Natalia Oreiro tenía nada más que 21 años cuando aceptó interpretar a Mili, conocida por sus amigos como La Cholito, en Muñeca Brava. Aunque para ese entonces ya tenía experiencia en medios, además de la publicidad de tampones que la lanzó a la fama ya había hecho 90-60-90 Modelos y Ricos y Famosos, sin dudas 1998 fue uno de sus mejores años en materia laboral y la novela fue un trampolín en su carrera.
La ficción, que comenzó a fines de 1998 y terminó a fines del año siguiente, se emitía de lunes a viernes al medio día. Con Facundo Arana como compañero, la joven uruguaya explotó todo su potencial como actriz: se mostraba como una gran comediante haciendo reír a los más chicos y en minutos era capaz de pasar al drama, conmoviendo con la historia de vida de su personaje.
El argumento de la novela era clásico pero altamente efectivo: "chica pobre se enamora de chico rico". Como suele suceder en estos casos, a pesar de la previsibilidad del final (feliz), la historia es sinónimo de éxito, después de todo, y más en aquellos años, más de una chica se identificaría con la Cholito y soñaba con encontrar a su príncipe azul y ser Cenicienta.
"Cambio dolor", Natalia Oreiro (Video: Telefe)
Ella era Milagros Espósito, una joven huérfana que desconoce la identidad de su papá y al cumplir 18 tiene que dejar el hogar donde vive y salir al mundo. Justamente a ese mundo que es tan pequeño, que hace que entre a trabajar como empleada doméstica a la casa donde vive su padre Federico (Artuto Maly), al que sin conocer, odia.
La familia Di Carlo, empresarios constructores acomodados, no la reciben bien. Entre tratos soberbios, malas contestaciones y destratos, ella rescata a Ivo (Facundo Arana) de quien de inmediato se enamora a pesar de sus constantes diferencias. En pareja con "la Lunga" (Mariana Arias) como la protagonista despectivamente la llamaba, canchero y consciente de que las chicas gustan de él y poco demostrativo, la cosa entre él y Milagros no arrancó bien.
Doña Angélica (Lydia Lamaison) es la única que la trata como a una más de la familia, cual hada madrina de un cuento, la matriarca del clan es incondicional con su nueva empleada y la quiere tanto como a la nieta que nunca conoció y que en el fondo de su corazón espera poder encontrar antes de morir.
Mili e Ivo se conocen, Muñeca Brava (Video: Telefe)
La Cholito no era la típica heroína de novela: jugaba a la pelota, se vestía con ropa ancha, decía malas palabras y hasta se escupía la mano para hacer su saludo con su mejor amiga, Gloria (Gabriela Sari). En ese rol, Oreiro mostró sus dotes como comediante: divertida y espontánea, sus muecas y ocurrencias, sacaban una sonrisa cada mediodía.
Cuando empezó la exitosa ficción, Natalia acababa de estrenar Un argentino en Nueva York, el filme que protagonizó con Guillermo Francella, en la que interpretaba a Verónica, una joven que viajaba a la Gran Manzana con el sueño de triunfar y su padre, que extrañaba a la nena, la iba a buscar.
El tema principal de su película fue "Que sí, que sí". De esa manera y en paralelo la artista se lanzaba como cantante y editó su primer álbum, que llevaba su nombre.
La novela de Telefe fue el espacio ideal para que la artista en ascenso pudiera mostrar su música. Intercalando imágenes de la Cholito, Mili y una Natalia pelirroja de rulos, Muñeca Brava abría con el clip "Cambio Dolor" y cada vez que en las escenas el personaje estaba triste, sonaba de fondo el tema "Me muero de amor".
Además, gracias a la ficción, Oreiro se convirtió en una estrella internacional, ya que el producto fue exportado a Rusia, República Checa, Rumania, Polonia e Israel, donde es conocida como Natasha.
En la tira comenzó además el fanatismo de Natalia por Gilda. Su personaje adoraba a la ídola popular, bailaba sus temas en el boliche y hasta fue al santuario, ubicado en Entre Ríos. Quién diría que aquella joven, casi veinte años después concretaría su sueño de protagonizar una película sobre la cantante.
El tiempo pasó, la actriz siguió sumando protagónicos, pero la Cholito, querida y divertida, quedó en el corazón de su público y no hay dudas que marcó un antes y un después en su carrera.
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