Fascinado con la llegada del circo de los Guasconi a su pueblo, Enrique Mendoza sacó entrada para la primera fila, en la primera función. Zulma salió a escena, como cada tarde hizo a la perfección su número como trapecista. Lo que aún no sabía era que también enamoró a su espectador, que gastó todos sus ahorros para poder estar cada día en el show, en la misma butaca, con la esperanza de que su amor platónico lo viera.
Tres días antes de que el circo partiera a otra ciudad, Enrique tomó valor, habló con el dueño de la compañía y le pidió la mano de Zulma: "Si ella quiere no hay problema, pero el domingo nos vamos, tendrías que venir". Sin dudarlo, dejó todo por amor, se sumó a la gira circense y él y su hermosa trapecista se casaron. Fruto de si historia de amor, nacieron Silvia, Patricia, Adriana y Flavio.
Nombre completo: Flavio Ariel Mendoza
Fecha de nacimiento: 22 de diciembre de 1974
La infancia de Flavio Mendoza, creador del circo del Ánima, es diferente a la mayoría de las personas. Para él, sería imposible enumerar los colegios a los que fue, los compañeros que tuvo de escuela o los barrios en los que vivió. El coreógrafo tenía a sus hermanas como amigas, y a un tráiler como casa.
Es que el jurado del BAR del Bailando vivió y creció hasta sus doce o trece años, cuando sus padres fundieron, en el circo familiar: allí convivían, viajaban, estudiaban y trabajaban él y sus tres hermanas mayores Silvia, Adriana y Patricia, sus padres, sus primos, sus tíos (cuatro hermanos de su mamá) y sus abuelos maternos.
Mendoza compartió con Teleshow fotos de su infancia y recuerdos. Además, derribó varios mitos en torno al mundo circense. "Hay cosas que se dicen que solo pasan en las películas", bromeó.
"Lo que más me gustaba cuando era chico era la Navidad, pero por vivo", confesó y explicó: "Al pasarlas en el circo, estábamos con mis tíos y mis abuelos, entonces todos nos hacían regalos".
Es que en fechas como esa, Fin de Año o cumpleaños, todas las familias se juntaban y armaban una mesa gigante en el medio de la carpa. El resto de los días, lejos de lo que podría creerse, cada familia vivía y comía en su tráiler, que era como su casa.
En el tráiler de los Mendoza estaban sus papás, él y sus tres hermanas mayores y su abuela: "No era de sangre, pero le decíamos así. Primero teníamos un motorhome muy sencillo, después tuvimos uno más grande, con dos habitaciones, la de mis padres y la nuestra, donde había dos cuchetas, yo como era el más chico compartía la cama con mi abuela".
"Íbamos de pueblo en pueblo, en Brasil estuvimos cuatro años. Íbamos unos días a un lugar, después a otro pueblo, entonces cambiábamos de colegio. A la escuela íbamos a la mañana, llegábamos, estábamos en el circo, tal vez había que viajar para la función y al día siguiente mi mamá nos bañaba con unos baldes para que pudiéramos ir al colegio. Nunca dejamos de estudiar", resaltó Flavio que definió su infancia como "nómade".
Claro que vivir de gira tenía su parte positiva y su parte negativa: "Si ibas a un colegio y no te gustaba, ni tus compañeros, ni maestra, sabías que al poco tiempo te ibas, entonces no importaba. Pero si te gustaba, también te ibas al poco tiempo".
Sin tecnología y sin tiempo para fortalecer los vínculos, era muy difícil hacer amigos. Es por eso que los mejores amigos de Flavio y sus compañeros de juegos eran sus hermanas y sus primos. "Una vez que te ibas de un lugar, no había más contacto con nada", dijo y recordó que cada vez que desembarcaban en un nuevo sitio, para los más chicos la incertidumbre estaba puesta en saber si podrían o no ver televisión: "Llegábamos a un pueblo y veíamos que había una antena grande y ya decíamos 'uh no vamos a poder ver tele'. Poníamos un tubo arriba de la tele y lo movíamos a ver cómo se veía".
A la hora de jugar, todo estaba al alcance de la mano. "Las funciones era lo que más gustaba, ¡porque era la acción!", dijo contento Flavio que subió por primera vez al escenario a los diez años: "Y era grande, mis hermanas debutaron mucho más chicas. Yo hacía de todo, trapecio, aprendí a sostenerme con los dientes porque veía a mi hermana". Es que para él, contorsiones, acrobacias y otros número artísticos eran moneda corriente.
Sin embargo, su máxima travesura era escaparse al bufet del circo, que era manejado por su mamá: "Me robaba las llaves y me escondía para comer alfajores y tomar una gaseosa. A veces mi hermana también lo hacía. Entonces, cuando uno lo hacía, el otro buscaba la llave y no la encontraba, golpeaba la puerta y el que estaba adentro se asustaba, hasta que nos encontrábamos".
En aquella época en los circos estaba permitido usar animales. "Menos jirafas, tuvimos de todo. Leones, elefantes, tigres, panteras. Era otra época, hoy no se puede, pero si se pudiera yo tampoco los tendría", recordó Flavio y destacó dicho cambio en el mundo circense, a pesar de que a partir de aquella directiva, las compañías tuvieron que reinventarse y muchas de ellas no pudieron.
Para revivir aquellos años, Flavio hizo el circo del Ánima en Parque Avellaneda Shopping: "Me enorgullece. Desde aquella época que en mi familia no había más circo y yo lo traigo de nuevo". Cada día lo acompaña su hijo Dionisio de 15 meses, que cada vez que puede, saluda al final con él.
Su circo, en el que trabajan más de ochenta personas entre artistas en escena, banda de música y técnicos, es un homenaje a su familia, y especialmente a su abuelo: "Mi recuerdo de él es en Brasil, donde vivimos cuatro años. Me acuerdo de él en la previa del circo, con camisa blanca y pantalón con tiradores, dirigiendo todo mientras fumaba un cigarrillo".
"Le pedía un cruzeiro (dinero brasileño en esa época) y él me lo daba, tal vez no era un hombre muy cariñoso, de alzarte o darte un beso, pero supongo que esa era su forma de demostrar cariño. Esa es la imagen que tengo más presente de él porque falleció al poco tiempo que volvimos a la Argentina", recordó.
Su tío Osvaldo, que estaba en el show familiar, va todas las tardes a ver su espectáculo: "Se sienta adelante, se emociona y llora. Verlo a él, es verlo a mi abuelo".
"El día del debut también vinieron mis hermanas y al momento del saludo subieron al escenario, cuando vino Silvia, Dionisio es igual a ella, vi a mi mamá, tan parecida, fue un flash", dijo, recordando a Zulema que falleció hace un año.
Sobre si le gustaría que su bebé siguiera sus pasos y se dedicara también al mundo artístico, dijo que espera que "haga lo que quiera" y que él siempre lo va a estimular y acompañar. Por ahora, el pequeño lo mira y copia algunas cosas del show, pero "es muy chico" para actuar, dijo Flavio al ser consultado sobre si pronto se los podrá ver en escena juntos.
Dentro o fuera del circo, haciendo arte o no, el coreógrafo solo quiere una cosa para el futuro de Dionisio: "Que sea honesto y honrado. Que sea feliz".
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