"Me toca a mí acompañarlo, cuidarlo. Y obviamente, me pone muy sensible. Es muy, muy, muy difícil…", cuenta una Valeria Gastaldi emocionada, que abre su corazón y se anima a contar cómo vive el presente con la enfermedad que padece su papá, Marcos Gastaldi. "Está pasando un momento duro. Él por ahí tampoco registra tanto y en ese sentido es mejor. Pero a veces sí registra, y es duro para todos", dice la cantante.
"La música es sanadora, me sigue salvando. Es mi vía de expresión. Yo soy muy sensible desde muy chiquita", cuenta Valeria, que se presentará el 3 de julio en La Tangente, en Palermo, nuevamente como solista, aprovechando el parate de la banda por la maternidad de su amiga Lissa Vera. "Desde el 2016, cuando arrancamos con Bandana, la vuelta, nunca dejamos de hacer shows", destaca, y adelanta que el grupo se sumará al show de Lizy Tagliani. Mientras tanto, continua componiendo canciones para sí misma y para terceros; entre ellos, Carlos Rivera.
Desde muy chiquita Valeria soñó con ser artista, y consiguió el apoyo de sus padres en esos veranos en los que interpretaba obras y cantaba para quien quisiera oír. "Mis papás no pertenecían al medio artístico. Me mandaban a estudiar, caía en un casting; hice cosas para Chiquititas, hice Mi familia es un dibujo, pero todo por una amiga de mi mamá, porque mis papás no tenían la entrada a la tele", recuerda.
"Después vino Bandana. Ahí mi papá ya estaba con Marcela (Tinayre, con quien fue padre de Rocco), y tuve un episodio terrible que fue súper doloroso para mí -rememora, sobre el fenómeno televisivo que la llevó a formar parte de la banda tras el reality-. Yo fui a un casting de 3.400 personas; se empezó a achicar el número de concursantes hasta que quedamos diez. Un día nos viene a visitar nuestra familia y mi papá viene acompañado por Marcela con su bebito. Todo el mundo empieza a mirar, 'la hija de Mirtha Legrand', un runrún, y yo ni enterada. Se empieza a correr la bola de que estaba acomodada, una cosa horrible".
Valeria asegura que la producción del reality tampoco quería contar con ella para evitar el qué dirán. Por eso, ganarse el lugar le costó el doble. Y fue un proceso muy arduo. "La gente a veces cree que te cuesta menos, pero me costó más. Después, terminé teniendo un recibimiento del público súper cariñoso".
—Contabas cómo te han apoyado tus padres. Y hoy te toca a vos apoyar a tu papá que está enfermo.
—Sí, la verdad que sí. Me toca a mí acompañarlo, cuidarlo, y obviamente me pone muy sensible. A la persona que te tuvo en brazos, vos tener que abrazarlo… Es muy, muy, muy difícil. Pero bueno, estoy aprendiendo mucho. Me tocó esto, nos tocó a todos. Y estamos todos ahí, aprendiendo.
—¿Cómo está hoy?
—Está pasando un momento duro. Él por ahí tampoco registra tanto, y en ese sentido es mejor. Pero a veces sí registra, y es duro para todos. Lo tratamos de mantener como algo hermético porque es muy difícil.
—¿Sentís que lo que estás viviendo te impacta distinto siendo mamá?
—Es terrible, porque uno se imagina como madre el día de mañana si pasara lo mismo. Es la ley de la vida, es más orgánico que un padre se vaya antes que un hijo, por eso agradezco. En la familia de mi marido ha pasado que se han ido hijos antes que los padres, y no hay consuelo alguno. En este caso es la ley de la vida, no hay consuelo desde el punto de que mi papá es muy joven, y ves a alguien tan vital y decís: "No puede ser…". Pero sí hay consuelo desde el punto que nos dio mucho, no solo a mí sino a muchas personas. Me han llegado mensajes de mucha gente, empiezan a aparecer muchos mensajes de solidaridad , y uno empieza a recorrer la vida de ese papá que estuvo en tantos lados, que desde los medios llegó al 1%, porque hasta haberse casado con Marcela no fue una persona expuesta. Tuvo cosas que lo han expuesto, pero todo lo que me llega a mí es agradecimiento, solidaridad, decir: "Tu viejo me ayudó".
—¿Está viviendo con la familia?
—Vive con Marcela, con la mamá de Rocco, que es su mujer; ella lo sigue cuidando un montón. Es muy difícil estar en su lugar, es muy difícil estar en nuestro lugar de hijos, en mi lugar. Tratando de organizar todo esto, muchas veces yo decía: "Esperen, esperen, soy su hija". Y también mis hermanos, cada uno lleva el dolor como puede. Hay que respetarlo porque es duro.
—¿Te preocupa qué recuerdo les va a quedar a tus hijos de su abuelo?
—Es muy profundo lo que decís. Mi hijo más grande, Santino, que tiene nueve años, lo vivió a como su abuelo que era muy pegado con su mamá, porque yo siempre fui muy pegada con mi papá. Y entonces, él lo vivió mucho a mi papá porque me acompañó mucho en el embarazo, estuvo muy, muy cerca. Manuel, mi hijo de cuatro años, ya lo conoció en esta dificultad y lo ama, lo lleva a caminar, le habla; para él, es muy normal. Para Santino es más doloroso, le cuesta, porque vio toda una evolución.
—Los chicos son muy sabios.
—Tienen una sabiduría y una sensibilidad extra sorprendente.
—¿Encontrás un refugio en ellos?
—Sí, totalmente. Siempre trato de ser la mamá, la que lleva esta situación bien adelante, no me quiebro nunca, pero me han visto muy triste por todo esto. Y es natural, es la ley de la vida.
