"Despierta soledad, envuélveme, soy esa extraña dama que está dispuesta a vencer". Pocas líneas suenan tan icónicas como esas estrofas de la canción –himno a esta altura, en la insuperable voz de Valeria Lynch– de la telenovela que hace treinta años llegaba a las pantallas de la Argentina, protagonizada por Luisa Kuliok, Jorge Martínez y un elenco tan variado como memorable: de María Rosa Gallo a Gabriel Corrado y Gustavo Garzón; de Andrea Barbieri (la inolvidable Fiamma) hasta Ana María Campoy y Raúl Rizzo y una lista interminable. En agosto de 1989 se estrenó La extraña dama por la pantalla de Canal 9 y la historia de la televisión local, por la gran apuesta que implicó el proyecto encabezado por el productor Omar Romay, cambió para siempre.
"Fueron en total 115 capítulos. Eso es extraordinario porque no llegaron a ser seis meses al aire. Sin embargo, es maravilloso lo que pasó y que treinta años después se siga recordando con tanta fuerza y que de alguna manera se tome también como un ícono de los teleteatros. Era una gran historia y sigue teniendo una vigencia de mucha vitalidad en varios países del mundo", celebra Luisa Kuliok en diálogo con Teleshow tres décadas después de un fenómeno que sigue presente en la memoria de los televidentes.
Tráiler de "La extraña dama"
La actriz, que jamás había estado en contacto con monjas, debió interpretar a una muy particular y encarar un auténtico desafío: "Cuando me puse por primera vez los hábitos supe y sentí quién era ella. Ahí es donde aparece algo misterioso, pese a todo una como actriz sabe por dónde va esa mujer. Yo sentí de inmediato a la monja y a esa extraña dama".
"Hace 30 años yo estaba filmando en Puerto Rico una novela que era sobre la vida de Julio Iglesias. Se llamaba Amor. Me llama Omar Romay. Me dice: 'Espero verte pronto'. Le digo que no tan pronto porque me quedaban como cuatro meses de grabaciones. Él me insiste que me llamaba con bastante tiempo de anticipación como para que no pudiera decirle que no. Me cuenta que estaba con una telenovela de tales características, que iba a estar en manos de Diana Álvarez, que Juan Carlos Suárez iba a hacer la dirección de fotografía. Con eso ya me había convencido, porque yo debuté con ellos, ellos fueron para mí dos personas increíbles", recuerda, por su parte, Jorge Martínez, el galán de la historia que debió encarnar a Marcelo Ricciardi.
Una apuesta en medio del caos
Eran tiempos convulsionados para la Argentina: 1989 había comenzado con cortes de luz programados y poco después llegarían el copamiento del cuartel de La Tablada, la hiperinflación carcomiendo los bolsillos de los argentinos, la crisis política y social de los últimos meses del gobierno de Raúl Alfonsín, los saqueos, el adelantamiento de las elecciones y la transición hasta la llegada de Carlos Menem a la Casa Rosada.
La televisión, golpeada por el contexto en el que se encontraba el país, tenía pocas novedades para ofrecer, mientras que, por las medidas tomadas por el gobierno radical durante los meses de verano a partir de la crisis energética del año anterior, se vio restringida a emitir apenas cuatro horas diarias. Sin embargo, en medio de esas dificultades el productor Omar Romay -hijo de Alejandro Romay, el Zar de la televisión vernácula, a cargo de Canal 9- decidió llevar adelante una apuesta osada: compró los derechos de una historieta que había pensado Lucy Gallardo -una actriz argentina radicada en México- y había salido en una revista mexicana por entregas. Así, comenzó a trazar los bocetos de una superproducción televisiva de época con ese material. Llegó incluso a prometer su producto a empresarios estadounidenses que invertirían algo de dinero en su novedosa propuesta.
Pero apenas se puso en marcha, Romay tuvo algunos problemas. Los medios de la época anunciaron con bombos y platillos que la telenovela estaría protagonizada por dos actores muy populares por aquellos días: el argentino Jorge Martínez y la venezolana Jeannette Rodríguez.
