Era el lunes posterior a las PASO. Lunes frío meteorológicamente hablando pero "caliente" en lo que respectaba a la realidad política y económica del país. Y nosotros estábamos a sólo 150 metros de la quinta de Olivos. ¡Qué justo!
Adentro de un acogedor lugar que nos permitió olvidarnos de la baja temperatura, nos sumergimos en una charla de casi dos horas en la que tocamos todos los temas. Desde la actualidad del país, pasando por nuestras familias y -por supuesto- la música, que es lo que usted leerá a continuación.
No nos conocíamos personalmente pero era como si tuviéramos una relación de 30 años de amistad. Ese fue el clima de la charla, un diálogo ameno, frontal, lleno de recuerdos y vivencias. Una conversación con pasión y amor. Eso que sólo un artista de la talla de Raúl Porchetto puede brindar.
-La primera pregunta tiene que ver con tu presente. Hace muy poco comenzaste un programa de radio en Córdoba. ¿Cómo te llegó la propuesta? ¿Qué es lo que más disfrutás del medio?
-A mí siempre me gustó la radio. Había hecho hace 40 años. No me acordaba, hasta que un día Alfredo Rosso me dijo: "¿Vos sabés con quién empecé a hacer radio? Con vos". Yo no sabía que Alfredo era columnista mío y es un honor por la carrera que hizo después. Con lo que sabe y lo que es como persona.
Después estuve trabajando en Milenio y fue bárbaro el programa, que se llamaba "Algo de paz". Fue muy lindo, casi dos años, y tuve que dejarlo por un problema de salud. Pero realmente fue una experiencia hermosa.
El programa se llama Metegol y paso la música que me gusta, de todo tipo
Y, ahora, un amigo de Córdoba -que tiene una radio espectacular, que se llama Punto11– me venía proponiendo la posibilidad. Entonces, como yo estoy mitad y mitad entre Buenos Aires y Córdoba, se dio para hacerlo. Hemos tenido una buena respuesta en todo el país y en el exterior gracias a que salimos por Internet. El programa se llama "Metegol" (sale los sábados a las 19:00) y paso la música que me gusta, de todo tipo. Puedo pasar desde Bob Dylan hasta Raly Barrionuevo y leer a Borges, letras de Lennon o poesías de algún poeta cordobés o de Jujuy. El programa es muy sencillo, como soy yo, como si me sentara a charlar con un amigo.
-En abril fuiste reconocido por la Legislatura de la provincia de Córdoba por tu trayectoria. ¿En qué momento de tu vida te encontró?
-¡Bien! Siempre fui medio reacio a los premios. Tengo de la Legislatura de Buenos Aires y de otros lados que me han dado premios o reconocimientos que fueron muy lindos para mí. Pero lo de Córdoba fue toda la Legislatura y era como la provincia en sí con todos los legisladores presentes. Fue muy especial porque hablaron de diferentes bloques y todos me reconocieron por mi trayectoria musical, pero también por mi trabajo de derechos humanos, por mi trabajo por la paz. Para mí eso fue invalorable.
Después, el presidente de la Legislatura me decía: "Esto no se ha logrado. Pensar que dentro de 20 minutos nos vamos a estar matando". Y todos terminaron cantando "Noche y día" y fue emocionante. A esta altura de la vida, uno se va poniendo viejo y estas son caricias. Antes era más reacio pero ahora lo permito porque me hacen bien y me dan pilas para seguir. En un mundo en el que todos estamos contra todos, que haya un reconocimiento y que a alguien le interese lo que uno haga, es reconfortante.
A esta altura de la vida, uno se va poniendo viejo y estas son caricias
También cuando alguien me dice que determinada letra lo acompañó en un momento de su vida. Esas cosas no tienen precio. Doy gracias al universo por ser un puente. En realidad uno es un instrumento. La música y el lenguaje es mi capital. No tendré quizás otro capital valorado en sociedades tan materialistas pero este capital lo vivo desde un punto de vista muy especial. Creo que hay que valorar el presente: el pasado fue un presente y el futuro es otro presente que está por suceder. Lo que cuenta es el presente éste, el aquí y ahora.