—Es una enfermedad muy cruel.
—Es muy cruel. Y obviamente, trato de que a ellos no les afecte, pero por otro lado ven la realidad. Los ha hecho mejores, no peores.
—¿Te sorprendió que Marcela empezara a hablar del tema?
—Me pareció que algún día iba a suceder. Creo que ni siquiera lo planeó, surgió y fluyó en eso. No abrió el tema demasiado porque a ninguno nos gusta. Obviamente, en un contexto como esta charla, profunda y de súper respeto, más fácil. Pero me imagino que ella no se quiso exponer, lo vive desde un lugar súper difícil. No me sorprendió. Ella tiene derecho a hablar, a decir cosas que le pasan. No lo planeó, se dio.
—Es bueno que en este momento estén unidos como familia.
—Son relaciones, hay que estar unidos. Más allá de que es lo normal, que pasa en cualquier familia, en relaciones de muchos años, es un lindo mensaje para transmitirle a la gente: hay que estar unidos para tener una vida mejor, una vida más feliz, para acompañarse en estos momentos duros.
—Te veo muy entera.
—Sí, estoy bien, más allá de que me emociono. Inclusive me pasa cantando mis canciones: estoy tan a flor de piel que me pasó eso. Cantar canciones tan profundas te conectan con una sensibilidad, y cuando anuncié el show me sentí muy en carne viva como para exponerme. Pero bueno, la gente lo va a disfrutar.
—El público también tiene eso: sabe acompañar lo que un artista está viviendo.
—Sí. En mi carrera, con todas las cosas que me han pasado, que fueron muchas, me sentí siempre muy acompañada. Un respeto, un cariño ante cosas duras que hemos vivido como familia, que he vivido yo. Siempre me sentí muy acompañada de verdad.
—¿La maternidad en la artista, cómo influyó?
—Para bien. Las chicas siempre se ríen y dicen: "¿Qué hiciste con tus hijos?". Porque físicamente me hizo muy bien, ni hablar psicológica y espiritualmente. Creo que a prácticamente todas las mujeres los hijos nos hacen muy bien. Son un impulso.
—¿Pero te permitís cierta contradicción? En algún momento en que los mirás y decís: "¿Por qué me estás haciendo esto, Santino?".
—Eso nos pasa a todas. El camino de educarlos y guiarlos es muy lindo. pero también cuando es la décima vez que le decís las cosas, y decís: "¡Por favor!".
—Hay un grito en la casa de Valeria Gastaldi.
—Sí, por supuesto.
—Chirlo, no.
—No, no me gusta. La verdad que no me gusta. Sí una agarradita de brazo, como "¡Basta!".
—¿Tu mamá está en Uruguay?
—Mi mamá estuvo en Uruguay hasta hace poco que vino a pasar unos meses acá, así que yo feliz porque la abuela vuelve. Encima yo trabajo un montón y hago malabares; estando ella acá, es más fácil.
—¿La relación con tu mamá es buena?
—Sí, es muy buena. Me ha enseñado muchas cosas lindas también. Los dos eran papás muy buenos, y son papás muy buenos. Mi mamá, hoy por hoy, es muy proactiva con mis hijos, es una persona tan generosa con ellos… Ha sido muy buena madre, pero con ellos es su mejor versión.
—¿Y Marcela, como abuela, ha sido presente también?
—Yo creo que con sus nietos sí. Con mis hijos es divina: mil veces les ha traído regalos. Los últimos años no estuvimos tan pegados, pero con sus nietos es igual que mi mamá con los míos.
—¿Juana y Nacho no son tíos presentes de tus hijos tampoco?
—No, no, no.
—El ensamble no llegó a ese punto en las familias.
—No llegó para ahí porque mi papá y Marcela fueron cambiando sus momentos. Nosotros, los hijos, nos quedamos al margen; entonces no llegó a ensamblarse hasta ahí abajo. En un momento sí, pero yo la veo a ella como mi mamá es con mis hijos: son abuelas muy proactivas y se ocupan mucho. Marcela se ocupa mucho de los hijos de Juana, mucho. Es divina: los lleva de acá para allá, igual que mi mamá.
—Con todo esto que estás pasando, ¿no estás necesitando un poco de apoyo profesional?
—No, nos han recomendado a todos ir a terapias que se relacionen con el tema de la enfermedad que tiene mi papá, pero por ahora lo venimos manejando con amor, con cariño de familia. Una terapeuta que tuve muchos años, que es capa, una persona impresionante, me enseñó mucho, y me dio muchas herramientas para caminar. De vez en cuando me llama: "¿Y, cómo vas?". Y tenemos una charla por teléfono. Me dio herramientas para caminar sólida.
—¿Estás charlando con tu papá, lo estás aprovechando cuando podés?
—Y… lo que se puede charlar, se charla. Pequeños momentos. Pero mucha compañía. Lo llevo mucho a mi casa, vamos al médico también, pero con esa compañía es muchísimo.
—¿Le cantás?
—No le canto tanto, y le encantaba escucharme, así que es bueno lo que decís. Tengo ganas de llevarlo el 3 de julio ahí, a La Tangente. Lo quise llevar en diciembre a un Niceto que hicimos con Bandana, pero era parado y explotado de gente; un show de Bandana es pura energía. Eso me encanta, eso también soy yo, pero ahora que voy a ser Valeria Gastaldi lo quiero llevar a La Tangente porque es un lugar más tranquilo. Es muy lindo el lugar, además de ser prestigioso, que están tocando muchas bandas, muchos artistas, es lindo el lugar, es tranquilo. Así que lo puedo sentar ahí, un ratito.
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