Sin embargo, tal como contó el propio Romay en el libro Estamos en el aire, de los periodistas Silvia Itkin, Carlos Ulanovsky y Pablo Sirvén, a poco de comenzar Rodríguez, por entonces una auténtica estrella que había protagonizado tiempo atrás la exitosa novela Cristal, se bajó : "Un productor, el peruano Pepe Crousillat, se entera de que había metido la novela en los Estados Unidos, viaja a Buenos Aires y le ofrece el doble de lo que yo le pagaba, 300 mil pesos por mes, por dos años y dos novelas. Jeannette se enferma, me llama el marido y me dice que no soporta Buenos Aires, que el clima le hace muy mal y que la tengo que liberar del compromiso".
En la memoria de Martínez, Rodríguez se fue sin dar muchas explicaciones: "Estuvimos ensayando, se le hizo todo el vestuario, las pelucas, todo. Y quince días antes de comenzar pidió un adelanto de dinero y se fue no sé si a Miami o a Venezuela. Entre todos no la pudimos frenar. Ahí yo dije: 'Esto se hace o se hace, esto va a ser un éxito porque es una gran novela'", reveló.
Según el actor, obligados a buscar una actriz de apuro, todo se resolvió durante una comida: "Estábamos comiendo en la casa de don Alejandro Romay. Y yo le digo: 'Mirá, Alejandro, esta novela la hago como sea'. Estaban en la mesa Raúl Rossi, Pepe Cibrián y la plana mayor de Canal 9. Romay pregunta qué opiniones teníamos. Le digo: 'Alejandro, con quien usted me diga'. En ese momento lo hacen ir a Mario Bovcon, el gerente artístico, para el canal. Estábamos como a seis cuadras. Bovcon dice: 'Va a ser muy difícil encontrar a alguien ahora'. A las dos horas volvió con el nombre de Luisa Kuliok. Y todos levantamos la mano de acuerdo con la decisión".
Por su parte, Kuliok asegura que decidió tomar el papel luego de leer apenas tres escenas del libreto que le ofreció Romay, pero que pidió algunas condiciones a la hora de grabar porque tenía un hijo muy pequeño: "Cuando me llaman para hacerlo les dije que tenía un hijo de un año y solo podía determinada cantidad de horas porque no lo iba a dejar. Yo había hecho un arreglo de todas maneras para que mis escenas en piso se grabaran todas juntas. Si no, no podía tomar el trabajo".
El secreto de un éxito
Tal como señalaron en su libro Itkin, Ulanovsky y Sirvén, uno de los condimentos clave del éxito de La extraña dama fue su gran despliegue y una historia para nada convencional: "La opulencia inédita de La extraña dama contrasta con la pobreza franciscana del resto de la programación, y de pronto se instala en el Olimpo del rating. 'La novela –detalla Omar Romay en abril de 1999– empezó con 12.6 puntos de rating en agosto de 1989 y terminó en enero de 1990 con 46.7′".
Kuliok encarnó a la protagonista, Gina Falcone, que luego se convertiría en la monja Sor Piedad y a la vez sería la misteriosa Baronesa Manfredi por las noches. Aquella extraña dama dispuesta a vencer y atormentada por amor, como señalaba la cortina del programa, tuvo un romance con Ricciardi, que en principio se ve trunco. De él, sin embargo, nace Fiamma, la joven que crece alejada de su madre, con la que años después se reencuentra en un convento.
La inolvidable apertura de "La extraña dama", con la canción interpretada por Valeria Lynch
"Es una historia de mucho sacrificio, de renunciamientos y de ética. Yo siempre digo que más que una historia sobre la religión, es una historia sobre la ética, sobre aquellas actitudes que uno en primera instancia decide, más allá de la moral de la época, más allá de lo que se supone en cada época que está bien o mal signado por la cultura o las costumbres. Hay un lugar que es el ético, que tiene en cuenta una decisión profundísima respecto de quién es uno en este mundo, cómo está instalado y qué es en relación con las otras personas", analiza Kuliok y agrega: "Gina hace lo que hace, arriesga su alma en virtud de la felicidad de su hija. Para una persona de fe era enorme esto. Pero ella lo toma como algo necesario, algo imprescindible para la felicidad de la hija".
