El cambio místico de Liz Solari: "Quiero usar mi fama para el bien"

Se casó el año pasado con un empresario italiano. Y en la meditación, encontró una nueva manera de ser. Porque hace nueve años debió enfrentar un episodio traumático: la muerte de un novio. Pese a todo, dice que apuesta al amor "todos los días" porque "vale la pena"

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Liz Solari en los estudios de Infobae

Nació en Barranquilla, Colombia, por el trabajo de su padre, el director técnico de fútbol Eduardo Solari. Pero Liz Solari (35) se crió en Rosario, Argentina. A los 18 años ganó un concurso de modelaje organizado por Pancho Dotto y desde entonces nunca paró de trabajar. En 2010 recibió un golpe muy duro: su novio, el también modelo Leonardo Jesús Verhagen, murió súbitamente en sus brazos, sin que ella pudiera ayudarlo. Desde entonces Liz cambio su forma de vivir. Y de ser.

Auténtica y llena de luz, no pasa desapercibida. Desde que se encontró con su maestra espiritual, ya no es la misma. Ahora medita, reflexiona y se llena de paciencia para que su transito por este mundo la convierta en mejor persona. Hoy, no se dedica únicamente a modelar y actuar: su vida pasa por ayudar a otros.

Solari fue convocada para ser la vocera de una campaña para toda América Latina que busca ponerle fin a la violencia infantil. Se trata de "Lost Child", una canción inspirada y escrita para crear conciencia sobre la crisis que enfrentan los menores vulnerables, que sufren todo tipo de violencia: trata de niños, matrimonio infantil, violación, trabajo infantil, prostitución infantil y guerras.

"Esta campaña busca generar conciencia y convocar a la gente a que se involucre en la sociedad de una forma muy simple: filmando un video diciendo 'Lost child, ¿where are you now?', 'Niño de guerra, ¿dónde estás?', y publicarlo en las redes sociales con el hashtag LostChildSong. Todas esas voces que se junten, de las personas que decidan involucrarse, pasarán a ser parte de la canción", explica Liz.

¿Cómo fue que te convocaron?

—La iniciativa nace en el Reino Unido de la mano de Cher Chevalier, que es mi maestro espiritual, Dani Senior, una compositora, y Richard Adland, un productor musical ganador de premios Grammy. Se desarrolla en Europa y a mí me convocan para ser la vocera en Latinoamérica, haciendo una alianza con Possible Media para lograr un impacto más potente en la región. Es un tema que a mí me moviliza mucho. Es muy importante que hablemos de esto, que expongamos que no está bien, y que denunciemos las situaciones de abuso infantil para exigirles a los legisladores, a las personas que tienen el poder, que hagan algo al respecto, y que las políticas sean efectivas. La defensa de los vulnerables, los niños, los animales, las mujeres y el planeta, son cuatro temáticas que defiendo.

Liz Solari, a solas con
Liz Solari, a solas con Teleshow (fotos y video: Santiago Saferstein)

—¿Cuándo fue que empezaste a formar parte de estos proyectos?

—Hace unos ocho años. Haber conocido a mi maestra espiritual me cambió mucho, porque yo tuve un quiebre, recuerdo cuando… Ella me recomendó que mire Earthlings, un documental que muestra el sufrimiento de los animales que son destinados para consumo humano. En ese momento decidí dejar de comer carne, inmediatamente; hubo como un quiebre de conciencia, de mayor compasión en mi corazón, de mayor empatía hacia todos los que sufren. El disparador en ese momento fueron los animales. Después me volví una persona muy proactiva en este campo, en la protección de los derechos de los animales, llevando iniciativas al Congreso, exponiendo, básicamente comunicando la verdad. Eso es lo que estoy haciendo.

—Proyectos que no son de la noche a la mañana…

—Es mi responsabilidad: quiero usar mi fama, si queremos llamarla así, para el bien. Y convoco a todas las personas que tienen sus plataformas, donde pueden influenciar a millones de personas a que las utilicen para bien. Mientras más seamos más posibilidades tenemos de generar un cambio en esta tierra que tenemos hoy, con tantos conflictos. Y también, si todos nos involucramos un poco más.

¿Cómo aprecio en tu vida tu maestra espiritual?

