En el 2017 Cabito Massalcántara se sometió a un bypass gástrico. La operación, luego de la cual bajó más de cien kilos, fue un éxito, pero una complicación con el suministro de medicamentos lo llevó a estar clínicamente muerto. "Yo estaba con Víctor Sueiro", bromeó.
Aunque el episodio ocurrió hace dos años, recién ahora lo cuenta porque no quería que se malinterpretara y quería evitar desalentar a las personas a operarse. "Lo que me pasó fue por algo médico, no tuvo que ver con el quirófano", aclaró.
Debido a que tenía los meniscos rotos y retención de líquido, tras la operación a Cabito le costaba caminar y el dolor era intenso cada vez que se paraba. Es por eso que le suministraban morfina. Una de las noches de las casi dos semanas que permaneció internado, un enfermero le dio el medicamento pero se le olvidó anotarlo, por lo que al rato, otro colega le dio nuevamente la droga.
Aquella equivocación del enfermero hizo que los músculos se le relajaran tanto que, en medio de una apnea, le dio un paro cardiorrespiratorio: "Me desperté y no entendía nada, escuché la voz de ella (Florencia, su ex novia). El amor me despertó".
Tiene unos vagos recuerdos de lo que pasó antes, y de lo que pasó después, pero del momento en el que estaba inconsciente, no: "Yo no vi nada", dijo en referencia a que otras personas que pasaron situaciones similares vieron túneles o luces.
El ex Basta de todo contó que su ex pareja se llevó la peor parte en la historia: "Ella dormía al lado mío y entra una enfermera corriendo y la saca del cuarto. La deja en un pasillo con piyama y sin teléfono y empieza a entrar gente. Le dicen que yo tenía un paro cardiorrespiratorio y que no sabían cuánto hacía que no respiraba".
"Ella se quedó afuera, pasaron varias horas y la pasó como el orto. Me desperté intubado y la escuché, cuando me vino a ver tenía los ojos llenos de lágrimas y me decía 'está bien' y me di cuenta que estaba atado (con los cables del monitoreo)", relató.
No sabe cuánto tiempo pasó así. Solo recuerda que una vez despierto le dieron una inyección de adrenalina "como la que le dan a Uma Thurman en Pulp Fiction": "Ahí sentí que se me prendía fuego el cuerpo y no podía decir lo que me pasaba, entonces escribo la palabra 'calor'".
Aquel papel escrito aún lo guarda, incluso pensó en tatuárselo. Pero no es el único recuerdo que conserva de su proceso de cambio: "Antes de la operación tuve que estar 40 días sin comer, a sopa y gelatina, me habían dicho que si quería pecar, lo hiciera con una lata de atún. Todos los días decía 'mañana como la lata' y no lo hice, la tengo guardada, en cualquier momento explota, es de Chernobyl".
A pesar de que pudo haber muerto, no quiso iniciar acciones legales: "Me dieron morfina y fue un error de un enfermero que no anoto la cantidad pero, ¿qué iba a ganar? ¿Que echen a un enfermero? No me quedó bronca, yo cometí mil errores, es rara la sensación. ¿Cuál fue el daño? Pude haber muerto, sí, pero no me quedó nada. Si hubiera muerto un familiar hubiera reaccionado, pero como yo era el protagonista".
"Me desperté cuando escuché la voz de la que era mi novia, me salvó el amor, lo quiero ver así. Ella se llevó la peor parte. No se movió de al lado mío, yo estaba con Sueiro", dijo con el humor que lo caracteriza, en referencia al periodista que también estuvo clínicamente muerto y aseguró en ese momento haber visto una luz.
Sin dudas, después de aquel episodio no volvió a ser el mismo: "Decir que no me cambió es imposible, no sé si me hizo más fuerte, pero sí me hizo valorar otras cosas". Al ser consultado sobre si creía que Dios lo dejó en la Tierra por algo, respondió: "Ojalá haya sido eso y ojalá sea que tengo una cuenta pendiente, la razón por la cual vale la pena vivir o morir es por amor".
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