“Cuando leí el libro la primera vez morí de placer: me hizo tanta gracia. Lo llamé a Oscar (Martínez) y se lo conté. A él no le pareció al principio tan divertida, pero yo me morí de risa”, dice Graciela Borges sobre El cuento de las comadrejas, el filme de Juan José Campanella que la tiene como protagonista junto a Luis Brandoni, Marcos Mundstock y el mencionado Martínez.
"Debo decirte que fue difícil la filmación", reconoce la actriz, recordando el frío que sintió en el rodaje en exteriores: "Dos grados, pero fue lindo. Fue resistir, como resiste uno en el cine. Y fue gozoso, porque vivíamos ahí cerca, en un hotel que tenía distintos departamentos, y nos juntábamos a comer. Esa cosa de confraternidad que hay cuando uno filma que tiene familias alternativas. Lo pasamos bien. Y Campanella es un estupendo director".
El tráiler de "El cuento de las comadrejas", protagonizada por Graciela Borges y dirigida por Campanella
—¿Cuánto tenés de Mara, tu personaje?
—Cero (risas).
—¿Nada? ¿Ni una cuota de esa diva egocéntrica?
—Todo el mundo tiene algo. Para ser sincerísima, ella tiene una cuota de niñita interior que por eso juega con la entrega del Oscar, con ver sus películas. Tiene una parte muy tierna. Y la otra, es muy despiadada. La parte tierna yo la entiendo porque tengo una parte así, muy de niña. Casi todos nosotros tenemos una parte muy de niños y muy de niñas que es el ser humano que crea, el que es amoral, el que no le importa nada, el que juega.
—¿Has practicado discursos frente al espejo?
—La verdad: no (risas). Puede que hable sola en algún momento de mi vida, en mi casa, pero he trabajado tanto, desde los 14 años hasta ahora, que no tuve mucho tiempo de implementar mi dialéctica materialista haciendo… No, broma.
—Pero esa cosa del divismo que tiene Mara, en tu caso, ¿nunca llegaste a los sets con los chihuahuas y todo el séquito?
—No, para nada. Me hubiesen pegado. Pero eso tampoco pasa ahora, eh.
—En algunos casos, sí.
—¿Te parece? Yo estoy hablando de artistas en serio. Este es un trabajo recíproco, si nosotros no tuviéramos la mirada de ustedes y la publicidad tampoco haríamos esto que hacemos. Es un invento que uno está solo y puede publicitar lo que hace. No es verdad. La respuesta es necesaria.
—Hay momentos en que Mara siente que no le debe nada a nadie, que no importa el guionista, no importa el director, que los éxitos fueron gracias a ella…
—Sí, no le importa. Ella finalmente los necesita, toma conciencia.
—¿Vos necesitás ese reconocimiento, salir a la calle o ir a comer y que te saluden?
—No te olvides que también trabajamos para que nos amen. Con Alfredo Alcón, mi adorado amigo, siempre decíamos: "Somos torpes si no nos quieren, tenemos que hacernos querer, hacer las cosas mejor para que nos miren con amor". Una carrera como esta donde nos disfrazamos de otra cosa, yo de Mara, con otro pelo, y decimos cosas que no sentimos, es solo para no perder la mirada del otro y que nos quieran.
—En algún momento de la película te dicen: "No imagino un hombre que la vea y no se rinda a sus pies".
—Yo creo que él le dice una mentira espantosa (risas). Ella ya está demasiado deteriorada. Pero está lindo eso porque ella se lo crea o no le encanta oírlo. ¿A qué mujer no le encanta oír eso?
—¿Te ha rechazado algún hombre?
—Que no me haya querido, sí. Uno en un momento dado no me quiso más, y se me rompió el corazón. Después se arrepintió, pero ya era tarde. Fue súper cruel.
—Me cuesta imaginar la situación.
—No, que no te cueste nada. Todo el mundo es igual: tenemos cosas que le gustan a los demás, otras menos. Eso que te dije cuando hablamos en otra oportunidad es verdad: ni loca me pondría de novia conmigo misma.
—¿Cómo estás ahora? ¿Cómo anda el corazón?
