Por Susana Ceballos
¿Con cuál canción se podría musicalizar la historia de amor y desamor de Claudio Paul Caniggia y Mariana Nannis? ¿Con "Peperina" de Charly García por eso de "te amo, te odio, dame más"? ¿Con el Paz Martínez y "qué par de pájaros los dos, qué original, tal para cual" o con Luis Miguel susurrando "es la historia de un amor como no hay otro igual"? Vaya a saber. Lo cierto es que el exitoso jugador y la mujer de la nariz respingada compartieron más de 30 años juntos.
Según cuentan, el flechazo fue en la década del 80. Él era jugador estrella en River, un delantero que deslumbraba por su velocidad y que por eso se había ganado el mote de Pájaro. Ella era una joven modelo sexy y sin pasado ni presente mediático. Se cruzaron en una discoteca y en tiempos sin celulares ni redes, el Pájaro se las ingenió para conseguir su teléfono. El primer llamado no fue exitoso. "Hola, soy Claudio Caniggia", se presentó, seguro y ganador de su nombre. "Y mi abuelo patea calefones. Yo qué sé quién sos", le contestó ella, y le cortó. Pero el muchacho no desistió y luego de un mes de insistentes llamados -¿y algún regalo?- consiguió la primera cita. Mariana le había advertido a su padre: "Si salgo corriendo es porque el pibe está hecho un desastre, es un vómito y me voy". Y se ve que ese día Cupido andaba por otro lado porque cuando ella lo miró no le pareció el amor de su vida sino un tipo normal al que ni siquiera besó.
Pero Caniggia insistió y ella aceptó; es que "tenía 80 tipos que me llamaban, que estaban atrás del culo mío. Así que uno más no me iba a hacer problema", recordó mucho después.
Pero se ve que el tipo "normal" subió a la categoría "encantador" porque comenzaron a salir y a vivir una relación intensa, pasional y mediática. Ambos venían de mundos diversos. Él de Henderson, una pequeña ciudad agrícola ganadera en el interior de Buenos Aires. Ella era de Olivos, alumna en un colegio bilingüe, y aunque su familia no atravesaba problemas económicos tampoco "tiraba manteca al techo", como decían los vecinos.
En 1985 Cani debutó con la camiseta de River. Sus piernas provocaban goles y su melena, suspiros. Es que los hinchas millonarios idolatraban a ese delantero de velocidad letal y sus desbordes por la punta derecha, pero las fanáticas amaban a ese jugador fachero al que apodaron Axel (por Axl Rose, el cantante de Guns N' Roses). Mariana pronto marcó territorio. "A mi casa llegaban ramos de flores, entonces cortaba los pimpollos y les dejaba todos los palos. Y le decía 'estas son las flores que te mandaron tus putas'".
También fue en esa época que comenzaron los primeros encontronazos con la familia del jugador. En el límite entre el mal gusto y la discriminación, la Nannis dijo de aquellos tiempos que "él tenía un departamento y me dejaba esperando en la puerta. Me parece que vivía con los padres, con la abuela, con los hermanos, con todos. Y yo decía: 'Dios mío, parezco una boliviana', con perdón de los bolivianos. ¡Pero me dejaba esperando en la vereda! Nunca conocí el departamento".
Sin embargo, la relación prosperó y la pareja se casó en 1988. Lo hicieron solo por civil ya que Cani no quería pasar por la Iglesia. "Es mi asignatura pendiente. Me hubiese encantado casarme por Iglesia con un vestido blanco, divino", reconoció ella en una declaración más de "Susanita" (el genial personaje de Quino) que de mujer empoderada.
Ese mismo año, "El hijo del viento" -otro de sus apodos- firmó con Verona y siguió su carrera en Italia donde luego pasaría por el Atalanta y la Roma. La Nannis o Mariana y el Cani partieron a Europa.
Comenzaban los 90 y se instalaba una cultura donde reinaba la "pizza con champagne" y donde el lujo lejos de ser vulgaridad -como canta el Indio Solari- era sinónimo de poder. Eran tiempos donde no importaba tener sino mostrar que se tenía. Y en esa cultura del mostrar sin escrúpulos la Nannis fue pionera y reina. Sin tapujos, mientras su marido entrenaba, aparecía en las revistas luciendo su vestuario de miles de euros. Sus frases provocativas o desenfadadas se convertían en titulares más escandalosos que graciosos.
"Yo a las bombachas las uso una vez y las tiro", "Baño a mi perro en agua mineral. Compro dos docenas de botellas y lo bañamos así, para que no se le caiga el pelo", "Mis hijos se divierten tirando huevos por la ventana". Sus declaraciones sonaban tan increíbles que el mismo Marley reconoció que gestionó una nota con ella porque "no podíamos creer que una persona dijera las barbaridades que veíamos publicadas en las revistas. Y, efectivamente, comprobamos que las decía".
A los que la acusaban de estar con su marido por dinero respondía: "Cuando me casé, mi marido no tenía un peso. Él hizo la plata al lado mío. Digamos que él fue escalando y yo estaba siempre a su lado. ¡Yo no conocí un jugador que ganaba una fortuna! Recién empezaba su carrera. Y yo era una chica bien con la plata de su papá. Pero a mí Caniggia no me sacó de una villa. Y me jugué todo por él".
