La irrupción del exitoso PH, Podemos Hablar en la pantalla de Telefe en la noche de los sábados se transformó en una piedra en el zapato para Mirtha Legrand y su programa, La Noche de Mirtha. Incluso, este año se corrió de la competencia directa y actualmente hace sus cenas más temprano en la pantalla de El Trece, para evitar una confrontación en la que -en términos reales de audiencia- salía perdiendo sistemáticamente.
Mirtha nunca le perdonó a su ex productor Martín Kweller la creación del ciclo programa de Andy, caracterizado -sobre todo en sus inicios- por tener un estilo diferenciado en la conversación con sus invitados, bajo el lema "podemos hablar". La charla tiene lugar mientras comen -tal como hace ella hace 50 años en la televisión- pero con un conductor menos "protagonista", que deja que los comensales se explayen y discutan en buenos términos, donde todos tengan su voz más allá de grietas y enfrentamientos; algo que en el ciclo de la diva, entre interrupciones y ciertas negativas de muchos famosos a asistir a esos encuentros, se había perdido.
Tiempo después las cosas cambiaron, al punto que la comida en sí misma pasó a un segundo plano en el programa de Kusnetzoff: la mayor parte del programa sucede en el segmento Punto de encuentro, previo paso a la mesa donde siguen las confesiones de los invitados. Y ahora, El Trece promociona el programa de diva justamente bajo el lema de su competencia.
Quien vea las promociones de los programas de la Chiqui podrá comprobar desde hace varias semanas que las placas que se intercalan entre las imágenes anuncian que en sus ciclos se puede "hablar", porque "hablando nos entendemos mejor". En definitiva, anuncian que allí "podemos hablar" -aunque no exactamente idéntico, el juego de palabras es similar- para resaltar justamente la mayor virtud de la competencia. Y no parece un detalle librado al azar desde el área de promociones de la emisora.
La promoción del programa de Mirtha Legrand
Y es que hablando se entiende la gente. Porque Mirtha propone justamente eso: "Hablar para poder entendernos", tomando la consigna que quiso diferenciar a Kusnetzoff desde el arribo de PH. Para la diva fue una gran traición que la misma productora que hacía su ciclo -la ex Endemol, hoy Kuarzo– llevara a la misma hora a otro conductor con un esquema similar al suyo pero aggiornado a estos tiempos, y de algún modo más pacífico y plural en voces y opiniones. Lo cierto es que desde tiempo después Kweller solo pone los estudios para que salga al aire, pero es el nieto de Mirtha, Nacho Viale, quien produce su programa.
Si bien ya no compiten en horario –Mirtha va a las 20, Andy a las 22-, las estrategias de la televisión se copian a sí mismas en una época de vacas flacas y un rating esquivo para más de la mitad de la programación de la grilla. A la hora de convocar audiencia, todo vale.
El programa de Kusnetzoff es acaso la versión moderna del de Mirtha Legrand, y en realidad ambos conviven en paz después de los enojos del comienzo. Cuando en PH solo se trataba de una comida con invitados, el parecido con el de Mirtha era demasiado alevoso. Luego comenzó a ganar tiempo al aire el espacio en el que los invitados se dirigen al punto de encuentro en caso de coincidir en la consigna grupal: suele ocupar más de la mitad del programa. Para cuando pasan a la mesa ya son más de las 11 de la noche, y la diva ya lo está viendo en su casa.
La Noche de Mirtha sale en vivo, a diferencia de PH, Podemos Hablar, que se graba con algunos días de anticipación. Eso le permite al programa de Kusnetzoff tener invitados que por la noche hacen teatro y no van a lo de la diva, lo cual le genera otro dolor de cabeza a su producción. Durante la semana las agendas de los productores de ambos ciclos compiten por tener al invitado del momento porque en definitiva, más allá de no ir a la misma hora, también se juegan el honor y el rating.
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