-Hablemos de tu último disco (Sombras en el cielo), que tuvo una muy buena recepción del público y de la crítica. Incluso fue nominado a los Premios Gardel. ¿Qué sentís que a esta altura de tu carrera tu música siga tan vigente?
-Me encanta porque en algún momento parecía que era un tipo solo de los '80. Y yo siempre fui artista: fui de los '70, '80, '90 y ahora también. Mejor o peor. Esa es una evaluación que hará la gente. Entonces tenía cosas que decir y sigo sintiendo que tengo cosas que decir. Este disco me llevó mucho tiempo, tuve que pedir un crédito para hacerlo y fue coproducido. Soy muy obsesivo a la hora de trabajar. Tenía más de 40 temas. Para mí, la sonoridad y el lenguaje siempre fueron claves y ahora también le dí esa importancia.
Todo ese trabajo me llevó casi dos años y fue muy difícil porque fue todo independiente. Pero quedé contento con el resultado y sorprendido con la respuesta. Los primeros que escucharon el disco fueron amigos músicos, más que exigentes (risas), que estaban chochos, me decían cosas muy lindas; y dije: "Bueno, ya está. Si a ellos les gusta, el trabajo está cumplido".
Tenía cosas que decir y sigo sintiendo que tengo cosas que decir
Aparte busqué, por lo que quería decir y por los tiempos, que sea "rockerito". A mi edad, a la gente le empieza a gustar más el tango. Yo fui al revés: me gustaba el tango y luego me fui al rock y al blues. Me gusta toda la música. Quería hacer un disco que tuviera ese carácter y por eso grabé con León (Gieco), Juanse, Gabriel Pedernera, Rolo Sartorio, Daniel Porchetto y Botafogo, por ejemplo. Perdón si me olvido de alguno pero muchos amigos vinieron a participar. Todos aportaron lo mejor y fue un placer compartir el estudio con ellos. ¡Llevar a León a un estudio no sabés lo que es! Lo veía como un chico disfrutando. Es un hermano que adoro.
Ver a toda esta gente que me aportaba, gente que suma… En la vida nunca creí que uno puede hacer todo solo. Y así en todos los discos. Alrededor de 80 músicos me han acompañado en toda mi carrera. No quiero nombrarlos a todos. Pero muchos, de diferentes lugares, me han acompañado.
-Te llevo atrás en el tiempo. En 1972, vos tenías 23 años cuando lanzás Cristo Rock, tu primer disco. Fue producido por Billy Bond y contó con un joven Charly García, que estaba haciendo sus primeras armas. ¿Qué recuerdos tenés de esa época? ¿Cómo fue la grabación? Esto último te lo consulto porque era mucho más artesanal que hoy, no había tantos elementos ni tecnología…
-Era otro mundo. Esto no lo dije nunca: excepto Nito (Mestre), era todo Sui Géneris con los que estaba ensayando porque yo había ido a escuchar a Charly. Estaba buscando un tecladista, me encantó y le dije lo qué quería hacer. No era Cristo Rock, eran los temas que tenía pensado hacer para mi segundo álbum. Ahí nos hicimos muy amigos, íbamos a mi pueblo, Mercedes, a ensayar a la casa de un tío mío. Y era todo Sui Géneris.
Y ensayamos también aquí en Buenos Aires, en la casa del baterista. Y con Charly íbamos a todos lados. Íbamos a la casa de mi novia de aquel momento, que tenía un piano, yo no tenía. Apenas estaba empezando a tocar el piano. La guitarra empecé a los 9 años y el piano recién a los 23 en el conservatorio. Yo le mostraba por ejemplo "Sentado en el umbral de Dios" y él me hacía escuchar "Canción para mi muerte"…
-Intercambiaban material…
-Sí, tal cual. Nos pasábamos nuestros cancioneros. Charly es una persona hipersensible y muy cariñosa. Siempre lo fue. Entonces siempre tengo recuerdos muy lindos. Te cuento algo: cuando mi mamá partió, que no fue hace mucho, me dijo: "Siempre nos cuidaba Raúl, preparaba el café con leche". Nos daba la merienda a mí, León, Charly y los demás chicos. Esa era parte de nuestra vida.