Para Daniel Delbene, uno de los guionistas del programa, el gran engranaje que suponía un elenco enorme, gran producción y una historia sólida es, en parte, una explicación del éxito y el fervor popular que implicó. A las 18, cuando arrancaba cada capítulo, el país entero quería saber qué iba a ocurrirle a la protagonista y al enorme elenco que la acompañaba.
La telenovela contó con un elenco memorable, entre quienes se destacaban Andrea Barbieri, Gustavo Garzón y Gabriel Corrado
"Aquella fue una época de la televisión muy distinta a la que conocemos ahora. Detesto decir que todo tiempo pasado fue mejor porque no es cierto. Pero en aquellos años la televisión tenía unas características que la hacían mucho más interesante que ahora. Por empezar, en esa época, la ficción tenía en Canal 9 un espacio especial. En esos años tenía quizá unas quince ficciones entre semanales, unitarios, novelas de la tarde, Alta Comedia y más. Canal 9 hacía tres o cuatro veces más de ficción de lo que se hace hoy en todos los canales juntos", explica a Teleshow.
Martínez, además, suma un dato no menor: "Hubo una inversión muy grande de dinero. Por estar ambientada en los años '40, además, no se podían ver cables, había que tener en cuenta varios detalles, por ejemplo, para que no aparecieran sonidos que no eran de la época. Por eso fue muy difícil elegir los lugares de exteriores". Entre otros lugares, la tira se grabó en Colonia, Uruguay, para recrear el pueblo ficcional de Campo Seco, y en distintas localidades de la provincia de Buenos Aires.
En total, "La extraña dama" tuvo 115 capítulos
"Omar había estudiado en Estados Unidos y, cuando vuelve a la Argentina, lo hace con una especie de know-how de cómo se hacían las cosas allá. Entonces arma un primer equipo de autores. Yo hasta La extraña dama escribía solo, como escribía solo Migré y otros. Había empezado con los libretos de Amo y señor, la telenovela con Arnaldo André. Y ahí me quedé en el 9. Hice un par de novelas con André, después trabajé en una telenovela de una pareja como Gerardo Romano y Carmen Sevilla que se llamaba La viuda virgen. ¡Una mujer viuda con dos hijos y virgen! (risas). Después había toda una explicación por eso. Era muy gracioso el tema", recuerda Delbene, quien apunta que para su superproducción Romay compró una computadora -toda una novedad para la época- que solamente él se animó a usar a la hora de escribir.
"Pero la idea de equipo la trae Omar de Estados Unidos porque era la forma de hacer televisión allá. Se armaba una cabeza de equipo con dialoguistas o tipos que escribían los libretos", explica. En el caso de La extraña dama, el equipo estaba integrado, entre otros, por Norberto Vieyra -quien ocupó un rol clave, según señala Kuliok-, Enrique Sdrech hijo, Marcia Cerretani, Alma Bressan y María Teresa Forero. La dirección de una experta como Diana Álvarez completaba una suerte de dream team para el rubro.
Atormentada y valiente
Una mujer protagonista con tanta potencia hoy podría leerse casi en otra clave. "De alguna manera es una empoderada La extraña dama. Porque en realidad, Marcelo Ricciardi es medio débil, un poco tilingo con campos y millonario. Se creía que podía decidir sobre la vida de las hijas. Él después se queda solo con las dos chicas y no sabe qué hacer", sintetiza el guionista Delbene.
Luisa Kuliok coincide en este punto: "Era una historia de mucho poder femenino. De decisiones, de renuncias y de coraje. La canción lo dice, ¿no? Esa extraña dama que está dispuesta a vencer: no hay escollo para que ella cumpla lo que cree que está realmente bien. Y no se equivoca".
Las grandes actuaciones sellarían un combo imbatible. Entre las más recordadas, se encuentra la de María Rosa Gallo, en el papel de la malvada Sor Paulina.