—El corazón está en el mismo momento, pasó más tiempo aún desde la última vez que te lo dije, y estoy súper tranquila. Lectura, árboles, cines, mi nieta, mi hijo, mis amigos, mis viajes. Está buena la vida. No siempre. El otro día oí una cosa genial que dijo Patricia Palmer en televisión. Le preguntaron: "¿No te gustaría tener un compañero?". "No, un compañero no. Quiero enamorarme, porque para un compañero tengo un perro". Es verdad: si no me enamoro, ya está, ya me enamoré muchas veces. No me insistas con vos…
—O sea, no hay algo que esté faltando ahí.
—No, está buena la vida, igual.
—¿Siempre fuiste así de positiva?
—No.
—¿Tuviste épocas más negativas?
—Tuve épocas, incluso, de mucha depresión. Cuando era chica tuve épocas de depresión, sí. Tenía problemas con dormir. Después todo eso se amansó, pero muchas veces no la pasé bien.
—¿A qué edad?
—Estamos hablando de cuando no podía dormir, aunque te parezca mentira, a los 13 años. No se sabía, no podía: pasaban las horas, las horas… Me internaron. Fue feo.
—¿Estuviste internada por no poder dormir?
—Sí.
—¿Y cómo se resolvió?
—Ya ni me acuerdo porque tengo un ojo izquierdo, es lo que me dicen a mí, que borra todo lo malo. Creo que tuve un buen médico. Después mi madre, que hacía un esfuerzo para que todo esté bien. Mi cabeza y el corazón, que colaborarían. Pero empecé a dormir, en esa época sin meditar, porque ahora es más fácil, ahora meditás, tenés otro tipo de vida. Cuando sos adolescente uno es muy dramático. Hay mucha gente que tiene infancias divinas, yo no la tuve. Y tuve una adolescencia difícil. Pero sin quejas. Ya está.
—Cuando surge la actriz, ¿de alguna forma rescata?
—Una actriz no es actriz a los 14 años. Es una mentira, es un chiste. Es como un juego. Un actor tiene que tener dimensión de la palabra para ser un actor, y eso te pasa cuando tenés 25, o más de 20.
—¿Había algo en ese momento, en esa adolescencia difícil, en la relación con tus padres?
—Depende también de tu sensibilidad, de tu historia de vida, de tus padres. Pero, ¿sabés qué? Prescribió. Prefiero ser indulgente y mirar con amor todo. Porque de todas maneras todo es una maestría.
—¿Hoy te definís como una persona feliz?
—La felicidad es algo raro. Es por momentos. Por momentos decís: "Ay, qué bueno, qué feliz soy". O vos decís, al apagar la luz y al dormir, bendiciones. Y en otros, estás más inquieto. Es leve. Pero hay que agradecer todo, está buena la vida.
—Hay una frase en la película: "¿Qué herramienta utiliza el actor para conseguir su trabajo?". Y otro responde: "El sexo". ¿Viste estas situaciones a lo largo de la carrera?
—Yo no, realmente no. Me parece que eso es muy pequeñito, debe durar muy poco tiempo. Yo creo que el talento ocupa su lugar, y está ahí. Y se usa o no se usa pero existe. Y no tiene que ver con sexualidad ni con dependencia de gente; tiene que ver con cómo camines, cómo pienses, cómo estés. Dura muy poco todo lo que es sexualidad aplicada a conseguir trabajo.
—Año 2019, elecciones. ¿Estás esperanzada?
—No hablo de política. En cuanto digo alguna frase la usan fuera de contexto. Lo que quiero es que haya salud, cultura y trabajo, y que la gente esté bien, que se sienta entera, que pueda pagar lo que tenga que pagar a fin de mes, que no se angustie, que coma. Educación, que es fundamental. Si eso ocurre con los que vienen o con los que están, bendiciones. Y si no, yo seguiré haciendo mi caminito como vos el tuyo, porque lamentablemente no manejamos todo. La opinión siempre es desde afuera.
—¿Cómo sigue tu año?
—Voy a seguir unas funciones divinas que hago, Entre nosotros. Este espectáculo es lo que más feliz me hace. Y la radio, también; la radio me encanta.
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