"Cuando me subo al escenario, es una fiesta para mí. Es un disfrute total. Me olvido de todos los problemas. Es mágico. Terminar la función y decir: '¡Qué placer! Cumplí con mi deber y con lo que tenía ganas de hacer es una felicidad enorme".
María Valenzuela, que acaba de cumplir 63 años, y 57 de profesión -"¡empecé a los siete, era muy chica!"- recibe a Teleshow en su camarín del teatro en donde encabeza 100 metros cuadrados junto a Florencia Bertotti y Stéfano de Gregorio.
Mientras se maquilla para ponerse en la piel de Lola, una señora mayor que está sola y vende su departamento a cambio de que pueda quedarse a vivir en él hasta que muera, la actriz explica que después de tantos años de carrera le gustaría tomarse un descanso.
"La verdad, estoy un poco cansada. Quisiera hacer otra cosa, pero la televisión y el teatro llevan todo el día. Aunque, por otro lado, estoy sola: mis hijos han volado, cada uno vive con su pareja, y si tuviera que hacer televisión, podría hacerlo. Pero plantearía no grabar de lunes a viernes y que sean algunas participaciones. O hacerlo durante tres meses y después parar", analiza la actriz cuyo último trabajo en la pantalla chica fue capítulo del unitario El mal menor (2015).
Si bien asegura que es parte de una obra que soñó durante dos años y que está transitando por un momento feliz. "Con la crisis que está viviendo el país, no puedo dejar de trabajar", sostiene y explica: "Entonces, cuando estás leyendo un proyecto, tenés que buscarle el lado positivo. Algo que yo sienta que me va a dar placer estar arriba del escenario".
Incluso detalla que ha aceptado trabajos que no le gustaban y que solo lo hizo por dinero. "Fue hace muchos años. No lo disfruté nunca, hasta el día de hoy pienso lo mismo", lamenta sobre el proyecto que hizo en cine y no quiso revelar.
"La situación no da. Estamos bastante hundidos. Hasta que las cosas no se coloquen en sus casilleros y esté todo acomodado, resulta difícil. Hoy el teatro está complicado porque ante la crisis, lo primero que se corta es el entretenimiento. Son muy pocos los espectáculos que funcionan bien, y los otros nadan en dulce de leche", agrega sobre el presente económico de Argentina.
La actriz, además, lidia con algunos problemas de salud. Sobre todo en la garganta, ya que la sobreexige durante la función en el escenario. "Tengo resentidas las cuerdas vocales, en la obra la esfuerzo mucho y tampoco colaboro porque fumo", indica, sin revelar cuántos cigarrillos consume a diario, aunque advierte: "Quizás más de un atado. Depende el día".
Por este motivo, le cambió su tono voz, pero lejos de lamentarse, la actriz se anima a bromear y se compara con el personaje que interpreta sobre el escenario: "Parezco fumadora, como Lola".
Del mismo modo, asegura que -al igual que a la mujer que interpreta en la obra-, le gusta sacarle el provecho al humor negro que la caracteriza: "Siempre le digo a mis hijos que les voy a dejar el cajón fúnebre pago para que ellos no tengan que gastar. O proponen hacer un viaje todos juntos y yo respondo 'si es que llego; si es que estoy viva'. Ellos se ríen porque ya me conocen. 'Dejate de joder, mamá', me retan, pero se ríen igual. No tienen humor negro. Ellos son totalmente positivos. Y me encanta que sean así porque les da más felicidad".
"Me encuentro en un momento de felicidad enorme porque estoy haciendo la obra que quiero. Amo mi personaje y también el que interpreta Florencia. Me encanta el espectáculo, sobre todo cómo te mete y te saca de diferentes emociones. También que el humor negro salga de mi personaje", concluye María Valenzuela que ya está lista para subir al escenario del Multiteatro para interpretar a Lola en la obra que soñó durante dos años y que hoy la hace feliz.
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