"María Rosa Gallo, ¡qué inmensa actriz! Lo que hacía era extraordinario. Tenerla a ella en una novela diaria era increíble. Eran unos tiempos de actorazos. Hoy también, pero me parece que hay menos espacio para la gente más grande", señala Kuliok y agrega: "María Rosa venía de haber tenido problemas del corazón, de haber estado operada. Era fundamental el contrapunto entre esa mujer, que sometía a las muchachas que querían ser monjas, las tenía encerradas en una celda. Era una cosa horrorosa lo que hacía (risas). ¡Era una monja que estaba loca! Estaba desquiciada y ella fue haciendo el proceso de esa locura a lo largo de los capítulos y lo hizo de manera gloriosa".
María Rosa Gallo fue una de las grandes actrices que se destacó en la telenovela en la piel de una villana de antología
"Fue una historia muy fuerte. Había mucho sadismo. María Rosa Gallo era una monja malísima, pero muy mala. Me acuerdo de haber escrito escenas en las que dejaban a una chica sin comer, en una celda de castigo. Y entonces después aparecía el personaje de María Rosa Gallo con un sánguche en la mano y se lo comía mientras la mina estaba castigada", completa Delbene.
Pensada desde el comienzo como un producto exportable, La extraña dama pasó rápidamente los límites de la Argentina y se emitió en varios países del mundo.
"En Italia fue algo increíble. De 8 a 9 cerraban los restaurantes. Los comercios cerraban antes para que la gente pudiera llegar a tiempo para verla", comenta Martínez, que tiempo después del final de la telenovela vivió en aquel país durante un año y llegó a tener gran éxito popular allá y un enorme grupo de fans. "Cuando estuve en Italia alguien me avisó y me dijo: 'Jorge, tené cuidado, no lleves ropa delicada ni cadenitas, no tengas reloj'. Yo digo: '¿Perdón?'. Me dicen: 'Es que las fans son muy fuertes'. Y así fue: una vez salí con una lengua mordida. ¡Me dieron un beso y me mordieron la lengua!".
"En Israel nos pasaban subtitulados. ¡Pegó la historia de una monja allá! También en Turquía, en toda Latinoamérica. Eso realmente es el arraigo popular. Y creo que se dio porque los conflictos humanos estaban puestos en primer plano en la historia", afirma Kuliok.
En las últimas tres décadas, como ocurrió con otras telenovelas de gran éxito, fueron varios los que llamaron a los recién nacidos con los nombres de los personajes de La extraña dama. Así, proliferaron las Fiamma y las niñas de nombre Gina a comienzos de los '90 (el propio Martínez comenta que entre sus amigos conoce a tres que le pusieron "Fiamma" a sus hijas por el boom de la novela).
Cada tanto, reaparecen versiones periodísticas que señalan que La extraña dama podría volver a hacerse. Para Luisa Kuliok, algo así implicaría un desafío muy grande para quienes se animen a una tarea semejante: "Creo que a veces es muy difícil meterse con el recuerdo de algo muy intenso".
Jorge Martínez, por su parte, sueña con ver una remake de aquel éxito de hace treinta años. "Me gustaría ver una nueva versión de La extraña dama antes de morir, sería algo muy lindo", asegura entusiasmado.
"Es muy fuerte lo que sigue pasando. La gente por ahí me ve y no pueden evitar el recuerdo y que les venga a la cabeza lo que estaban haciendo en ese momento. Te dicen que la novela fue un acompañamiento tal vez en un momento de enfermedad de algún ser querido, y reviven la emoción que por la que pasaron", destaca Kuliok sobre el programa, que en la actualidad tiene grupos en Facebook que reclaman que la telenovela vuelva a emitirse o grupos de fanáticos que comparten algunas escenas memorables.
No son pocos los que se ilusionan con volver a sentarse frente a la pantalla a esperar que se escuchen los primeros versos de la canción emblema de una novela que hizo historia. Esos que hablan, justamente, de "un montón de sueños, que soñando están".
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