"Yo siento que el mejor momento es ahora".
Florencia Bertotti llega al teatro con la sonrisa que la caracteriza desde que la conocemos en los medios. Saluda a María Valenzuela, a los colaboradores de la obra y recibe a Teleshow en su camarín, mientras acomoda las cartitas que recibe de los fanáticos. "Todavía me escriben y me mandan regalos muchas chicas que me veían en Floricienta", cuenta quien que no hacía teatro desde que protagonizó la ficción de Cris Morena que tuvo su versión musical sobre el escenario en 2004 y 2005.
Según su relato, en ese entonces todavía no era mamá y podía ausentarse más de su casa. Desde la llegada de Romeo (11) -fruto de su relación anterior con Guido Kaczka-, sus prioridades cambiaron, sobre todo a la hora de aceptar proyectos laborales.
Florencia y María encabezan 100 metros cuadrados en el Multiteatro junto a Stéfano de Gregorio. "Nunca había hecho teatro de texto y el proyecto me encantó desde el principio. Estoy creciendo y aprendiendo. Además, la familia sostiene mucho", cuenta quien está en pareja "hace más o menos ocho años" con el actor Federico Amador.
—¿Cómo más o menos?
—¡Ay, sí! Es que no tenemos una fecha exacta de aniversario. Fue en marzo, ponele. Hace tres años dijimos "somos dos chotos, no puede ser que no sepamos el día". Y pusimos uno nuevo, pero no me acuerdo cuál es. Somos los dos muy colgados.
—Entonces, ¿cuándo festejan el aniversario?
—Para mí es el día a día, compartir un vino.. Esos son los festejos y la celebración del amor en general. De verdad lo siento así. Obvio que festejamos el Día de los Enamorados, pero tampoco nos regalamos mucho. Siempre fuimos más de escribirnos cartas y una vez, por ejemplo, me dejó una enrollada adentro de un anillo que me regaló. O quizás yo le dejo armada una picada, que sé que le gusta, con una notita. Los dos somos románticos, pero más desde el lado del gesto.
—¿Hubo algún regalo que quieras destacar?
—El más lindo fue el tatuaje que se hizo con mi nombre en su pecho, sin dudas. Estábamos de novios hace re poco, menos de un año, y un día pareció con una venda diciéndome que me tenía que mostrar algo. Me quedé helada, casi me muero. ¡Me encantó!
—¿Eso te impulsó a que tatuaras su nombre en tu espalda?
—Me lo hice cuatro meses después que él. Lo que más me dolió fue el "co". De hecho, siempre nos preguntamos por qué no nos tatuamos solo Flor o Fede.
—En lugar de un anillo, eligieron un tatuaje en el dedo que va la alianza de casamiento.
—Sí, no estamos casados pero así sí. Son dos infinitos juntos, porque nosotros nos enamoramos y sentimos que estábamos destinados. Nos lo hicimos hace cinco años y fue una idea de él, me pidió que lo acompañe a un lugar y cuando llegamos me dijo: "Hagámonos un tatuaje. ¿Nos hacemos un anillo?".
—¿Se van a casar?
—Siempre hablamos del casamiento, pero después surgieron otras cosas, como proyectos laborales. En un momento queríamos porque nos parecía linda la unión, después se nos pasó, y hoy te digo que me divertiría la fiesta, pero más compromiso que el emocional y espiritual que tengo con él, no siento que pueda haber.
—En un momento hablaron de tener hijos. ¿Sigue en pie ese proyecto?
—La idea siempre estuvo y nos encantaría. Pero después lo terminamos posponiendo porque nos surgen otras propuestas laborales o él viaja. Entonces decimos: 'Bueno, esperemos'. Sabemos que no tenemos mucho más tiempo para esperar porque las mujeres tenemos una edad reproductiva, aunque por suerte se va estirando. De todas maneras, no nos queremos relajar. El plan está.
—¿Te gustaría hacerte otro tatuaje?
—Me encantaría, pero no sé qué ni dónde. Le dije a Romeo que quería ponerme su nombre, pero me pidió por favor que no lo haga porque me iba a arrepentir. Así que no lo voy a hacer porque no lo quiero traicionar. Lamento haberle contado, si no le decía nada, me lo hacía directamente y no le hubiera quedado otra que aceptar.
—Hace 15 años que no hacías teatro. ¿Qué te llevó a aceptar esta propuesta?
—Hay muchas cosas a las que decía que no directamente, sin pensarlo ni analizarlo. Porque para mí lo primero es la familia. Yo soy mamera, muy de estar en mi casa. Todos estos años, resignar el horario del baño o de la comida de noche, me resultó imposible.
—Entonces, cuando llegan este tipo de propuestas, ¿se charlan y analizan en pareja y con la familia?
—Lo planteé en casa. Tenía ganas de volver a actuar y era un desafío para mí porque nunca había hecho teatro de texto. El proyecto me gustó porque tiene un mensaje que a mí me identifica personalmente. Me gusta la obra y también el grupo de trabajo. Pero lo primero que tuvo que pasar para que me anime a hacerlo, fue sentarme con Fede y organizarnos. Romeo ya es grande y entiende. Además, hay dos noches que yo trabajo y él está con el papá. Otra, se queda con mi mamá. Y el resto de los días se acuesta tarde, entonces me espera para saludarme antes de irse a dormir.
—¿Qué te dijo Federico cuando le comentaste del proyecto?
—"Tenés que hacerlo, quiero que seas feliz. Después vemos cómo nos acomodamos". Yo no quería hacer agua en mi casa, no me gustaba sentir que no se iba a poder. De hecho, todavía me estoy acomodando. Hasta me cuesta dosificar la energía porque estoy trabajando más horas de lo que trabajaba antes.
—Entonces, ¿cómo lograron ponerse de acuerdo?
—Yo me creo que soy Iron Woman y él, Iron Man, que podemos hacer cualquier cosa. Él está con un proyecto de un serpentario educativo en tigre, y también está trabajando en la pre producción de un programa naturalista. Entonces, en lo que sí nos ponemos de acuerdo es cuando hay viajes de por medio. Estamos enganchados uno con el otro, y así nos vamos acomodando. Uno no deja de hacer algo porque el otro tenga otro proyecto, sino que se da todo de una manera natural. Si vemos que el otro está tapado, por ahí no agregamos una cosa más. Vamos tomando las cosas que sabemos que a uno le hace bien y feliz. Y tratamos que se haga. Le encontramos la manera y nos acompañamos.
—¿Cómo sigue tu año laboral?
—Adrián Suar me convocó para ser parte de Divorciadas en Pol-ka, que se estrena el año que viene, pero si se me superpone con el teatro, me cuesta un poco decir que sí. Son muchas horas fuera de casa, arrancaría muy temprano, terminaría muy tarde. No tendría el tiempo para poder organizarme como lo estoy ahora y poder ver a mi hijo aunque sea de a ratos durante el día. Si hago una tira diaria, eso sería imposible. Así que estoy hablando con Adrián, yo no lo veo muy viable. Está el proyecto, están las ganas, el libro es espectacular y seguramente sea un éxito, pero hay que ver. Adrián me pide un esfuerzo porque coincidiría algunos meses de teatro y televisión. Estamos viendo.
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