Dice que el paso del tiempo no le preocupa. Más bien, la ocupa. "En estar bien, en tener calidad de vida", dice Araceli González, quien el 19 de junio cumplió 52 años. "A esta edad lo más importante es llegar bien mentalmente", advierte quien inició su carrera artística como modelo para luego desarrollarse como actriz, con roles consagratorios en Mujeres asesinas y Guapas, entre otras ficciones televisivas, pero también brillando en teatro y cine. Y agrega: "A partir de los 50 las hormonas nos juegan una mala pasada a las mujeres: debemos ocuparnos en evolucionar y ganar sabiduría". Y así, con esa madurez, respondió las 12 preguntas de Teleshow.
1. —¿Cuál es el recuerdo más feliz de tu infancia ?
—Escucharla cantar a mi mamá "Madreselva en flor". Siempre me alegraba verla feliz. A ella, que peleó por nosotros sola… Con coraje. Porque en la época en que se separó, ¡no todo el mundo lo hacía! Yo tenía ocho años, y mi hermano cinco. Defendió su dignidad, sabiendo las dificultades que eso le traía, sola, con nosotros dos. Con su ejemplo, con sus valores, ella me enseñó a ser digna.
2. — ¿En qué momento supiste que ibas a formar parte del mundo del espectáculo?
—Cuando tenia ocho años. Estábamos con mi mamá y mi hermano esperando el colectivo a la madrugada, en una noche fría. Se sentía soledad. Y miedo. En ese momento yo sentí que iba más allá de lo que vivía, y que pasaría esa barrera que en mi infancia me angustiaba. No sé si ahí se tuve la decisión de ser pública o famosa, pero sí la decisión de saltar la ola, de saber que iba a trabajar muchísimo para mejorar nuestra calidad de vida. Y lo cumplí. Desde pequeña me encantaba ser la artista de la familia: animaba todas las fiestas, amaba las danzas, la pintura, el canto. Hasta que a los 15 años me regalaron presentarme a una agencia de modelos, y ahí no paré más. Soy una mujer sensible, apasionada, espontánea, visceral, verdadera y con carácter, porque de otra manera no hubiese llegado a este lugar: vengo del menos diez, en el buen sentido, peleándola al lado de mi familia pero siempre respetando mis preceptos de vida, que los tengo grabados.
3. —¿Cuáles eran tus referentes en tus comienzos?
—Sinceramente, no tenía referentes. Jugaba a ser artista. Y alegraba a mi familia: amaba verlos felices. Hay una zona de mí que se conoce poco: además de lo que ven o creen conocer, ¡soy muy divertida! Es algo que suelo cuidad (risas).
4. —¿Ventajas y desventajas de ser una madre joven?
—¿Ventajas? No me imagino una vida sin mi hija (Florencia Torrente). Ella fue mi compañera en todo mi crecimiento como persona y profesional. Me acompañaba a todos lados, siempre estaba conmigo. Me acuerdo que a los tres meses de haber nacido ya estaba trabajando porque mi meta era darle la mejor vida. A ella y a mi familia. ¿Desventajas? Quizás pensar que no pude hacer una carrera internacional. Ya que me habían contratado de España y Tokio cuando mi hija tenía 5 meses, y solo pude ir a España: viajar a Japón era imposible con ella tan beba. Y priorice su calidad de vida: yo elegí la familia. Pero no puedo quejarme, mi carrera la hice acá. Y estoy feliz con eso. Mientras todas bailaban, yo le daba la teta a mi hermosa Tota.
5. —¿Quién fue el amor de tu vida?
—El amor más pleno, hoy con 52 años, sin dudas es Fabi (por Fabián Mazzei, con quien se casó en 2014 luego de años de noviazgo) Es la persona más hermosa que conocí. Él eligió, a pesar de todo, estar a nuestro lado: se la jugó por lo que creía, nos eligió, porque éramos un combo. De verdad, nadie imagina la locura de esos tiempos. Eligió la familia adoptiva, y nos cuidó y nos cuida mucho. ¡Nos ama! Y eso no es poca cosa. Los amores son distintos, con distintas intensidades, algunos son amorosos y otros revoltosos. Obvio que también tiene que ver con las edades, que no son las mismas: creo que con Fabi es más sólido porque somos más maduros y buscamos lo mismo. Los años nos ponen más sabios.
6. —A la distancia, ¿te arrepentís de tus declaraciones sobre Adrián Suar y el trabajo en Polka?
—Yo no me arrepiento de decir la verdad. La verdad nos protege.
7. —¿En qué momento del día extrañás más a tu mamá, Rosa Monteferrario?
—A mamá la extraño a diario: son segundos de 0 a 100 en los que me angustio mucho… Ella era mi todo: mis redes, mis sogas, mis nidos… ¡Mamá era todo eso! Mis abuelas también: luchadoras, madrazas. Y con mucho carácter. Llevaban adelante las casas, trabajando adentro y afuera. Mis mujeres. Y las mujeres que quedamos tenemos una fuerza increíble: somos potentes, contundentes y dignas.
8. —¿Cuál fue tu personaje favorito en la ficción?
—Mi personaje más precioso fue Camila (la joven sorda que interpretó en Nano, la exitosa novela con Gustavo Bermúdez en 1994). Para ese trabajo estudié una lengua que no es la mía, y entregué todo por una comunidad que amaba ser escuchada. El mejor de los regalos.
9. —¿Participarías del Bailando?
—No… ¡porque estoy más cerca de quebrarme que de que bailarlo! (risas). Pero amo cómo mi hija lo aborda y se despliega, destacándose en elegancia y responsabilidad. Es muy obsesiva cuando busca una meta. ¡Bella!
10. —¿Vas a ir al piso de ShowMatch a ver a tu hija bailar?
—Me encantaría ir porque siempre la acompaño. Lo vamos a ir manejando. Quiero que sea espontáneo. Yo solo hago lo que me hace y nos hace bien. Ya verla para mí es un gran disfrute. Y es su espacio: yo respeto los espacios que eligen mis hijos, aunque mucho se comparta, por estar en la misma profesión.
11. —¿Hace cuánto que no hablás con Suar?
—20 años. Y por elección de él.
12. —¿Qué crees qué hay después de la muerte?
—La muerte: mi trabajo pendiente. Quiero encontrarle el mejor costado como lo hice en su momento con mi soledad. Me amigué, para de ahí salir con fuerza.
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