—Yo estaba transcurriendo un momento difícil, de crisis personal, y desde mi corazón estaba con con esa necesidad de encontrar una guía. Hay cosas que pasan y uno no las entiende… Y se dio el encuentro con ella: siento que fue destinado. Ella me inicia en el camino de la meditación, que me dio beneficios incontables para superar ese momento, para armonizarme, para sanarme, equilibrarme. El rezo y la meditación son dos prácticas diarias en mi vida, y eso desembocó en este libro maravilloso que lanzamos el año pasado, Meditaciones para un viaje interior, con el objetivo de guiar a todas las almas que estén en la búsqueda de evolucionar, encontrarse a sí mismas, estar en paz. Estas necesidades que todos tenemos. La meditación es un puente para llegar a eso.

¿Cómo hacés para que la teoría se aplique a la práctica?

—Es una pregunta profunda. Una de las enseñanzas más importantes que me dio mi maestra es volverme inofensiva en mi vida. Es decir, no generarle daño a otras personas o a otros seres, ya sean animales, humanos, la tierra. Entender que somos parte de una misma familia y que todas nuestras acciones, pensamientos y palabras no le tienen que generar daño a otros, sino que cuando uno avanza también puede beneficiar a otros a través de esas acciones, pensamientos y palabras. Procesar eso sigue siendo un aprendizaje del día a día.

—Y antes, ¿cómo eras?

—Tampoco es que soy perfecta… Digo, eso también me parece importante: siempre me recuerdo a mí misma que no soy perfecta, que sigo cometiendo errores, que no estoy siempre Om y paz. Pero sí, más herramientas tenés, más podés volver a tu centro fácilmente. Siempre fui una persona alegre, con una vocación de ayudar a otros, de pedir justicia, de amar la naturaleza, pero creo que el equilibrio lo empecé a lograr con esta madurez.

—Empezaste a trabajar muy joven.

—Sí, gracias a Dios. Y me fue muy bien de muy chica. Haber crecido en la industria de la moda viviendo en el exterior no fue fácil. Siempre agradezco los valores esenciales que me enseñaron mis papás y su cercanía conmigo en todo ese proceso. Cuando sos chica, estás lejos, y en una industria que normalmente ve a las modelos como cosas o simplemente como un cuerpo, debés tener mucha seguridad en vos misma, una alta autoestima para no caer en depresión, en desórdenes alimenticios, en ansiedad. Es todo un tema.

¿Qué cosas veías?

—Conviví con modelos que cayeron en drogas y en desórdenes alimenticios para estar dentro de la perfección que te impone la industria. Esto fue en mi época, ahora no puedo decir nada, ya no estoy desde hace unos cuantos años. En el libro, por ejemplo, hay una meditación que habla de aprender a amarnos a nosotros mismos, que es fundamental. Valorarnos por lo que somos, seres únicos, irrepetibles y bellos. Cuando mirás para adentro hay tanto para ver que no tenés más tiempo para estar mirando hacia los costados.

—¿Eso lo aprendiste con el tiempo?

—Sí. En algunas cosas había una sabiduría interior que yo agradezco. Como te digo, tuve una autoestima fuerte cuando me pasaron estas cosas como para no caer. Me levanto a las 6 de la mañana, me preparo el desayuno, como bien, voy al gimnasio, hago todos los castings. Y entonces me alejé de todo lo que podía ser una tentación, hacer las cosas desde un lugar incorrecto.

—Te casaste hace poco.

—El año pasado. Fue maravilloso, maravilloso. Muy contenta. ¡Me casé! (risas). Seré chapada a la antigua, pero para mí existe casarse, y el amor para toda la vida. Lo vi en mis papás, y es algo que siempre admiré de ellos. Tienen 50 años juntos y con sus momentos más fáciles y más difíciles nunca se soltaron la mano. Ese ejemplo me marcó. También mi vida se dio así. Conocí a Walter (Fara, italiano), mi marido, y encontré en él a la persona que elijo para toda la vida.

Liz Solari y Walter Fara,
Liz Solari y Walter Fara, en su boda

¿Cómo lo conociste?

—Habíamos sido pareja en el pasado, nos separamos y nos volvimos a elegir después.

—¿Te costó volver a apostar al amor después de lo que te había pasado?

—No, no. Yo apuesto al amor todos los días de mi vida porque vale la pena. Me levanto, rezo y digo: "Dios, hoy quiero ser un canal de tu amor".

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