Venecia – Enviado especial
Laura Scagnole (59) y Raoul Faustinelli (75) viven en Lido, la isla a 20 minutos de la Venecia turística vía vaporetto, donde se desarrolla el Festival de Cine más antiguo del globo. Si bien tienen sus negocios al otro lado del charco, todas las tardes regresan a su lugar y, como en una ceremonia, salen a dar una vuelta en bicicleta junto a Tango, su toy poodle de cuatro años.
Por diez días al año su ruta tiene una pequeña variación. Se detienen por unos minutos frente al Palazzo del Cinema para ver su propio espectáculo, el de cientos, miles de fanáticos del cine, paparazzis y curiosos que se apelotonan por tener su mini segundo con una celebridad: una sonrisa, un saludo y si son muy, pero muy afortunados una firma y, si todas las estrellas entran en la alineación perfecta, una selfie.
"Hace 60 años que vivo aquí -dice Raoul- y cada edición es más y más grande, de hecho ya están construyendo dos resorts de 530 camas cada uno al otro lado de la isla, porque no deja de crecer. Son 10 días que es una locura, la paz desaparece, pero para nosotros es un show aparte, no nos molesta. Todas las tardes pasamos por aquí y con los que vemos tenemos tema de conversación para la cena".
Para los ojos adiestrados, como los de ellos, encontrar lo diferente o lo ordinario es una tarea sencilla: "Lo que sí notamos es que cada año viene gente más joven, no se si a ver las películas, pero seguro a ver las estrellas de cine".
Uno de los primeros en arribar fue Brad Pitt, para presentar Ad Astra en la competición principal. El carismático actor apareció casi como un fantasma en el puerto del majestuoso hotel Excelsior, a apenas 200 metros del Palazzo. Como todas las celebrities su ingreso al hotel es por un túnel que atraviesa la calle, asi no entra en contacto con el público. A las estrellas les gusta la exposición, pero sobre todo la tranquilidad.
Entre las que lo esperaron se encontraban las amigas Beatrice Zennaro, Giorgia Scarpa y Emma Casarin, que no superan los 20 años, y que llegaron bien temprano para tener la oportunidad de ver al actor "aunque sea un segundo". Así, cuentan a Infobae, pasaron más de siete horas sentadas frente al hotel hasta que el estadounidense partió en otro vaporetto hacia "un destino desconocido".
Como ellas alrededor de 100 adolescentes iban de un lado a otro, como sabuesos, buscando una pista sobre dónde podría estar Brad. "¿Y si vamos a la ciudad?, seguro va a uno de los restaurantes de siempre o se fue al Gritti". El Gritti es uno de los grandes palacios del siglo XV convertidos en hoteles, entre los más exclusivo de la Venecia histórica, ubicado frente a la emblemática iglesia Salute, un lugar mágico de acceso restringido y que tiene su propio súper yate de más de medio millón de dólares, el Riva, que realiza recorridos especiales para sus huéspedes.
Tentadas por huir, las que las detuvo fue la mayor, Emma, de 19, que les dijo que ella deseaba ver también a las top models Elsa Hosk, Candice Swanepoel y Martha Hunt. Disputa mediante, deciden quedarse y quizás se fue así su última oportunidad de ver al gran galán de Hollywood.
La Mostra no es solo un espacio para el cine, también las grandes empresas aprovechan que el spotlight se encuentra en esta parte del mundo para contratar a las mejores modelos y también a otras que aspiran a serlo, para que hagan el recorrido del Excelsior al Palazzo a pie, como en una gran pasarela de asfalto publicitaria.
Por las tardes esa pasarela explota. Las estrellas de cine van en auto hasta la alfombra roja, mientras que las modelos caminan como en el desierto, pausado, para captar la mayor cantidad de flashes posibles.
Quien sí se llevó la atención de todos los fotógrafos y el público fue Scarlett Johansson, que interpreta junto a Adam Driver a una pareja en crisis en Marriage Story (La historia de un matrimonio).
Los gritos para llamar su atención fueron ensordecedores y la actriz de Avengers, en un ajustadísimo vestido rojo, le dio al gran evento del cine ese toque glam hipnotizante. Aunque no se compararon con el favoritismo que el público sintió por Laura Dern, actriz secundaria en la cinta, quien dedicó más de 10 minutos a firmar autógrafos, sacarse selfies, saludar, volver para firmar más autógrafos.
Básicamente, Dern se robó el show y la gente se lo agradeció con vítores:"Laura, Laura" se oía como en una lluvia ensordecedora incluso cuando la presentación en la alfombra roja ya había finalizado y las estrellas se dirigían a ver el filme en la Sala Grande .
Quien no mostró mucho empatía por las cientas de personas que bajo un sol tremendo esperaban fue Driver, el ya no tan nuevo chico malo de Star Wars, quien apenas se acercó como en esas acciones que se hacen por compromiso y su rostro, adusto, daba la impresión que estaba más en su personaje maléfico, Kylo Ren, que en una fiesta de cine.
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