Para entrar a grabar yo me encerré un fin de semana. Me encerré un viernes y el domingo terminé Cristo Rock. Yo todavía vivía con mis padres y era algo que me venía con la educación de colegio católico. Y entonces era algo que veía en el evangelio y otra cosa la realidad. Por ejemplo: "Amarnos los unos a los otros". Leía eso y después veía otra cosa en la realidad. El lunes lo llamo a Charly y le digo: "Carlitos cambié todos los temas para grabar". Ya estábamos a punto de entrar a grabar. Y me dice: "¿Qué?". Y le digo: "¿No querés que nos veamos". Y me acuerdo que él se vino para la casa de mis viejos, le mostré, le encantó y me dijo: "Vamos para adelante". No teníamos mucho que hablar. Nos poníamos música y era compartir desde los silencios. Era muy lindo.
Charly es una persona hipersensible y muy cariñosa. Siempre lo fue
Charly vivía en Caballito y yo en Flores. Nos encontrábamos en Donato Álvarez, a mitad de camino, y ahí nos tomábamos el 404 (actual 44), nos bajábamos en Barrancas de Belgrano e íbamos a Fonart, que había que cruzar una pequeña villa. Nosotros salíamos tarde. Charly era el único que me entendía, era el único con el que volábamos con todo eso. La obertura la fuimos a grabar en la Consolata, ahí en La Paternal. Yo había estudiado en el colegio Claret, entonces le pedí al director si nos dejaba grabar y ahí fuimos y grabamos con Robertone, que llevó un grabador de dos canales y fuimos Charly, que grabó el órgano de tubos; y yo, que hice los bajos. Ahí grabamos la obertura de Cristo Rock. Y no se entendía, era muy loco lo que estaba planteando. Pero Charly sí me entendía. Era el único.
Lo primero que Charly me preguntó cuando nos conocimos fue: "¿Qué música te gusta?". Entonces yo le fui diciendo y él me respondió: "Lo mismo que a mí". Ahí me dije: "Empezamos bien" (risas). Era como cuando las parejas se preguntan de qué signo sos. Nosotros con Charly nos preguntamos qué escuchábamos y ahí nos dimos cuenta de que nos podíamos entender. Era mirarse y saber cada uno para dónde queríamos ir.
Charly participó después en un montón de discos, hasta en Metegol. En algunos figura y en otros no pero estaba. Él siempre venía cuando lo llamaba, como otros amigos: Nito ha grabado mucho conmigo, León ni hablar y así varios.
-Me nombraste a Charly, Nito, León y me das el pie para que hablemos de PorSuiGieco. ¿Es un mito o es cierto que querían fundar una editorial? ¿Cómo fueron esos primeros encuentros? ¿Qué anécdotas recordás?
-No es un mito que queríamos fundar una editorial. El tema era así: la compañía te pedía que firmes con la editorial de la compañía y te sacaban un 30%, pero después vos veías que ellos no hacían ningún trabajo y cobraban. Eran como un FMI (risas).
-Pero después la lucha esa no prosperó. Se pusieron a hacer música y dejaron de lado la idea de la editorial…
-Claro, nos juntamos en la casa de Alicia, que después iba a ser la esposa de León, para ver cómo hacíamos con la editorial y todo eso. Después de estar media hora tomando mates y hablando, nos miramos y dijimos: "Imaginate nosotros siendo empresarios. Y no, no nacimos para eso".
Primero nos preguntamos: "¿Qué hacemos?". Y dijimos: "¿Por qué no tocamos en unos días?". Ahí empezamos a buscar nombres. Cada uno escribía nombres y empezamos a tirarlos. León tenía una banda que se llamaba "León Gieco y la Banda de Caballos Cansados". Entonces, a Charly se le ocurre: "PorSuiGieco y su Banda de Avestruces Domadas". Y ahí quedó el nombre original. Eso fue en el '74.
