"No querría morirme nunca. Pero no depende de mí. La verdad que tengo más curiosidad que miedo. Tengo mucha curiosidad con saber qué pasa después. Si pasa algo trataré de venir a avisarles, pero no debe ser muy fácil porque sino alguno ya me hubiera avisado. Me parece mucho más probable la reencarnación. En algún momento te das cuenta que todo se acaba. Yo me di cuenta a los 25 años cuando estuve internado con tuberculosis y estuve con todos enfermos de cáncer", había reflexionado Gabriel Pinto, popularmente conocido como Tuqui hace unos años.
Sus últimos días, lejos y en soledad
Artista de alma, el hombre que durante años hizo reír en radio y televisión, se fue solo. Su salud estaba deteriorada hace tiempo, y eligió Mercedes para morir. A 100 kilómetros de Buenos Aires, aquellas ciudad, la misma de la que se había enamorado hace años y de la que fue expulsado por preguntar "¿Por qué, si había 70 mil mercedinos, no había ni un solo puterío?" era su lugar en el mundo.
"Se sentía muy mal, pero no tenía diagnóstico, íbamos al hospital, lo internaban, le hacían estudios, decían que estaba bien, se sentía muy mal, le dolía el estómago y la memoria. Decidió irse a Mercedes, creo que a morir. Desde que se fue nunca respondió un mensaje", contó Lucas López, compañero de Gabriel en la banda Tuqui y los Pastafaris en diálogo con Teleshow.
Ellos tocaron hasta diciembre del año pasado: "Estuvimos dos años, nuestro último show fue en el 2018 en Tabaco, justamente por su salud. Hacíamos canciones de él y covers, ensayábamos en Sala Castelar Baires y la pasábamos bien. Es muy inteligente y como músico un crack, buenas melodías y toda su personalidad en las letras".
"Me dijo cuando lo conocí que siempre había querido tener una banda, y ahora que estaba en el final le parecía lo mejor hacerlo. Lo hicimos, me enseño mucho de música técnicamente hablando, sabia muchísimo de todo", dijo Lucas.
Hasta ese momento Tuqui hacía shows como solista y de stand up, al terminar uno de sus espectáculos de humor, vio a Lucas tocar y le propuso formar un grupo. Al fin, luego de años de experiencia en el ambiente, Gabriel cumplía su sueño de tener una banda.
Sus amigos en Buenos Aires ya sabían que viajaría: "Como íbamos al hospital cada dos semanas ya había decidido tocar en diciembre que estaba pactado y luego irse a Mercedes. Una noche se escapó del hospital e hicimos un show en la plaza de enfrente, para amigos y gente de la institución".
Otro de sus compañeros, Gonzalo López, contó que en el último tiempo el humorista no la pasó bien: "Le agarró un ACV, se le dificultaba hablar y tenia la mirada perdida, estuvo internado un mes en Buenos Aires y después se quiso ir a Mercedes. Él eligió ese lugar y estuvo en el hospital de allá y falleció el domingo, de un paro cardíaco. Venía complicado de salud, él lo sabia, decía que se iba a morir, que no quería velorio, cero religión y que lo recordaran de la mejor manera".
En Mercedes estuvo en lo de otro amigo que apenas llegó lo recibió con los brazos abiertos y puso un kiosko para que el actor pudiera trabajar.
Hay un dicho que reza que sabio es el que se ríe de sí mismo, porque nunca se queda sin material. Seguramente esa sería la clave de Tuqui (incluso el apodo surgió por reírse de su nariz de 'tucán') para enfrentar las adversidades. "Siempre decía cosas interesantes y graciosas, un genio", recordó Lucas, orgulloso de haber podido compartir el escenario y la vida con Gabriel.
Gonzalo lo recordó como una persona con humor ácido y con convicciones: "No tranzaba con nadie, ayudó a un montón de gente que hoy esta en los medios, pero no tiene sentido recordar eso. Siempre con lo justo, si tenía una galletita la partía por al mitad y la convidaba. Era muy sensible, se ponía mal cuando veía una noticia de algo que pasaba con un nene, pero a la vez era muy fuerte. Lo recuerdo de la mejor manera. Era rockero, culto… conoció a Prodan, laburó con Pergolini en la época mas brava de la Rock and Pop y tenia una sensibilidad terrible, un bohemio, un loco lindo que vivía el día a día y no le importaba el mañana".
