Por Susana Ceballos
Si se le pregunta a un millenial qué o quién es Cuchuflito seguramente no tendrá idea, e inmediatamente lo buscará en la web. Una mujer de 40 años quizá lo asocie con algún accesorio raro pero cómodo que se puso en el pelo, y dirá que luce "un cuchuflo", mientras un ferretero mirará con cara de resignado al contar que muchos clientes le dicen que necesitan "un cuchuflito" cuando no pueden describir con exactitud el tornillo, el clavo o ese "cosito" que buscan.
Pero en estos días la palabra dejó de ser vocablo para transformarse en noticia cuando Cristina Fernández de Kirchner la empleó para referirse al aumento en el consumo de segundas marcas. "Durante nuestra gestión los supermercados rebosaban de mercaderías de primera marca. Ahora aparecen y proliferan marcas que nadie conoció, la Pindonga, el Cuchuflito", dijo la ex presidenta en Mar del Plata. Y aunque el diccionario no tiene una definición al respecto, investigando un poco se puede descubrir de dónde surge Cuchuflito.
La palabra no proviene del latín ni de ninguna lengua aborigen; tampoco es un americanismo ni una moda impuesta. Nada de eso. Su origen es en blanco y negro, y con fondo de risas. Llegó de la mano del actor Juan Díaz y del talento creativo de Aldo Cammarota.
A principios de la década del 60 en radio Belgrano un grupo de cómicos realizaba el programa Farandulandia, del que algún memorioso tendrá registro porque allí comenzaron Juan Carlos Calabró, Tristán, Mario Sapag y Mario Sánchez. La emisión era un éxito y del éter pasaron a la televisión donde se transfomaron en Telecómicos. En la pantalla del entonces Canal 11, Calabró, Nelly Beltrán y Sapag entre otros grandes actores protagonizaban diversos sketchs con guión de Cammarota.
Era un humor simple que hoy resultaría algo inocente pero que sin embargo lograba hacer reír sin caer en la burla o la agresión. Y fue en ese programa donde vocablos inventados por el genial Cammarota dejaron los libretos para transformarse en parte del habla cotidiana. Uno de ellos fue pendorcho. La palabra formaba parte de un sketch donde un empleado, cada vez que debía resolver un problema mecánico. le explicaba a su jefe que "Ponemos un pendorcho aquí y otro aquí… la máquina va a producir el triple".
Y junto a pendorcho apareció Cuchuflito. Pero en este caso no era un objeto indescriptible sino un personaje protagonizado y creado por el actor Juan Díaz. Se trataba de un muñeco tan flaco y desgarbado como el actor. El personaje no hablaba pero cuando le daban cuerda sus morisquetas y gestos eran tan desopilantes que provocaban la risa inmediata. Y así fue como Cuchuflito salió de la pantalla y se apropió de la calle. Por un tiempo todos los flacos y flaquitos dejaron de ser llamados por su nombre para ser reconocidos como cuchuflitos. Saludar con un "¿Qué hacés, Cuchuflito?" era lo cotidiano. Incluso el personaje llegó a tener su propio muñeco, que hoy es una rareza que se consigue en sitios web.
Pero el tiempo pasó, el humor cambió, y poco a poco la palabra cayó en el arcón de los recuerdos. Juan Díaz, su creador, actuó en varias películas cómicas como Canuto Cañete, conscripto del siete, La gorda y Camarero nocturno en Mar del Plata. Todas eran comedias donde mostraba su histrionismo. También siguió trabajando en distintos ciclos de humor. Una de sus actuaciones más recordadas fue en el programa Calabromas donde era Juanchi, el amigo de Aníbal, un pelotazo en contra, y donde volvió a ser Cuchuflito.
Juan Díaz volvió a personificar a "Cuchuflito" en una entrevista con María Laura Santillán (Video: El Trece)
El 3 de abril Juan Díaz cumplió 80 años. En el 2012 recibió una medalla conmemorativa de la Asociación Argentina de Actores, y el año anterior un reconocimiento de la Municipalidad de Mercedes, su ciudad natal. En el 2013 se lo vio despedir acongojado a su gran amigo Juan Carlos Calabró. "Con él siempre nos mantuvimos comunicados y hablamos de todas las cosas de la vida", dijo.
En los últimos años, cada vez que lo invitaban a un programa o le hacían una entrevista la mención de Cuchuflito era inevitable. Es que el personaje logró ese extraño milagro que significa salir del libreto para transformarse en otro con vida propia, que trasciende a sus propios creadores y deja de ser de ellos para ser de todos.
Con el nuevo siglo el término poco a poco se fue olvidando y también mutó para comenzar a definir a aquellos objetos insignificantes o poco reconocidos. Aunque algún abuelo o bisabuelo todavía lo use para saludar a algún nieto de forma cariñosa, mientras el chico se pregunta qué significará esa palabra que, aunque no tiene una app, suena muy pero muy graciosa.
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