En el 90, Caniggia fue convocado por Carlos Bilardo para participar en el Mundial de Italia. El 24 de junio dejó afónicos a millones de argentinos que gritaron su gol que eliminó a Brasil de la Copa. Fue luego de uno de esos pases mágicos del Diego donde eludía rivales como muñequitos y ponía la pelota perfecta para que el Cani lo gritara. La dupla con Maradona era explosiva, tan explosiva como las declaraciones de la Nannis. "A veces pienso que Diego está enamorado de mi marido. Debe ser por su pelo largo y sus músculos".
Al año siguiente, en el 91, nació Kevin, el hijo primogénito. "Cuando vivíamos en Madrid, les pedía a mis padres que me llevaran al Museo del Prado. Ellos se aburrían rápido, así que me quedaba solo, unas seis horas, disfrutando de las pinturas", contó sobre su infancia. Dos años después llegaron los mellizos Charlotte y Alexander, que con el tiempo ganarían popularidad y se transformarían en dos figuras mediáticas. Pero antes de eso vivieron en distintas partes del mundo, según los contratos de su padre; pasaron por Portugal y Escocia para instalarse finalmente en Marsella.
Los chicos crecían, los contratos seguían y las sospechas de infidelidad siempre rondaban al jugador. Lejos de preocuparse, su esposa decidió ser más práctica que simbólica. En vez de hervir un conejo al mejor estilo Atracción fatal puso todas las cuentas a su nombre. "Hice negocio. Ahora vivimos tranquilos, en un castillo divino. Así quería yo que fuera mi vida", contó en una entrevista con Susana Giménez, donde afirmó que siempre hizo lo que quería. Cuando la diva le preguntó si estaba enamorada, contestó con una frase por lo menos ambigua: "Yo estoy tan enamorada de él como él de mí".
En otra entrevista reconoció que su esposo había tenido "doscientas mil infidelidades". ¿Por qué se mantenían juntos? "Nosotros, más que marido y mujer, somos amantes (…) Creo que nosotros estamos juntos y mantenemos la pasión por la cama que tenemos. Con Claudio solucionamos los problemas en la cama. Ahí se soluciona todo. A mí me gusta cómo es él en la cama, en realidad es lo que más me gusta. Lo demás…".
El tema de las infidelidades no parecía un problema siempre que se respetara la regla "uno no cuenta, el otro no pregunta". En su momento, la Nannis confesó sin tapujos. "Yo fui y soy muy fiel. No tengo la menor idea si del otro lado lo fueron y lo son. Porque a estos tipos (los jugadores de fútbol) como el mío, los siguen todas las putas. No me quiero enterar de nada. Detrás de los futbolistas van las putas baratas". Y sin problemas de autoestima cerró: "Jamás va a encontrar una mina como yo: linda, con estilo, inteligente y que lo cuide… Hay mujeres que son de un solo hombre y hay hombres que son de mil mujeres. Eso me pasa a mí".
Como en un juego de opuestos, mientras Mariana exponía su vida, su marido mantenía un perfil bajo. Por opción o por omisión poco a poco se fue alejando de su familia de origen. "Estábamos en el mismo departamento y ni siquiera nos saludaba. Ella es brava y ya no puedo hacer nada. Ni mi esposa ni yo nos metíamos, no valía la pena. Me arrepiento de haberlo acompañado a Claudio cuando lo vendieron a Italia, al Verona. Tendría que haberlo dejado ir solo, que conociera a alguna italiana y que se casara allá. Por lo menos se iba a sacar de encima a esta mujer", dijo Hugo, el padre del jugador, a la revista Pronto. En 1996, Nélida, su madre, se mató al arrojarse del departamento en el que vivía. "Es difícil hablar ahora, quizás no fui capaz o no me di cuenta… Es una cruz que voy a llevar siempre. Un hijo siempre va a decir: 'Podría haber hecho más'. Me pasa a mí y a mis hermanos", declaró el jugador.
En el 2012 Caniggia anunció su retiro. Sus últimos partidos fueron en el Qatar Sports Club a cambio de un buen puñado de petrodólares y otro tanto de aburrimiento. Mientras, y pese a las infidelidades reconocidas o disimuladas, el matrimonio continuaba. La Nannis seguía viviendo en su mansión de Marbella hasta que una denuncia hizo tambalear su mundo de caviar sin mortadela.
Según Mike Partridge, el inglés que les alquilaba su casa, la pareja le debía unos 500 mil euros. Lo que inmediatamente los transformaba de inquilinos glamorosos en okupas VIP. "No solo no hay ninguna deuda, sino que el estafado fui yo. Lean la causa y se van a dar cuenta", desmintió el ex delantero.
En los últimos días comenzó a resonar fuerte que el matrimonio estaba divorciado, pero luego de tantos años juntos, tanto perdonado, olvidado, desmentido, ignorado o el participio que se quiera utilizar, pocos le dieron credibilidad.
La primera que mostró que el divorcio ya no era rumor fue Mora Godoy cuando anunció que había cenado con el futbolista que estaba separado. Mariana Nannis respondió con un audio insultando a la bailarina. Su hermano Gonzalo defenestró a su cuñado: "Conociéndolo como lo conozco, esto puede ser cierto, porque él le miente a la mujer y después pasan este tipo de cosas".
Hasta que el mismo Claudio Paul reconoció su situación a un amigo a través de un mensaje al que tuvo acceso el ciclo Pamela a la Tarde.
Hoy parece que la situación no tiene retorno. Caniggia estaría de novio mientras Mariana permanece en Marbella. Donde hubo amor ni cenizas quedan, salvo un patrimonio que rondaría los seis millones de dólares y una historia muy difícil de encasillar y musicalizar…
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