A Charly se le ocurre PorSuiGieco y su Banda de Avestruces Domadas. Y ahí quedó el nombre original. Eso fue en el ’74
Después nos propusimos tocar en el Auditorio Kraft ya que con León tocábamos bastante ahí. Hicimos los carteles, nos llevamos una lata de engrudo y salimos a pegarlos por Avenida Corrientes y por Córdoba. Nito y León se pusieron de una vereda y yo de la otra, en una época que ya era medio complicadita. Ya estaba complicada la cosa. Y pegamos esos carteles, que eran unos volantes que habíamos impreso, y no sabíamos qué iba a pasar. Cuando llegamos ese día, había una cola impresionante y así comenzó PorSuiGieco. En realidad era una reunión de amigos.
-Después hicieron una minigira…
-Sí, hicimos una minigira que comprendió Mar del Plata, Tandil y Bahía. En Tandil hay registros grabados, que los conseguimos hace muy poco. León los consiguió. Como ahora, que a través del INAMU (Instituto Nacional de la Música), se recuperaron las cintas de 2 pulgadas para poder masterizarlo, que fue maravilloso. Charly creo que no está enterado de que se recuperaron esas cintas. Fue muy linda la gira. Fue el primer micro de gira que sale del rock argentino, que lo había armado un amigo que había sido compañero mío de facultad.
-Y hay fotos del micro…
-Sí. Hay una foto de nosotros empujando el micro que se había quedado. Con el barro pusimos con nuestros dedos PorSuiGieco. Fue una gira muy especial y divertida. Y después, en el '76, se graba el disco, que nos ofrece Jorge Álvarez. Un disco que hasta el día de hoy es muy recordado. Yo siempre digo que fue una cofradía de amigos. No fue institucionalmente una banda.
-Hablamos bastante de Charly García pero ahora te quería preguntar qué sentís al verlo hoy tan activo, que toca cada tres o cuatro meses, que llena teatros -hace unos días colmó el Luna Park-, que hace dos años sacó un nuevo álbum… O sea, después de todo lo que le pasó, ¿qué te genera como amigo verlo tan bien?
-Realmente su presente me emociona porque lo amo. Carlitos sigue siendo para mí el mismo Carlitos que conocí cuando tenía 18 años y tenemos esa misma relación. Desde algún lugar nos miramos y estamos conectados desde ese lugar, sin el bagaje que después cada uno va a tener en su recorrido.
Realmente el presente de Charly me emociona porque lo amo
Entonces es como que desde un lugar hay como una vibración, un salto cuántico. A él, que le gusta un poco lo de Tesla y yo siempre fui un amante de Tesla, hay algo inalámbrico que nos conecta más allá y es muy especial porque uno quiere que los amigos estén bien; y creo que la cosa que más feliz lo hace en la vida es poder tocar.
Él necesita tocar, respira música, respira notas. No respira H2O, respira melodías, ritmos y armonía. Decodificar a Charly me parece que es a través de un pentagrama y, desde ese lugar, me pone muy feliz. Que tenga el amor de la gente y él tenga la posibilidad de seguir tocando es un regalo que la vida le da.
-Volvamos al presente para la última pregunta. Se va a lanzar un libro que contendrá poesía tuya. ¿Qué podés adelantar? ¿Cómo te llegó la propuesta?
-Me llegó por intermedio de la Universidad de Córdoba, de alguien que admiro y respeto mucho, que es el doctor José Ortega. Que sea algo tan prestigioso como la Universidad de Córdoba y poder yo poner ahí toda mi poesía y letras de mis canciones en diferentes épocas, es algo muy lindo.
Todas las facetas que te puede dar la poesía, que son infinitas, y es mi búsqueda la que está en el libro. Me llega en un momento especial de mi vida. Desde esa búsqueda, creo que poder encontrar algo concreto es muy difícil. Yo estaba lleno de certezas cuando era chico y hoy es todo lo contrario: estoy lleno de incertidumbres. Creía que iba a ir achicando el horizonte y se va agrandando. El libro es una fotografía de lo que fue mi vida. Que me den esa posibilidad me encanta…
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