas para un papel y lo hacía, otro que me quería tocar, no me pasó nada grave pero estuve en un circuito peligroso, pude haber estado en una trata de blancas, pero tuve malicia. Vengo de una villa, con calle y hay cosas que las veo venir", dijo suspicaz.
Los primeros tiempos no fueron fáciles: "¡No tenía un peso! Entonces empecé a dar clases de baile en clubes, me acuerdo que por cincuenta pesos al mes daba dos clases semanales y a la noche trabajaba como bailarina en boliches. Mientras, vivía en una pensión cerca de Ideas del Sur, ahí había pungas, mecheras, de todo".
De tanto en tanto vuelve a aquellos boliches: "Ahí ganaba cien pesos pero era feliz. Me hice muchos amigos gays que me daban fuerza, siento que tenía algo en común con ellos y aprendí".
Después de cuatro intentos fallidos, y sin expectativa de quedar, Rodríguez se presentó una vez más en el casting de bailarinas de ShowMatch. "El programa me cambió la vida", expresó y aclaró que no lo dice para quedar bien con nadie. "Me abrió muchas puertas y de ser una de las tinelistas, me ofrecieron conducir un programa en Quiero sin saber si sabía hablar y al año siguiente en TyC Sports. Hoy cuento con otros beneficios, pero no me olvido de mi pasado".
Su presente: cerca de su hermano y lejos de la religión
En el verano Kate visitó Panamá y al ver a su hermano en el barrio donde creció, supo que tenía que hacer algo para torcer el destino del joven de 22 años. "Me lo traje a vivir conmigo, lo había dejado de ver cuando él tenía doce, pero lo vi repitiendo ese círculo vicioso con la misma gente, no hizo nada con su vida, mis papás están separados así que no le pusieron límites, todo lo contrario a lo que hicieron con mi hermana y conmigo. Me lo traje obligado y no le di mucha opción. Tuve un flash y dije 'si este chico sigue acá en esta línea, no le va a ir bien'".
Tener a su hermano en su casa la hace feliz: "Ya no estoy sola, tengo con quien celebrar algo", dijo sobre el joven que actualmente estudia y quien aún se asombra de la fama de su hermana.
Con su hermana que acaba de ser mamá se habla de vez en cuando, con su padre mantiene vínculo solo para charlar de su hermano y con su mamá la relación es nula ya que además no aceptan su profesión: "Ellos ven todo desde la religión, entonces no se puede razonar. Los religiosos son fanáticos y en nombre de Dios hacen cagadas".
¿Cree en Dios? "No sé. Estoy en un proceso de que por lo menos el Dios que yo conocí y con el que mis papás me ensalzaron no lo quiero, no quiero crecer con miedo y que mis hijos, si algún día los tengo, crezcan así. ¿Sabés lo que es crecer e irte a dormir con miedo a ir al infierno? No es vida para una nena".
"Fue un disparate lo que viví. Me duele porque eso arruinó mi familia", dijo Kate. Es que no solo ella se distanció de los suyos, sino que sus padres se divorciaron luego de un problema en la iglesia: "Mi papá era como la cabeza de la institución y en un concilio los colegas lo quisieron sacar de su cargo y le ofrecieron el lugar a mi mamá. Ella aceptó argumentando que era una señal de Dios, fue un tema de jerarquías, él lo tomó como una traición y se separaron".
Mirar hacia adelante
El camino fue largo: "Tuve miedos, ataques de pánico y depresión, hoy ya me sé dar cuenta donde no me siento bien y si hablo con alguien de mi familia que me genera eso, lo corto. Soy miedosa, pero eso es lo que me impulsa, hoy lo tomo como herramienta y eso me hace accionar".
"Aprendí que todo el mundo está buscando la felicidad sin mirar el proceso que te lleva eso", dijo la bailarina y se definió como una persona con "carácter fuerte": "No me crié con las mejores condiciones". Pero a su vez sabe que esa personalidad que forjó es al que le permitió torcer su destino: "Empoderarse es eso, cortar los vínculos tóxicos. Lloré, grité, tuve depresión, pero hoy me doy cuenta que todo valió la pena. No tengo vínculo con mis papás, pero tengo otras cosas y me dedico a lo que me gusta sin culpas".
Un mensaje para quienes no la están pasando bien: "Sea lo que sea se trunca, no va a venir nadie a rescatarte, si estás es la mierda tenes que tomar coraje y salir adelante. Cortá eso".
SEGUÍ LEYENDO
Belu Lucius: "En la escuela me hacían bullying: me decían gorda, nerd, fea"