Fernando Ruiz Díaz, en los estudios de Infobae
Fundador del grupo Catupecu Machu, Fernando Ruiz Díaz inscribió su nombre entre los 100 mejores guitarristas de la historia del rock argentino, según la revista Rolling Stone. Tras la disolución del reconocido grupo, en 2017 formó un proyecto musical llamado Vanthra. Hoy, vive un gran momento profesional, que también disfruta en lo personal, dedicándole tiempo a su hija de seis años. Para Fernando, será la madurez de los 50 que cumplió en enero.
Nació en Guadalupe, Santa Fe, y a los cuatro años llegó al barrio porteño de Villa Luro. Allí creció con su hermano, Gabriel Ruiz Díaz, quien lo acompañó desde el bajo en el proyecto de Catupecu. Hasta que todo cambió en la madrugada del 31 de marzo de 2006, cuando Gabriel sufrió un accidente automovilístico que le provocó un traumatismo craneoencefálico grave.
—¿Como son tus días?
—Muy intensos: no paro un minuto. Un amigo mío dice que desde chiquitito yo ya estaba con la aguja en rojo: soy de vivir así. Si estoy con mi hija, me levanto y le preparo un licuado que a ella le gusta, con leche de castañas de cajú, avena y banana. La llevo a la escuela y después arreglo mi casa; tengo albañiles ahora, estoy renovando un poco la pintura y esas cosas.
"Magia Veneno", Catupecu Machu
—¿Cómo te cambió ser papá?
—Primero y principal, me dio mucho arte: mi hija me dio eso. La tuve grande, a los 44 años.
—¿Sentís que conseguiste muchas cosas de forma fácil por ser conocido?
—Ponele. Yo no me drogo porque probé todas las drogas de chico. Sé que no me hizo nada, y todo esto fue antes de que existiera Catupecu, y cada cosa que probé, decía: "Esto está buenísimo, pero sé que te mata". Imaginate que después vino Catupecu y es tremendo todo lo que te ofrecen: tenés al alcance de la mano lo que querés, y gratis.
—¿Cuál es el lado negativo de la fama?
—El "disculpa que te joda…". Imaginate que estoy con mi hija, comiendo, y te vas a meter la lechuga en la boca y te dicen: "Disculpa que te joda… Fer, ¿me das una foto?". Tenés que ponerle mucha comprensión todo el tiempo. Cuando sos conocido no podés decir que no, entonces, si lo traspasas al resto de las cosas, es: "Tengo todas estas drogas y no les puedo decir que no, tengo todo este alcohol y me lo tengo que tomar, tengo todas estas mujeres y no puedo no aceptarlas…". Es muy loco.
—¿Qué fue lo mejor que te enseñó tu papá?
—Cuando yo era chico mis amigos debutaban sexualmente con una prostituta. Entonces una vez le pedí plata a mi papá para que me dé, porque mis amigos, que eran un poco más grandes, hasta me hacían bullying.
—¿Por no haber debutado?
—Por no haber debutado. Y porque quedaba bien tener plata para poder pagarle a una prostituta. Entonces le pedí a mi viejo una vez, dos veces, y él me decía que no. Un día tuve una pelea muy fuerte, yo siendo chico, y mi papá me miró, y no me olvido nunca. me dijo: "Hijo… no". Y se enojó fuerte. "No solo no te voy a dar, sino que no vas a ir. Y vas a entender un día que la mujer no es eso". Algo así me dijo.
"Sola", Vanthra
—En el amor, ¿cómo te fue todos estos años?
—Lo que más sufrí fueron mis relaciones porque a mí me gusta la cosa linda, generar situaciones alucinantes; no me gusta que la gente sufra por cosas que yo hice. Siempre viví como vivo ahora. Me enamoré de varias mujeres, que han sido los amores de mi vida; algunas fueron mis novias, con otras por ahí no hubo una relación de noviazgo pero me enamoré. Y después sufrí mucho porque me daba cuenta de que ya no podía hacer feliz a esa persona.
—¿Te dejaban a vos?
—Sí, siempre me dejaban. Todas las veces que me dejaron me dijeron siempre lo mismo: "Che, ¿pero me estás escuchando?". Y yo: "No…". Me distraía fácil.
—¿Ahora soñás con formar una pareja estable?
—No. La mamá de mi hija es un ser humano increíble, es una madre increíble, pero estoy separado hace tres años. Y te diré que cuando me separé, dije: "Esto ya está, no puedo lidiar más". Porque a mí me gusta hacer feliz a la gente. Me siento un facilitador de eso.
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