Poco después de dar a luz a su hijo Francisco (1), Ailén Bechara descubrió que en la maternidad no era todo color de rosas como lo pintaban las revistas femeninas. Y no solo porque por momentos se sintió desbordada por la crianza del bebé, sino también porque entró en crisis al ver que su cuerpo no había vuelto a su talle en tiempo récord, como muestran algunas celebridades.
Sin embargo, con la honestidad que la caracteriza, la modelo volcó todos estos conflictos en sus redes sociales. Eso sirvió de ejemplo para muchas de sus seguidoras que, gracias a ella, entendieron que volver al ruedo después de haber sido mamá no es sencillo para nadie. Y hoy, feliz con la familia que formó junto al representante de futbolistas Agustín Jiménez, Ailén regresó a la pista del Bailando 2019 más radiante que nunca.
—Tenías muchas ganas de volver a trabajar, ¿cómo viviste tu regreso a ShowMatch?
—La verdad es que estaba muy nerviosa, pero mal. Porque había pasado un montón de tiempo y me tocó bailar un lunes, en vivo, con el estudio explotado de gente. Así que fue toda una presión para mí. Pero la verdad es que, más allá del puntaje que fue malo, yo la pasé bárbaro.
—Te tocó Cae como partenaire, que tampoco es bailarín…
—Claro. Y eso hace que sea más difícil para los dos y, sobre todo, para la coach, Nadia Hair, que nos tiene que tener mucha paciencia. Pero lo importante es que las ganas de superarnos y hacer las cosas bien están. Además, Cae es un amor y hacemos un gran equipo.
—Se te vio espléndida, pero después de ser mamá vos te esforzaste mucho para recuperar tu figura. ¿O no?
—Sí. Yo cuando estaba embarazada me comí todo. Y, después de que nació Fran, seguí con esa costumbre de alimentarme mal. Estaba en la onda de los helados, los embutidos, los condimentos, las medialunas… Hasta que me di cuenta de que si quería volver a trabajar, tenía que adelgazar.
—¿Por qué sentías que era la condición?
—Porque yo trabajo con mi cuerpo. Entonces dije: "Ailén, tenés que volver a comer saludable como antes". Así que ordené mi alimentación y empecé a entrenar todos los días. Y, de a poco, fui volviendo a mi peso. Pero fue con mucho esfuerzo. Igual, hoy siento como que me sobra piel de la panza. Pero bueno, soy mamá y mi cuerpo ya no es el mismo. Lo bueno es que pude bajar esos kilos de más que tenía.
—¿Es verdad que te angustiabas al verte al espejo?
—No sé si me angustiaba, pero no me reconocía cuando me miraba. Hace poco me puse a ver fotos de cómo había quedado después del parto. Y la verdad es que yo sabía que iba a volver a mi peso. Pero, en ese momento, sentía que no era yo.
—Estuvo bueno el mensaje que volcaste en tus redes, porque todas las mujeres pasan por lo mismo después de la maternidad…
—Total. Yo estoy en contra de esos títulos que dicen: "A dos meses de ser mamá, recuperó su figura". Porque, más allá del peso, el mensaje es que hay que comer sano. Y no cargar a las mujeres con esa presión de tener que estar divinas apenas salen del parto. Porque después no te entra el jean y te ponés loca.
—Vos también compartiste el momento en el que pudiste ponerte un jean de antes del embarazo, ¿verdad?
—Es que fue una felicidad total. Yo necesitaba que me entrara la ropa. Y hubo todo un proceso antes de que pudiera llegar a eso. Pero, finalmente, lo logré.
—Y ahora que recuperaste el figura y volviste al trabajo, ¿cómo te organizás con tu hijo?
—Creo que todas las madres al principio colapsan. Y a mí me pasó. Porque de repente te encontrás con que tenés un bebito que depende de vos para todo. Y yo los primeros días no lo quería dejar con nadie. Hasta que, al mes, le tuve que pedir a Esther, la señora que trabaja conmigo, que me ayudara porque no podía más. Madre primeriza total, no sabía ni cómo calmarlo cuando lloraba. Pero, gracias a Dios, hoy ya estoy organizada.
—¿Sos culposa cuando lo tenés que dejar para ir a ensayar, por ejemplo?
—No, porque él está acostumbrado. El papá viaja mucho por trabajo. Y creo que es sano para él y para mí el hecho de que tengamos un poco de aire. Porque, además, el reencuentro cada vez que vuelvo a casa es mágico.
—Toda esta revolución que genera la llegada de un hijo siempre repercute también en la pareja. ¿Hubo crisis en tu caso?
—Fue un tema. Porque, al mes y pico de haber nacido Fran, el papá se tuvo que ir a trabajar. Y sí, al principio, fue todo medio caótico. Sobre todo, para mí. No me olvido más de un sábado en el que no podía calmar al nene de ninguna manera y estaba sola. Ese día, colapsé mal. Pero no llegamos a una crisis con Agus. Sí hubo enojos y peleas, como en cualquier pareja normal, pero era porque él no se daba cuenta de nada. Yo pregunto: si la mamá siente el olor a caca al toque, ¿por qué el papá no?
—Lo importante es que le ponga voluntad cuando vos se lo hacés notar…
—Sí, claro. Los dos tuvimos que aprender a ser padres con Fran. Pero la verdad es que hoy estamos muy contentos. Cuando empezamos a buscar a este bebé no sabíamos muy bien de qué se trataba todo esto. Pero, aunque parezca trillado, cuando lo tuvimos en brazos entendimos lo que era el amor de verdad.
—¿Y piensan darle un hermanito o ya es suficiente?
—Lo hemos hablado y sí, tenemos ganas. Pero tenemos tiempo para eso. Yo recién estoy volviendo a trabajar. Así que lo del hermanito quedará para más adelante.
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