De familia numerosa, desde chico aprendió la importancia de compartir. Se crió "callejeando" con sus hermanos y amigos en el Palomar, "nos metíamos en la base aérea y jugábamos en los hangares", recordó y reproduce con su familia los aromas de la cocina de su mamá.
Nombre completo: Mariano Sebastián Luján Iúdica
Fecha de nacimiento: 14 de junio de 1970
El conductor de Involucrados y Polémica en el Bar compartió su álbum de fotos con Teleshow y recordó su infancia, donde las reuniones familiares y los juegos en la calle estaban a la orden del día.
Mariano vivía con su mamá Marisa, su papá Eduardo y sus hermanos: Eduardo, que falleció cuando el conductor tenía 13 y él 21, Fernando, Carolina y Gastón.
La familia vivía en El Palomar, es por eso que los hermanos junto con los amigos del barrio se escapaban a la base aérea: "Crecimos en la calle jugando, teníamos muchas hectáreas de campo para patear y potrear, árboles de nísperos, higos, moras… nos metíamos en la base, jugábamos en los hangares, en la pista, jugábamos con los aviones estacionados, en zanjas con ranas".
"Estábamos todo el día callejeando hasta la noche que tu mamá te gritaba '¡A comer!' y tus amigos te iban avisando que tu vieja te llamaba. Llegábamos del cole, tirábamos el guardapolvo y nos íbamos a potrear", recordó Mariano que fue durante la primaria al colegio número 5, Teniente Benjamín Matienzo, "adentro de la primera Brigada Aérea" aclara y en la secundaria al Mauss, en Haedo: "Ese era privado y más exigente".
En la etapa escolar le iba bien, nunca se llevó ninguna materia pero… "¡era muy quilombero! Era el cabecilla de todos los quilombos", confesó el conductor, que se sigue viendo con sus amigos de aquellos años.
Una forma de tener presente su niñez es a través de la comida, dicho sea de paso, a él le encanta cocinar y su hija Bernarda es cocinera: "Recuerdo muchos olores y comidas, se cocinaba mucho en mi casa: pasta, estofado, tuco, tortilla, todo el tiempo, bizcochuelo. Había muchos olores muy puntuales como el de la carne al horno con papas, son cosas que quedan grabados y los replico con los chicos. Los guisos, las lentejas de mi mamá. Bien de clase media con poquitas cosas, pero riquísimo".
A sus hijos Bernarda, Valentina, Salvador y Osvaldo no solo le transmitió sus costumbres a través de la gastronomía, sino también les pasó sus valores: "El respeto a los usos y costumbres de las casas, a papá, mamá, los hermanos, la gente grande, decir buen día y dar gracias, cuidar las cosas que cuesta conseguir, ropa, zapatillas, juguetes, compartir juguetes desde el jardín. El respeto en la mesa, al horario, al que hace la comida".
Iúdica reconoció que su infancia no fue como la de sus chicos: "A diferencia mía por suerte ellos han tenido muchas cosas, más juguetes que yo, han tenido todo entonces siempre les enseñé a compartir con los primos y hermanos. Yo tenía cinco hermanos y un padre de clase media, nos pasábamos la ropa, los botines, el guardapolvo, los juguetes, todo. Ahora cada uno tiene sus cosas, Salvador se compra los botines que le quedan justos, yo me los compraba en la fábrica tres números más grandes para que me duren".
El conductor miraba mucha televisión: La tuerca, No toca botón, Operación Jajá, Pepe Biondi, Los Dukes de Hazzard, S.W.A.T., Benny Hill, Batman y Robin, Las gatitas y los ratones de Porcel, Hiperhumor, El Superagente 86, La Mujer Maravilla. "¡Uh me diste ganas de verlas!", se entusiasmó y en su lista, también estaba Polémica en el Bar.
Conducir y producir el programa que miraba de chico, es un sueño cumplido: "Fui fanático, mi papá lo miraba, después lo vi yo, en el 2003 estuve sentado con Gerardo (Sofovich) y ahora manejándolo, una locura, es una maravilla".
Es que desde chico Mariano soñó con ser artista. Al principio quería ser músico, luego periodista deportivo, ambas cosas para las cuales estudió. Claro que el histrionismo que lo caracteriza frente a cámara es el mismo que tenía desde aquella época, cuando "era el centro de la fiesta" en su grupo de amigos.
La familia solía pasar Navidad en su casa y Año Nuevo ya los encontraba en la Costa, donde se quedaban todo enero: "Íbamos mucho a San Clemente, Villa Gesell y Pinamar, hasta que a fines de los 70 se puso para clase muy alta".
A la hora de definir su infancia, elegiría la palabra "maravillosa": "Rodeada de mucho amor fraternal, de familia, de hermanos, de amigos y compañeros de colegio, cruzado por el deporte, el juego, los romances de niños, muy sano, en un marco de sanidad, de amor, una frecuencia que había más, mucha libertad, sin paranoias de horarios e inseguridades, muy lindo, me hubiera gustado que mis hijos vivan lo mismo".
"Fui muy feliz hasta el momento que tuve la desgracia que tuve, hasta los trece años fui un niño muy feliz", resumió, que a esa corta edad tuvo que afrontar con su familia la pérdida de su hermano mayor, Eduardo de 21, en un accidente de tren.
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