Artista de raza
Humorista, actor y cantante, pero también dibujante y diseñador gráfico, el hombre que hasta vendió manteles, según el mismo contó, había estudiado abogacía hasta que a los 25 años la música de Luca Prodan lo cautivó, pateó el tablero y decidió dedicarse al arte.
Luna Salvaje (Video, Telefe)
Años más tarde, en 1988, comenzó a trabajar en la Rock and Pop, donde estuvo durante dos décadas. Su gracias e ingenio y su particular humor ácido lo convirtieron en una de las figuras de la emisora, en la que acompañó a Juan Di Natale en Se nos viene la noche, a Bobby Flores en Subí que te llevo y a Elizabeth Vernaci, en Tarde Negra.
Como actor, estuvo en la telenovela Luna Salvaje y como contador de chistes, en Café Fashion y su último trabajo en la pantalla chica fue en el 2011 en el programa de Julián Weich, Justo a Tiempo, que representó una ventana para que los más chicos pudieran conocerlo. También hizo participaciones en Peligro Sin Codificar y en el programa de Susana Giménez.
El humor, como salida
En sus 64 años Tuqui vivió de todo y pasó por varios momentos difíciles. "Me crié en la calle, he vivido muchas circunstancias", contó alguna vez el actor que nunca tuvo casa, incluso en los últimos tiempos algunos (pocos, según detallo) amigos lo ayudaban.
En una época durmió en una estación de tren, casualmente en Mercedes. En ese momento, sin dinero para afrontar las deudas, Gabriel hizo un bolso y dejó Buenos Aires: "Me fui a visitar a una migo allá, no tenía apuro, así que me quedé. Fue casi un año. Algunos me reconocían y me preguntaban qué hacía ahí".
"Menos las inyectables" probó todas las drogas, confesó algunas vez y contó que fumó durante dos años paco. Desde hacía tiempo que no trabajaba en radio ni televisión, un poco por decisión propia y otro poco porque el medio le había cerrado las puertas.
En el 2012 sufrió un accidente que le dejó importantes secuelas. "Iba en moto y un taxista desafortunadamente no me vio. Él quería doblar y yo no. Me convenció con el paragolpes. Salí volando y me fracturé la cadera, que quebré la cabeza del fémur. Me operé y no soldó. Me quedó una pierna más corta. No me puedo apoyar en esa pierna. Por lo tanto estoy perdiendo masa muscular", contó en TN hace unos años.
Sin trabajo y con un certificado de discapacidad, abrumado por la burocracia, el humorista contaba que necesitaba una pensión que lo ayudara a subsistir, ya que estaba viviendo "al día" y contaba con la ayuda de unos pocos amigos. "Mi problema es que no puedo caminar sin muletas. Conseguí el 'carnet de tullido', como le digo yo, que es el certificado de discapacidad. Me sirve para tomar colectivos hasta el número 199. Esto me sirve para viajar a colectivos en los que no puedo subir y en trenes", dijo con la ironía que lo caracterizaba y agregó: "Siempre sostuve que el que se puede reír de sí mismo nunca le falta la diversión. Cuanto peor me va, con los dolores se me ocurren chistes".
"El último tiempo estuvo complicado de salud, perdió movilidad, este tiempo la fue peleando y con ayuda de los amigos que le dábamos una mano para que se pueda mover", recordó Gonzalo al respecto. Sin embargo, encontró su cable a tierra en su pasión por la música: "La banda para él fue como hacer la despedida de lo que sabia que iba a pasar, lo presentía y se dio el gusto de armar un banda para hacerle tributo al rock, con su humor clásico, subía con muletas al escenario y se le transformaba la cara cuando subía a cantar y el dolor desaparecía".
Apenas conocieron la triste noticia, sus amigos en Buenos Aires viajaron a Mercedes donde despedirán al artista, en el cementerio municipal.
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